Yes, can we?
Estamos frente a la creación de un gran liderazgo carismático en un lapso récord. Estamos también frente a un conjunto de transformaciones en la sociedad estadunidense sin cuyo concurso ese liderazgo no habría surgido. Una mujer y un negro en la contienda por la nominación del Partido Demócrata es una inequívoca señal de que transformaciones mayores en la base de la sociedad han ocurrido. Ambas campañas tendrán un efecto cultural de gran calado.
Ambas cosas son para celebrarse en grande, no importa cuál pueda ser el impacto que la eventual elección presidencial de Obama tenga sobre México. Son visibles los impactos culturales de muy alto alcance para las mujeres, acaso más localizadamente en Estados Unidos, pero de mayor profundidad puede ser ese impacto cultural sobre los negros del mundo. Yes, we can penetrará hasta los huesos, a ritmos distintos, en culturas y espacios sociales negros, probablemente en todo el planeta. La liberación de las masas –Marx dixit– es obra de las masas mismas; nadie hará el trabajo por ellas, pero las transformaciones que impulsan los cambios siempre llegaron por puertas inesperadas, insospechadas. Ninguna sociedad está necesitada de un cambio tan profundo de orden cultural, para echarse a andar, como las sociedades negras del planeta. Ello es suficiente para celebrar el punto hasta el que ha llegado Obama.
La compuerta que dio paso a las transformaciones sociales en curso en Estados Unidos se abrió en Iowa.
“… En esta noche de enero –en este momento definitorio de la historia– han hecho ustedes lo que los cínicos decían que no podríamos hacer. En filas que se han extendido en torno a escuelas e iglesias, en pequeñas y grandes ciudades, vinieron ustedes como demócratas, republicanos e independientes para alzarse y decir que somos un único país, que somos un pueblo y que ha llegado nuestro momento de cambio. Han dicho ustedes que ha llegado la hora de superar la amargura, la mezquindad y la rabia que ha consumido Washington; de acabar con la estrategia política basada en la división y de optar por otra basada en la adición; de construir una coalición por el cambio que se extienda por los estados republicanos y demócratas.
“Elegimos la esperanza en lugar del miedo. Elegimos la unidad en lugar de la división, y también elegimos enviar un poderoso mensaje de que el cambio está llegando a Estados Unidos. Han dicho ustedes que ha llegado el momento de comunicar a los lobbistas, que creen que su dinero y su influencia hablan más alto que nuestras voces, que no son ellos los dueños de nuestro gobierno, que somos nosotros, y que estamos aquí para recuperarlo. Ha llegado el momento de un presidente que sea honrado con las opciones y los desafíos a los que nos enfrentamos; que los oiga y aprenda de ustedes incluso cuando estamos en desacuerdo; que no sólo les diga lo que ustedes quieren oír, sino lo que deben saber.
“Seré un presidente que hará por fin asequible y disponible la asistencia sanitaria para todos los estadunidenses, del mismo modo que amplíe la asistencia sanitaria en Illinois, uniendo a demócratas y republicanos para hacer el trabajo. Seré un presidente que pondrá fin a las amnistías fiscales para las compañías que trasladan nuestros puestos de trabajo al extranjero y crearé una reducción fiscal dirigida a la clase media y que vaya a parar a los bolsillos de los trabajadores estadunidenses que la merecen. Seré un presidente que aprovechará el ingenio de agricultores, científicos y empresarios para liberar a este país de la tiranía del petróleo de una vez por todas. Y seré un presidente que pondrá fin a la guerra de Irak y traerá los soldados a casa; que restaurará nuestra posición moral; que sabrá que el 11-S no es una forma de obtener votos a través del miedo, sino un desafío que debería unir a Estados Unidos y al mundo contra las amenazas comunes del siglo XXI: las amenazas comunes del terrorismo y las armas nucleares, el cambio climático y la pobreza, el genocidio y la enfermedad.”
Gran parte de la sociedad estadunidense sintió estas palabras en la médula de los huesos. Veremos si los cambios sociales en Estados Unidos alcanzan para que Obama intente llevar a los hechos lo que siente como necesidad.
Obama enfrenta a un mundo particularmente convulso y a un Estados Unidos diferente, no sabemos aún en qué medida. Irak, Irán, Oriente Medio, Cuba, el cambio climático, la pobreza, la energía, la crisis económica, el hastío de las clases medias, las reformas sanitarias, la inmigración, la renegociación de tratados comerciales, la diplomacia, la fuerza militar –como inmenso poder de facto–, el terrorismo internacional y más. Tendrá que transformar su mensaje de esperanza (We can change, decía al inicio de su campaña) en otro de confianza, explicando cómo enfrentará esos retos en el mundo multipolar del siglo XXI.