■ No todo es abolido por la televisión
Leñero y Monsiváis, en la avalancha de lectores
Junto a los jóvenes que hacen fila para pagar las gangas adquiridas en la segunda venta de bodega de libros de remate, esperan su turno escritores como Vicente Leñero y Carlos Monsiváis. El público los reconoce, se les acerca para felicitarlos, acaso para pedirles un autógrafo, apenas unos momentos para seguir husmeando entre las mesas de libros y ganarle a alguien más, no una rebaja, sino un tesoro, una querencia o un capricho. Todos van para evitar que un libro sea destruido.
Fantástico, salvar libros
En opinión de Monsiváis –quien va “armado” con una amplia mochila para guardar sus compras– “salvar libros es fantástico, y no es superlativo el término porque reúne al mismo tiempo la necesidad de no continuar estrangulando las bodegas y la posibilidad de que los lectores adquieran libros a bajo precio. Si bien la calidad varía, hay un porcentaje alto de libros interesantes.
“También me entusiasma que se demuestra que no todo ha quedado abolido por el imperio de la televisión, y que si hay oportunidades, brotan lectores. No digo que los lectores necesiten de la oportunidad para existir, pero cuando se dan acontecimientos como éste, los lectores llegan por un impulso necesario y magnífico, se evita la desaparición de libros que esta vez van a llegar a las personas indicadas. Los libros buscan a los lectores”.