■ El científico debe producir algo que se pueda comercializar, afirmó Miguel José Yacamán
“Debemos innovar para que la nanociencia tenga impacto social”
■ Si seguimos con la idea de la ciencia sin aplicaciones, nos quedaremos atrás, advirtió el investigador de la Universidad de San Antonio en un taller realizado por el Cinvestav
■ Demandó mayor participación del gobierno para “dejar de vender mano de obra barata”
La innovación y la generación de conocimiento en nanotecnología es el futuro de la ciencia en el mundo, debido a que tendrá un impacto importante en la economía mundial, aseguró Miguel José Yacamán, investigador mexicano de la Universidad de San Antonio, Texas.
En entrevista, en el contexto del tercer Taller sobre Nanoestructuras, realizado en el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional, el científico, ex director del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), indicó que en años siguientes esta ciencia se usará para el desarrollo de diversas disciplinas, principalmente la medicina y la electrónica.
“Habrá un desarrollo tecnológico muy fuerte en los próximos años en cuanto a nanoestructuras, sobre todo en la medicina y la electrónica. En cuanto al cáncer habrá avances; también en la creación de desinfectantes y antibióticos, así como en la realización de mapas del cuerpo, que servirán para diagnóstico”, señaló.
Yacamán, doctor en física por la UNAM y dos veces postulado para rector (1989 y 1993), subrayó que es importante que México participe en la generación y producción de nanociencia y nanotecnología.
Refirió que en nuestro país existen buenos investigadores; sin embargo, “hace falta mayor vinculación hacia temas aplicados. El investigador debe producir algo que pueda llevar a la comercialización, eso es muy importante; en el mundo los científicos están dedicados a realizar productos que generen industrias, trabajos, y si en México no hacemos lo mismo y seguimos con la idea de una ciencia pura, sin aplicaciones, nos quedaremos atrás. La comunidad mexicana es muy buena, pero tiene que competir mediante la generación de innovaciones que impacten la economía del país”.
El también ex director del Instituto de Investigaciones Nucleares y uno de los pioneros en nanoestructuras subrayó que las pequeñas empresas son las que producen innovaciones y las venden a grandes compañías. “México puede competir, necesita desarrollar tecnologías que produzcan trabajos de alta clasificación, no podemos seguir vendiendo mano de obra barata.”
Para ello, demandó mayor participación del gobierno federal y estatal en el impulso de “temas específicos” de ciencia y tecnología y destacó la educación como elemento vital para el desarrollo del país. Las autoridades “deben sentar las líneas y direcciones, que deben ser muy específicas, porque sólo se pueden apoyar ciertas líneas de investigación; la ciencia sin aplicación debe tener una línea más pequeña”.
Exhortó a las instituciones de educación superior y a centros de investigación a adecuar sus programas para que sus proyectos de nanotecnología y otras áreas de investigación tengan impacto social. “Si me encuentro a un señor en la calle, y es él quien paga mi sueldo, debo preguntarle si está de acuerdo con lo que hago; el deseo es que al ciudadano le interese mi labor y me felicite por lo que realizo. Sólo así la ciencia crecerá; si no tiene impacto en la sociedad, no lo hará.”
Durante el taller se informó que la nanotecnología es la disciplina sobre la que más artículos se publican actualmente en el mundo, con alrededor de 28 mil textos al año; genera casi mil patentes, y 599 compañías ya producen esa tecnología.
Inversión mundial y aplicaciones
Su importancia es tal que los países de la Unión Europea invierten en conjunto alrededor de mil 50 millones de dólares, mientras Estados Unidos destina un poco más, según cifras de 2005. Los países que invierten más en nanociencia dirigen las investigaciones a disciplinas como la electrónica, la industria material, la biotecnología y la educación.
El jefe del departamento de física del Cinvestav, Issac Hernández Calderón, explicó que las nanoestructuras son objetos medidos en nanómetros, es decir, una milésima de micra.
El científico indicó que las nanoestructuras se pueden aplicar en medicina, electrónica, telecomunicaciones, tecnología, ingeniería, en la construcción de celdas solares y hasta para la prevención y combate del cáncer.
“Si logramos que las nanoestructuras se puedan ingerir fungirán como marcadores, debido a que, expuestas a rayos ultravioleta, emiten luz, con lo que podríamos identificar zonas enfermas, tejidos dañados y células cancerosas.”
Hernández Calderón informó que el Cinvestav trabaja con esta tecnología desde hace 20 años.