Iglesia: debe apoyarse a la IP mexicana
La buena intención del gobierno federal de enfrentar la crisis alimentaria será inútil si la canalización de recursos y la exención de impuestos a la importación de algunos productos sólo beneficia a empresarios e importadores extranjeros en lugar de a los fabricantes nacionales y los consumidores, advirtió la Arquidiócesis Primada de México.
Manifestó que hay “creciente desproporción” entre los salarios mínimos y los precios de los productos de la canasta básica. “Se entiende, pero no se justifica que las autoridades vigilen los raquíticos sueldos como medida de control inflacionario, pues los límites del equilibrio económico se encuentran en la satisfacción de las necesidades básicas de los mexicanos”, señaló la Iglesia católica.
“Innumerables familias mexicanas se ven perjudicadas día tras día por la constante escalada de pecios en algunos productos básicos, sin que ocurra lo mismo con los salarios. La desproporción se hace cada vez más notoria y es patente cada vez que una ama de casa o un padre de familia tiene que hurgar en los bolsillos algunas monedas de más para pagar la cuenta en los mercados, donde en más de una ocasión el comprador tiene que sacrificar algún producto por falta de dinero.”
Preciso, ordenar el mercado
Asimismo, aseveró que ordenar y controlar el mercado nacional es requisito indispensable para evitar la especulación, el acaparamiento y la usura. Ante todo, abundó, se debe tomar en cuenta a las familias que perciben los salarios más bajos o incluso a quienes carecen de un trabajo fijo, lo cual los convierte en las personas más vulnerables de la sociedad.
Algo similar puede decirse de las medicinas, inalcanzables para innumerables enfermos, y sobre algunos rubros y servicios que se han encarecido con el beneplácito de la Ley de Ingresos y Egresos, sin que con el mismo rigor los legisladores se preocupen por establecer salarios justos a las continuas alzas.
“Pensar en términos macroeconómicos y sobre la satisfacción mínima del trabajador y sus familias no es fortuito ni simplista; si el Estado desea enfrentar en serio los grandes cánceres de la sociedad (inseguridad, crimen, corrupción) es tiempo de que atienda sensiblemente a sus múltiples orígenes (subempleo, falta de oportunidades, pérdida de valores), porque de otra forma las acciones extraordinarias que realice el gobierno para minimizar los efectos adversos a la economía popular serán simples paliativos, como apagar un incendio a cubetadas.”