Balance de la Jornada
■ Decepcionante triunfo sobre un equipo amateur
■ Eriksson, a cambiar el futbol y la mentalidad
Ampliar la imagen La actuación del tricolor Andrés Guardado ante Belice fue de lo poco rescatable Foto: Ap
El sueco Sven-Goran Eriksson aún debe estarse preguntando cómo es posible que en el mundo futbolero un equipo con el poderío económico de México, que lo convenció con un jugoso contrato, enfrente a una escuadra integrada por desempleados, obreros, comerciantes, estudiantes, un electricista... y apenas gane 2-0.
Fue un duelo entre un equipo profesional y uno amateur. Y los tricolores podrán argumentar que las distancias se han acortado y que ya no hay equipo pequeño, pero su rendimiento ayer en Houston fue mísero, decepcionante, deprimente y hasta se podría pensar que la culpa total no era de Hugo Sánchez.
Parece un problema de fondo del balompié nacional. Unos jugadores demasiado bien pagados, en un torneo que premia la irregularidad y que genera conformismo da como resultado un representativo nacional que, en síntesis, causa honda preocupación.
Pero Eriksson debe comprender, más temprano que tarde, que así es el futbol en el que se metió.
Y entenderá también que, a pesar de todo, el boleto a Sudáfrica 2010 está casi asegurado –con tantos lugares designados para esta zona tercermundista y el nivel de los equipos participantes–, y que su problema principal será precisamente armar un cuadro competitivo para el Mundial.
Con lo que se observa en la presente Eurocopa y lo que Eriksson empieza a ver de la zona Concacaf, su trabajo será integrar un Tri que pueda pelear ante los grandes y no se quede en el papelón que hizo ante Argentina.
Se ha dicho que esta selección mexicana podría ser la mejor de la historia. Así debe ser, tomando en cuenta los elementos que andan en Europa. Basta decir que en la Liga Premier, que el sueco tanto conoce, estarán tres nacionales la próxima temporada.
Nery Castillo, Giovani dos Santos y Carlos Vela sin duda serán el aporte ofensivo para un tricolor cuya principal carencia casi siempre ha sido ante la portería rival.
Sin embargo, en el aspecto defensivo Eriksson también tiene elementos de dónde echar mano. El liderazgo está asegurado con Rafael Márquez, quien será bien acompañado por otros elementos que militan en tierras del viejo continente: Carlos Salcido, Héctor Moreno, Ricardo Osorio, Aarón Galindo y hasta el grandulón Francisco Rodríguez.
A Eriksson se le criticó su desconocimiento del medio nacional, pero La Volpe tiene años aquí y para la anterior Copa del Mundo despreció a los dos elementos más talentosos del medio, Adolfo Bautista y Cuauhtémoc Blanco.
Sin los prejuicios que tenía el argentino, Sven parece que tomará en cuenta al veterano Temo. Por lo menos ya lo fue a observar en un duelo de la MLS y –ante la carencia total de ideas mostrada en el duelo contra Belice–, no sería raro que el sueco llamara al polémico jugador.
Jesús Ramírez debe estar feliz de que ya sólo le quede un partido al frente del Tri, el próximo sábado en Monterrey. Y a Eriksson le espera una dura tarea de cambiar no sólo el futbol de la selección, sino también la mentalidad. Por lo menos su visión será muy distinta de la mostrada por los técnicos previos y eso podría despertar a jugadores que andan dormidos.
Lo bueno para los tricolores trasnochados es que no hay nada que festejar por esta victoria y se salvarán de ser arrestados como le sucedió a Oswaldo Sánchez luego del triunfo sobre Perú.
Mientras, los equipos se arman y se desarman rumbo al torneo. Pumas dejó ir más de 50 por ciento de su cuota goleadora con las ventas de Esteban Solari e Ignacio Scocco a cambio de 5.5 millones de dólares. Y ahora está Juan Carlos Cacho con la difícil tarea de llenar esos botines.
Cruz Azul y América hicieron oficial el nombramiento de sus técnicos Benjamín Galindo y Ramón Díaz, quien llega con su carga de nepotismo. Los Cementeros permitieron la salida de Óscar Pérez, uno de sus emblemas, y las Águilas le dieron con la puerta en la nariz a Juan Antonio Luna, quien sin duda merecía una oportunidad en el banquillo luego de levantar a un muerto.