Usted está aquí: sábado 21 de junio de 2008 Espectáculos El cine mexicano ocupa un lugar mínimo en las 4 mil salas del país

■ Ocho cintas de Hollywood abarcan 90% de las pantallas, afirmó la directora del Imcine

El cine mexicano ocupa un lugar mínimo en las 4 mil salas del país

■ Ni los reconocimientos ni las ovaciones en festivales extranjeros se traducen en espacios para el grueso de los filmes nacionales

■ Es fundamental que la televisión entre al juego, no sólo en el financiamiento, sino en la difusión, aseguró Marina Stavenhagen

Reuters

Ampliar la imagen Mientras un puñado de directores mexicanos juega en las grandes ligas del cine mundial, la industria local batalla por espacios para sus filmes. En la imagen, Guillermo del Toro, quien dirigió la segunda parte de Hellboy Mientras un puñado de directores mexicanos juega en las grandes ligas del cine mundial, la industria local batalla por espacios para sus filmes. En la imagen, Guillermo del Toro, quien dirigió la segunda parte de Hellboy Foto: Universal Pictures

Mientras un puñado de directores mexicanos juega en las grandes ligas del cine mundial, la industria local batalla por espacios para sus filmes que son opacados por las grandes producciones de Hollywood y sus poderosos superhéroes.

Por un lado están figuras como Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro, quien a finales de abril fue seleccionado para llevar a las pantallas dos películas basadas en el libro El Hobbit, de J.R.R. Tolkien, precuela de la saga de El Señor de los Anillos.

En su aplaudida Babel, González Iñárritu trabajó con estrellas como Brad Pitt y Cate Blanchett, mientras Cuarón, quien se encargó de la tercera entrega de la saga del pequeño hechicero Harry Potter, dirigió a Clive Owen en la sombría Children of Men.

Otro caso es el de Carlos Reygadas, quien echa mano de personas comunes como actores y realiza trabajos que ahondan en la condición humana, como en Luz silenciosa, la cual ganó el premio del jurado en el Festival de Cannes en 2007.

Sin embargo, ni los reconocimientos ni las ovaciones en los festivales se traducen en espacios para el grueso de las películas mexicanas en las salas locales.

“La producción hollywoodense se lleva la parte del león”, dijo Marina Stavenhagen, directora general del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine). “Prácticamente ocho títulos acaparan 80 o 90 por ciento de las salas de este país”, explicó.

Tiene razón, sólo basta hojear la cartelera en los diarios para confirmar que el cine mexicano ocupa un espacio minúsculo en las casi 4 mil salas que existen en el país, que son cerca del doble de las que hay en Brasil.

Esta semana, de las tres decenas de películas que ofrece la cartelera del circuito comercial en la ciudad de México, sólo Déficit, debut como director de Gael García Bernal, es mexicana.

Hombres de acero, aventureros y pandas

La lucha es dura y los rivales poderosos, más en esta época del año, en la que Hollywood estrena sus grandes producciones del verano boreal.

“Empezamos con Iron Man, Narnia, Indiana Jones, Meteoro, y vienen Hulk, Batman y Kung-Fu Panda”, dijo la titular del Imcine, estructura mediante la cual el gobierno apoya la producción fílmica.

El Estado, por medio de fideicomisos y estímulos fiscales, respaldó con unos 60 millones de dólares la producción de películas en 2007, y contribuyó en poco más de la mitad de las 70 hechas en México ese año.

La producción de cine en el país se desplomó con la crisis económica de mediados de la década de 1990; se realizaron solamente nueve películas en 1997.

Lentamente, la situación se ha ido normalizando, y para 2008 el Imcine espera que se produzcan unas 75 películas, cantidad que se tuvo hace 28 años.

“Estamos cosechando los frutos, en términos de producción básicamente, de muchos años de fomento y consolidación de políticas públicas”, dijo Stavenhagen, y explicó que ahora uno de los desafíos primordiales es encontrar foros.

“Si no tenemos una salida y un mercado más o menos regulado no hay manera. ¿Qué vamos a hacer con tanta película?”

Durante el año pasado se estrenaron 43 filmes mexicanos en el circuito comercial, sin embargo, la mayoría permaneció poco tiempo en cartelera, por factores que van desde el elevado precio del boleto, la falta de campañas publicitarias o la piratería.

“Muchas veces se estrena la película (mexicana) y a la semana siguiente la buscas y ya no está o sólo la proyectan en algún cine en el rincón más lejano de la ciudad, así que terminas viendo lo que está a la mano”, dijo Paola Saavedra, estudiante de 23 años, antes de entrar a ver Sex and the City.

Pero hay casos de éxito comercial como Kilómetro 31, del director Rigoberto Castañeda, que estableció un récord de recaudación para una película mexicana de terror con 118 millones de pesos (11.4 millones de dólares) y tuvo una asistencia de 3.2 millones de personas.

Las otras dos películas locales que lograron llevar a las salas a más de un millón de asistentes en 2007 fueron Niñas mal y La leyenda de la nahuala, según cifras de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (Canacine).

El búfalo de la noche, debut como director de Guillermo Arriaga, guionista de Amores perros, 21 gramos y Babel, sólo tuvo una asistencia de 400 mil personas.

Con un poco de ayuda de la televisión

Pero la mayoría de las veces, sobre todo en producciones experimentales o con temáticas y estéticas más arriesgadas, las personas que apuestan por hacer películas son las últimas en ver beneficios económicos.

“La mayor parte del ingreso se queda en manos del exhibidor y luego en el distribuidor, y hasta el final de la fila entra el productor”, dijo Stavenhagen, quien escribió el guión para De la calle, película que le dio el premio de mejor nuevo director a Gerardo Tort en el Festival de San Sebastián en 2001.

“Es fundamental que la televisión entre al juego. En todas las cinematografías importantes del mundo, como en Francia, España, Alemania, Brasil o Argentina la televisión juega un papel fundamental, no sólo en el financiamiento a la producción, sino a la promoción y la difusión”, agregó.

Un boleto de cine en México cuesta cerca de 5 dólares, que equivalen al salario mínimo del país de casi 106 millones de personas, de las cuales cerca de la mitad son pobres y tienen en la televisión su principal fuente de entretenimiento.

Televisa, la mayor cadena de televisión en México, frecuentemente transmite clásicos de la llamada Época de Oro del cine mexicano (1936-1957). Pero no cuenta con espacios para la difusión del cine nacional contemporáneo.

“Son películas que conmueven a mi abuela y a mis tías, lo cual no está mal, pero se debería mostrar también lo que se hace hoy”, dijo Mario Escobedo, estudiante de preparatoria de 17 años.

 
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