Facetas de un hombre renacentista
La poesía es una parte de la amplia y fecunda obra de Alí Chumacero, obra que se prolonga hasta la fecha en varias facetas fundamentales para la cultura contemporánea de México. Podríamos fechar los inicios de algunas de esas facetas. Por ejemplo, decir que desde 1936 se inició en su labor literaria, como lo demuestran sus reseñas publicadas ese año sobre la literatura rusa y sobre Amado Nervo en las revistas Estudiantina y Nueva Galicia, de Guadalajara. Otra fecha, también, que lo convertiría en un elemento notable en las importantes revistas de la cultura nacional, podríamos situarla en 1939, cuando en colaboración con Jorge González Durán, José Luis Martínez y Leopoldo Zea comenzó a preparar una nueva revista literaria que apareció en enero de 1940, Tierra Nueva. La Universidad Nacional de México fue, pues, el medio en que Alí Chumacero inició su vocación fundamental de manera sistemática y profesional: por el coordinador de Humanidades, Mario de la Cueva, fue redactor de la revista Tierra Nueva; por el apoyo de Alfonso Noriega, secretario general de la universidad, publicó su primer libro de poemas: Páramo de sueños.
Pero independientemente de la significación histórica de la revista Tierra Nueva, Alí Chumacero siguió colaborando como redactor en otras publicaciones periódicas importantes. Después de 1942, año en que desapareció Tierra Nueva, fue redactor de 1943 a 1946, de El Hijo Pródigo, y en el mismo tiempo de Letras de México. A partir de su colaboración con Octavio G. Barreda en El Hijo Pródigo, revista fundamental donde concurrieron los escritores de las revistas de Contemporáneos, Taller, Tierra Nueva y autores españoles exiliados tras la caída de la República, Alí Chumacero se integra en el corazón editorial crítico y lírico que dará el perfil definitivo a la cultura mexicana del siglo XX. Después, durante varios lustros, colaboró aún como redactor, al lado de Fernando Benítez en México en la Cultura de Novedades, que inició en el país la tradición de los suplementos culturales de periódicos, y luego en La Cultura en México de Siempre! Por decisión personal, Alí terminó su importante y valiosísima labor de redactor de revistas culturales en 1973, cuando declinó la invitación para participar en la redacción de la revista Plural, que en ese tiempo creó Excélsior con el poeta Octavio Paz. Tal labor, pues, fue una de las más notables, pródigas y generosas actividades del poeta Alí Chumacero: impulsor, a través de las principales revistas literarias y culturales de México, de los escritos que sobre filosofía, historia, política, literatura y poesía conformaron el perfil de la cultura contemporánea de México.
Otra parte de su obra se origina desde el primer momento en que Tierra Nueva se prepara a salir a la luz: me refiero a su faceta editorial y tipográfica. Alí Chumacero, como hombre renacentista, es el maestro de una importante generación de escritores e intelectuales dedicados a la producción editorial de manera profesional, maestro que sostiene el perfil tipográfico de importantes editoriales de México. Directamente, contribuye a la solidez formal de la producción del Fondo de Cultura Económica, de otras ediciones publicadas incidentalmente, como la célebre colección Sepsetentas, y de manera indirecta, su labor de maestro se extiende hasta las diferentes editoriales universitarias que han tenido desde sus orígenes como jefes editoriales a discípulos de Alí Chumacero. Esta faceta, pues, debe reconocerse como otra de sus acciones fundamentales en la vida cultural del México contemporáneo.
Texto leído por el escritor y colaborador de La Jornada en la ceremonia del Homenaje Nacional a Alí Chumacero, 90 años, efectuado la noche del pasado lunes en el Palacio de Bellas Artes