■ Aumenta la mortalidad infantil por la radiación de ese armamento, afirman médicos
Bebés con deformidades y males congénitos en Irak, por las “armas especiales” de EU
■ El Pentágono, ante las evidencias, admitió en noviembre de 2005 que había usado fósforo blanco
Ampliar la imagen Vehículos blindados estadunidenses patrullan un barrio de Mosul en busca de explosivos, armas y militantes de la resistencia contra la ocupación extranjera, mientras niños iraquíes posan para la cámara Foto: Reuters
Fallujah, 13 de junio. Numerosos bebés nacidos en esta ciudad del centro de Irak, bombardeada con armas químicas y radiactivas en 2004 por Estados Unidos, sufren enfermedades congénitas y deformidades a una escala nunca antes vista, aseguran médicos y residentes. Estos casos, así como la gran mortalidad infantil, aumentaron luego del uso de “armas especiales” –como las denominaron las fuerzas de ocupación– en dos bombardeos masivos ese año.
Luego de negarlo, el Departamento de Defensa de Estados Unidos admitió en noviembre de 2005 que se había usado fósforo blanco, una sustancia incendiaria. También se utilizaron en el bombardeo municiones reforzadas con uranio empobrecido. El Pentágono reconoció que desde la invasión en 2001 las fuerzas estadunidenses arrojaron en Irak mil 200 toneladas de ese residuo nuclear de baja radiactividad.
Médicos consideran que el uranio empobrecido es la causa del gran aumento de la incidencia del cáncer en la población iraquí, así como entre veteranos estadunidenses que participaron en la Guerra del Golfo (1991) y en la actual ocupación.
“Vimos todos los colores del arco iris saliendo de los proyectiles y misiles estadunidenses que explotaban”, recordó, en declaraciones a Ips, Ali Sarhan, un profesor de 50 años que presenció los dos bombardeos de 2004. “Vi cuerpos reduciéndose a huesos y carbón luego de quedar expuestos a lo que después supimos era fósforo. Lo más preocupante es que muchas de nuestras mujeres perdieron sus bebés y que algunos nacieron con deformaciones.”
“Tuve dos hijos con daño cerebral de nacimiento”, dijo a Ips Hayfa Shukur, de 28 años. “Mi esposo está detenido por los estadunidenses desde noviembre de 2004 y debí llevar a los niños sola por hospitales y clínicas privadas. Murieron. Gasté todos mis ahorros y pedí mucho dinero prestado.”
Los médicos le dijeron a Shukur que las armas químicas causaron el daño cerebral de sus hijos y sus muertes. “Pero nadie tuvo el valor de darme un informe por escrito”, se lamentó.
“Muchos bebés nacieron con grandes malformaciones congénitas”, dijo a Ips un pediatra que solicitó el anonimato. “Hay muchos con defectos cardiacos, paladar hendido o labio leporino, síndrome de Down y defectos en los miembros. Hubo muchos problemas de salud originados por la contaminación tóxica en Fallujah luego de la masacre de 2004”.
El Hospital General de Fallujah no está dispuesto a aportar estadísticas sobre deformaciones de bebés, pero otro médico, también anónimo, sostuvo que hubo muchos casos. “La exposición materna a toxinas y a material radiactivo puede derivar en abortos, nacimientos prematuros y deformaciones congénitas. El gobierno no hizo nada para contener el daño ni ayudó al hospital”, afirmó.
“Necesitamos esfuerzos internacionales intensivos, pues se requiere para la atención de los niños, además de equipos de tecnología avanzada que de otro modo no tendremos en los próximos cien años”, dijo el médico.
El Comité Internacional de la Cruz Roja advirtió en marzo pasado que faltaban suministros médicos en los hospitales de Bagdad y Basora. Por su parte, el ministro de Salud iraquí, Salih Hassnawi, advirtió en febrero anterior que el sector está bajo “gran presión”: médicos asesinados, éxodo de profesionales, mala infraestructura y escasez de medicamentos.