■ La cantante francesa dejó satisfechos a sus seguidores capitalinos
Alizée se movió entre lo lúdico y lo sensual en el Auditorio
■ Un payaso como maestro de ceremonias y pelotas rebotando por el lugar, caracterizaron la presentación de la cantante pop
Ampliar la imagen Alizée visita México dentro de la gira de promoción del disco Phsychédélices
En el mundo artístico de la cantante francesa Alizée el tiempo corre veloz; ya no es la adolescente que alimenta los sueños de jóvenes de todo el mundo. Su reto es mantener la atención de sus fieles seguidores y sumar otros.
Alizée entró al mundo de la música por el reality show Graines de Star, en 1999. En 2001 lanzó su primer álbun Gourmandises (Golosinas) con lo que se convirtió en la adoración de gran parte de los adolescentes europeos y asiáticos, continentes donde se colocó en el disco número uno de las listas de popularidad; de este material se desprendió uno de sus más sonados éxitos Moi... Lolita, con lo que sumó fanáticos adultos, pues en sus espectáculos en vivo interpretaba a una Lolita vestida de colegiala perversa. El éxito en México y gran parte de continente lo logró mediante Internet, donde millones de navegantes bajaban su música y videos. En 2003 lanzó su segundo álbum Mes courants électriques, que en varios países alcanzó el número uno, y realizó una gira de 43 fechas por Europa.
La cantante hizo una pausa en su carrera cuando se casó con Jérémy Chatelain, con quien tuvo una hija. A finales de 2007 Alizée retomó su carrera con Psychédélices, con el que ha inició gira por Italia, España, Inglaterra, Polonia, Holanda, Rusia y México.
Fanáticos incondicionales
La noche del pasado martes, en el primero de dos conciertos en el Auditorio Nacional, la cantante que sueña con ser como Madonna (cantó una versión de Isla bonita, por ejemplo) mostró lo lejano que está de esa meta.
La reina del pop se mueve, baila en el escenario, a veces como en los antros, donde se marca la vanguardia y se refleja lo que es espontáneo en la calle, y en otras ocasiones con lo que aprendió del método Graham.
Alizée movía las piernas de manera monótona, tediosa. La sensualidad plasmada en algunas fotos que la han hecho famosa, donde se mezclan candidez y sensualidad, erotismo con prendas negras, contrasta con la escenografía, con la producción del concierto, donde lo que predominó fue un mundo de payasos, sicodelia a lo francés.
Desde el principio, los jovencitos se mostraron incondicionales. Era la noche de la muchachada, de quienes ya fueron educados en el grito. Aplausos para Mademoiselle Juliette, Mes courants electriques y Moi.. Lolita, entre otras.
La propuesta visual fue una variante de la versión de Alicia en el país de las maravillas, según Disney. Un payaso-maestro de ceremonias pedía a la concurrencia dejarse llevar al mundo de Alizée, donde no hay hombres ni mujeres, “sólo una manera de amar juntos”. Para dormir con los ojos abiertos.
Unas pelotas grandes rebotaron por las primeras filas, mientras los de arriba contemplaban ese espectáculo.
Cuando era Mademoiselle Juliette se sentaba, cruzaba las piernas y levantaba suspiros. Se colocó al borde del escenario y pidió a un fan que se sentara a un lado de ella. Le cantó, lo miró. El público aplaudió la escena. El joven se mostró nervioso y ni se le acercó.
A lo largo de su actuación se sentó varias veces en un columpio; se chupó un dedo.
Cantó Los sonidos del silencio, de Simon y Garfunkel, la cual, dijo, es su canción favorita.
“¿Cómo te sientes? ¿Cómo decir hasta luego sin decir adiós?”, preguntó el payaso.
Regresó Alizée a su mundo, donde no existen la política ni los problemas sociales. “Sólo he venido a hablar de mi disco”, comentó en su anterior visita a México.