TOROS
■ La Muralla, enésimo encierro en la México a la que le faltan novilleros con más entrega
Por su disposición e imaginación, Rogelio Sánchez, de Apizaco, dio la única vuelta
Ampliar la imagen José Tomás, ayer en Las Ventas Foto: Reuters
En la quinta novillada de la temporada 2008 en la monumental Plaza México, bajo un cielo gris que amenazaba con desfondarse, coincidiendo con otro partido internacional de la afanosa selección mexicana y, para acabarla, con el Día del Padre, se jugó un encierro disparejo de presentación pero cuyo comportamiento, como el de los hierros antecesores, merecía mejor suerte, de La Muralla, propiedad de Enrique Fernández Pérez, vecino de San Juan del Río, Querétaro. (A propósito de la feria de San Juan del Río y de otros tópicos, no se pierda, al final de esta apurada crónica, la nueva minisección “Derrotes”).
La realidad es que la situación económica del país afecta espectáculos tan caprichosos como el de los toros, por lo que es difícil pretender que las empresas taurinas, en contraste con el resto, echen la casa por la ventana y armen carteles con alternantes y ganado de primera, como si los costos no tuvieran constantes incrementos.
Salvo excepciones, los espectáculos en vivo van a la baja, y en el de toros, como no surja un novillero que agarre por la garganta a los espectadores y estos corran la voz y dupliquen las entradas cada vez que aquel sea anunciado, el círculo no dejará de ser vicioso.
Se trató de un encierro cómodo de presencia, discreto de cuerna y sin exceso de kilos que no se comió a nadie y que mereció, sobre todo por su comportamiento en el último tercio, que por lo menos tres de los novillos fuesen desorejados. En descargo de los jóvenes, si el resto de las empresas en el país no dan color a la hora de ofrecer novilladas y repetir a los triunfadores de cada región, ¿cómo pueden los muchachos llegar con sitio a la Plaza México? ¿Es esta la responsable de que no surjan valores?
Tenía gran interés por volver a ver al tlaxcalteca Rogelio Sánchez, quien hace tiempo me “dictó” una soberbia actuación en La Florecita y al que no volví a ver de luces.
Con su primero, Boca Seca, rescató estampas de toreo antiguo con dos largas cambiadas y tras magníficos pares, dejándose ver y midiendo muy bien los terrenos, el tercero templando mucho a cuerpo limpio. Estructuró una buena faena con la diestra, fue cogido sin consecuencias, hilvanó lucida serie de pases de pecho rematados con el molinete invertido, dejó media estocada delanterilla, dio merecida vuelta y se ganó su inclusión en próximo festejo. Si Rogelio Sánchez no pincha a su segundo, Buen Amigo, le corta la oreja luego de haber toreado muy bien a la verónica y ejecutado una meritoria faena por ambos lados a uno con media embestida. Ah, si toreara más seguido.
Paco Vivanco exhibió falta de sitio y de campo, sobre todo con su segundo, Rociero, en el que escuchó el infamante grito de ¡toro! Y el joven lagunero Aarón Hinojosa anduvo dispuesto en los tres tercios toda la tarde, destacando un lucido quite por saltilleras, un emocionante par al violín y un cuarteo preciso, sin embargo dejó ir a Orgulloso, que cerró plaza y el más hecho.
Derrotes:
Increíble que la empresa de la feria de San Juan del Río haya sacado del cartel en que ya estaba anunciado al prometedor espada José Mauricio por órdenes del todopoderoso apoderado José Manuel Espinosa, cuyo poderdante Zotoluco lleva cada vez menos gente a las plazas. Por su viajera parte, ¿se habrá permitido el presidente Felipe Calderón algún comentario taurino en su reciente gira por España o todo se le fue en promociones petroleras? A saber.