TOROS

■ Bien presentada pero débil y sosa la novillada de Puerta Grande, en el tercer festejo

Maduro, Manuel González Montoyita corta 2 orejas; la segunda, muy benévola

■ El Pali y Jorge Adame, sin remontar la sosería de las reses

■ Molestó el aire

Leonardo Páez

En la tercera novillada de la temporada 2008 en la Plaza México, con una entrada similar a la de hace ocho días pero con un público más entusiasta y apoyador de su torero, con una tarde soleada pero airosa, se lidió un bien presentado encierro de la ganadería jalisciense de Puerta Grande, propiedad de Gerardo y Carlos Salas Luján, vecinos de Encarnación de Díaz, Jalisco.

Sin exceso de kilos, muy bien armados y astifinos, los novillos acusaron sin embargo debilidad y sosería en el tercio final y discreta codicia en varas, en contraste con el estilo que logró imprimir Mariano Ramírez, antecedente directo de Puerta Grande, a su hierro: reses con una bravura seca a los que había que poderles, como aquella inolvidable corrida de la Oreja de Oro en la que Manolo Martínez materialmente le sacó de la bolsa a Raúl Contreras Finito el trofeo en disputa. Ni modo; a falta de presente, nostalgias.

Alegres de salida, los de Puerta Grande acudían al caballo para recibir un puyazo de trámite, conservaban su acometida en banderillas si bien rodando por la arena o doblando las manitas, y llegaban a la muleta escasos de fuerza y, lo peor, de emotividad y codicia. Algunos acusaron incluso buen estilo, que no es lo mismo que transmisión, como el que abrió plaza, el segundo y el quinto. No a sí tercero, cuarto y sexto.

Manuel González Montoyita se ve con sitio y conecta pronto con el tendido, producto no sólo de sus buenas maneras y personalidad sino de la frecuencia con la que ha estado delante del toro los pasados tres años, hasta sumar más de sesenta novilladas.

Con su primero, Capuchino, muy serio de cara, toreó bien de capa y muleteó con quietud y temple por ambos lados no obstante el viento, provocando los olés de un público particularmente entusiasta al que no le importó “sacrificar” la jornada futbolera en busca de emociones tauromáquicas. Cobró una estocada desprendida y cortó la primera oreja del serial.

Recibió a su segundo, Providente, con dos largas cambiadas, lanceó con suavidad, remató con lucida revolera y se vio machacón en toriles ante un marmolillo, con el que consiguió algunos pases aislados. Montoyita dejó otra estocada entera, marcando muy bien los tiempos pero de deficiente de colocación, y cierto sector solicitó la oreja que el juez concedió sin mayor trámite. Ojalá no resulte contraproducente.

Alfonso Hernández El Pali se las vio primero con Franciscano, que tras cumplir en varas conservó recorrido y claridad en la muleta, así como escasa transmisión y poca fuerza, lo que no fue óbice para que se estirara en varios derechazos. Con su segundo, Divino, también debilón y soso pero clarote, el novillero tapatío repitió color con la diestra, se entregó en el volapié, fue sacado al tercio y ya encarrerado se dio la vuelta.

El joven de Aguascalientes, Jorge Adame, tercer espada, estuvo siempre en la cara del toro y lo intentó todo aunque casi nada le saliera. Se empleó con el capote en lucidos quites, banderilleó con más voluntad que lucimiento y con la muleta anduvo decidido y reconcentrado, olvidándose del tendido. Salió al tercio y, mal influenciado, también se dio una vuelta. ¿Encontrará la empresa algún novillero menos lógico y más mágico?

Si no se atraviesa otro partido, de futbol, claro, pues los otros son ataurinos, ahora sí el próximo jueves 5 de junio será presentado el libro del fotógrafo Donaciano R. Botello, Manolo Martínez, genio y figura, en el Centro Cultural de la Tauromaquia a las 19:30 horas.