Usted está aquí: jueves 5 de junio de 2008 Espectáculos “Cada quien en su propio palco”: el autocinema cumple mañana 75 años

■ Con la llegada del video cayó en crisis; hoy día quedan unos pocos

“Cada quien en su propio palco”: el autocinema cumple mañana 75 años

Dpa

Nueva York, 4 de junio. Delante, El Hombre Araña salta de un techo a otro; mientras, en los brazos se acurruca la primera novia, y encima se extiende el cielo estrellado: no hay nada mejor que el autocinema.

Desde hace tres generaciones la experiencia de ver películas en el propio coche fascina a los seguidores del cine, a las familias y a los jóvenes enamorados. La invención del estadunidense Richard Milton Hollingshead cumple este 6 de junio 75 años, y aún se mantiene como institución para alegría de muchos nostálgicos.

Con el eslogan Cada quien en su propio palco, Hollingshead hizo publicidad para su primer autocinema, que inauguró en 1933 en Camden (Nueva Jersey).

Hijo de un fabricante de líquidos limpiadores para coches, la leyenda dice que sólo pretendía aumentar el número de ventas de su padre.

Para ello experimentó durante un tiempo hasta que llegó a la brillante idea de montar rampas sobre las que los automóviles podían subir para tener una buena vista de la pantalla. El sonido salía al principio sólo de los dos altoparlantes a ambos lados de la pantalla, y luego de altavoces que se colgaban directamente en la puerta de los coches. Hoy día se capta a través de la propia radio del coche.

Al pincipio, la idea de Hollingshead, el Drive-In, se extendió lentamente por Estados Unidos, pero después arrasó. A mediados de los años 50 había ya 4 mil autocines, muchos en las zonas rurales. Al fin y al cabo, la diversión sólo costaba 25 centavos por persona, es decir, máximo un dólar para todos los ocupantes.

Generación del Drive-In

Fue una solución para muchas familias numerosas que no podían comprar las entradas para el cine, y hasta el bebé o el perro podían ir también en el asiento trasero. Pero además se volvió un punto de atracción para las jóvenes parejas. En la Lover’s Lane, la última fila, donde la película era de cualquier manera secundaria, había arrumacos y más.

Los Beach Boys le dedicaron en 1964 una de sus canciones: “Forget about the plot, it’ll do very well/ But make sure you see enough so you’re prepared to tell/ About the Drive-In!” (Olvídate de la trama, que de todos modos estará buena/ Pero ocúpate de ver lo suficiente, para poder contarlo después.) Con humor se suele bromear acerca de que uno de cada cuatro estadunidenses de esa generación fue concebido en el Drive-In.

El autocine sólo podría haber surgido en Estados Unidos. Se adapta al american way of life: rápido, fácil, barato y sobre todo con el propio coche. Esa es la mayor libertad. Lo que comenzó con el cine siguió con las cadenas de comida rápida, los cajeros automáticos y los cementerios.

En el autocinema uno está en un lugar público pero a la vez privado, como en su propia sala. Se puede fumar, comer, hablar por teléfono y los pelos de perro en el asiento de al lado no molestan a nadie. Además se llega rápido de vuelta a casa, a menos que haya embotellamientos a la salida del autocinema.

Con la llegada del video, en los años 80, que sumió a los cines convencionales en la crisis, también fue la hora del declive de los autocinemas. Hoy día quedan unos pocos, pero firmes en su función de entretenimiento.

 
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