■ En ocho años la superficie destinada a esta fibra se ha reducido en cerca de 75%
Agoniza el cultivo de algodón en La Laguna, a pesar de su calidad
■ La derrama de jornales para pizcadores se desplomó en 60 millones de pesos en sólo un año
■ Debido a la falta de subsidios federales, la rentabilidad por hectárea es de apenas 12 por ciento
Ampliar la imagen Clima favorable, disponibilidad de agua y pizcadores que aseguran ser los mejores del país no han bastado para frenar la debacle del cultivo de algodón en la región de La Laguna Foto: Leopoldo Ramos
Torreón, Coah., 4 de junio. La carretera que conduce al ejido Infiernillo está llena de baches, pero es la única vía de Torreón a los campos algodoneros de Francisco I. Madero, uno de los principales centros agrícolas de la Comarca Lagunera, habitado por poco más de 50 mil personas.
A lo largo de unos 70 kilómetros se observan parcelas donde los ejidatarios siembran frijol, maíz, trigo y alfalfa. Casi al final está la zona donde se cultiva algodón. Pareciera que la mayoría de los campesinos prefiere producir cualquier otra cosa.
Los campos reflejan el desplome de la producción de algodón en La Laguna en los ocho años recientes: en el año 2000 se cultivaron 52 mil 281 hectáreas; un año después se desplomó a 27 mil 400; en 2006 fueron 15 mil y 18 mil en 2007. Para este año los campesinos prevén que sólo se cultivarán 13 mil 500 hectáreas.
“El que siembra algodón en La Laguna es muy pendejo o de plano muy terco”, resume Javier Frausto Mesta, vecino del ejido La Florida.
Cuenta que dejó de producir borra hace cinco años porque es incosteable, pues mientras una hectárea de alfalfa o de trigo se cosecha en tres o cuatro meses, producir algodón tarda al menos el doble. Además, la ausencia de subsidios no permite obtener una ganancia satisfactoria.
Cálculos del Consejo Agrario Permanente indican que producir una hectárea de algodón en La Laguna costará este año 18 mil 520 pesos, incluyendo agua, fertilizante, renta de tractor, combustible, y 50 pesos diarios para cada peón que trabaje en la pizca.
Además, se necesitan 7 mil pesos para la clasificación y el despepite de la fibra, impuestos y asistencia técnica. En suma, más de 25 mil pesos por hectárea.
El trabajo empieza en la última semana de marzo y las dos primeras de abril, cuando se prepara la tierra y se siembran las semillas. Tres meses después se aplica fertilizante y plaguicidas. Si no hay contratiempos, en septiembre todo debe estar listo para levantar la cosecha.
Así, después de medio año de trabajo, la rentabilidad por cada hectárea es de apenas 12 por ciento, pues mientras los gastos por hectárea ascienden a más de 25 mil pesos, los ingresos por la venta del producto llegan a 28 mil o 29 mil pesos.
El economista Elías García Valenciano, secretario técnico del Consejo Agrario Permanente en la Comarca Lagunera, dice que el gobierno federal no considera la cantidad de empleos que genera la producción algodonera.
“Una hectárea de algodón produce 125 jornales (salarios) si se pizca a mano”.
Debido a la caída de la producción de 2007 a 2008 se perderán un millón 250 mil jornales, “y si consideramos que el jornal está en 50 pesos, estamos hablando de casi 60 millones de pesos que no van a llegar a los campesinos”, explica.
Calidad similar a la de Egipto
La Comarca Lagunera de Coahuila y Durango no es la principal productora de algodón del país, pero la fibra de esta región tiene una alta demanda debido a su calidad.
De acuerdo con estadísticas de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), en 2006 se sembraron en México 116 mil 567 hectáreas de algodón (9.08 por ciento menos que un año antes), 65 mil 813 en Chihuahua, 23 mil 194 en Baja California, 15 mil 502 en La Laguna, 8 mil 509 en Sonora, 3 mil 31 en Tamaulipas y 518 en Sinaloa.
Según la Sagarpa, el algodón en pluma se envía a empresas de Puebla y regresa como tela, hilo o relleno a plantas maquiladoras en los estados fronterizos, donde se transforma en pantalones, camisas, playeras y ropa interior que se exporta a Estados Unidos. También se usa en la industria farmacéutica. Las semillas se usan como forraje y para fabricar aceite, manteca y jabón.
Los productores de La Laguna saben que el algodón de esta tierra es de los primeros en venderse por su calidad.
“Las condiciones geológicas y climatológicas de la región son similares a las de Egipto. Tenemos casi 14 horas de sol al día y eso ayuda mucho a que nuestra planta tenga todas las características necesarias para hacer una buena tela”, explica Luis López Álvarez, maestro del ejido Jaboncillos de Francisco I. Madero y dirigente regional de la Central Campesina Cardenista.
Otra ventaja es la disponibilidad de agua proveniente de las presas Lázaro Cárdenas y Francisco Zarco, en Durango. La primera puede almacenar 3 mil 335 millones de metros cúbicos y se encuentra a 55.35 por ciento de su capacidad. La segunda puede recibir 365 millones de metros cúbicos y está a 26.57 por ciento.
Pese a gozar de estas condiciones favorables y de tener, según los lugareños, los mejores pizcadores del país, la producción de algodón en La Laguna parece estar condenada a desaparecer, advierte Luis López.