¿Carmina Burana en el Eje Central?
Algo está pasando en las instituciones de cultura que tanta inconformidad existe. El Instituto Nacional de Antropología e Historia tiene varios pendientes con sus trabajadores y al parecer, si nos atenemos a los reportes periodísticos, el diálogo, que no el desplante autoritario, es el gran ausente.
Hace algunos meses renunció el director de Publicaciones, Jorge Herrasti, por no estar de acuerdo con la forma en que se tomaban decisiones en el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA); renunciaron dos secretarios técnicos que en la estructura de esa institución representan una plataforma de primer nivel; renunció el director de la megabiblioteca y antenoche, para sorpresa de todos, presenciamos un acto inusitado en otra área del mundo cultural que documenta, de otra manera, esa ausencia de diálogo que al parecer ya forma parte del estilo de dirigir en nuestras instituciones culturales: la Compañía Nacional de Danza (CND) irrumpió en el escenario de Bellas Artes mientras se interpretaba la ópera Carmina Burana para hacerse escuchar.
Apoyados por otros grupos artísticos de Bellas Artes los bailarines hicieron pública su solicitud para mejorar sus condiciones laborales, un trato civilizado y la destitución de Dariusz Blajer, director de la CND por incumplimientos contractuales y condiciones de trabajo “infrahumanas”.
No sé qué signifique eso de condiciones infrahumanas pero sé, desde hace tiempo, que nuestros bailarines que se han preparado mucho más que la mayoría de los trabajadores de la construcción ganan menos que un albañil.
Aunque una parte del público abandonó el recinto, la mitad de los asistentes se solidarizaron con los bailarines y coincidieron con ellos al considerar que el nombramiento de Sergio Vela al frente del CNCA ha sido el gran error cometido por el presidente Felipe Calderón en materia de cultura.
En estos días de falta de trabajo y crisis alimentaria me llama la atención que un grupo de bailarines se arriesguen a perder su chamba por una protesta tan inusual en la historia de nuestra cultura. Si algún funcionario tuvo la peregrina idea de que el hambre los obligaría a aferrarse al trabajo debe estar metido en serios problemas. ¿La inoperancia de los funcionarios de cultura será tal que Carmina Burana termine presentándose en el Zócalo o a mitad del Eje Central?
Hace unos días el presidente Felipe Calderón exhortó a sus colaboradores, golpeteando el atril, para que se pusieran a chambear y para que se pusieran en los zapatos de los ciudadanos. ¿El exhorto excluyó a los funcionarios de cultura? Si los funcionarios no funcionan no son funcionarios. Cualquier decisión autoritaria, cualquier error en el que se insista está, por suerte, a merced de la caprichosa Fortuna según el pasaje inicial de Carmina Burana: la Fortuna “velut luna, statu variabilis”. No todo es para siempre.