■ Malabares retóricos del subsecretario Meade para tratar de lavar el rostro a la exacción
Hacienda rechaza el papel de villana y niega ser culpable de la sangría de Pemex
■ ¿Carstens aceptaría menos dinero si es en beneficio de la empresa?, pregunta Mario di Costanzo
Ampliar la imagen Francisco Labastida y Graco Ramírez durante el debate de ayer en el recinto de Xicoténcatl Foto: José Carlo González
¿Es la hacienda pública la villana de la película? ¿El presupuesto público es un tragón compulsivo que deja sin alimento a las subsidiarias petroleras? Pues depende de quién haga los números.
Por ejemplo, José Antonio Meade, subsecretario de Ingresos de la Secretaría de Hacienda, viene a decir que luego de las reformas hacendarias de los últimos años, esta dependencia no es la villana, sino apenas una actriz de reparto. Es más, se parece a sus pares de todo el mundo, pues las cifras millonarias que Petróleos Mexicanos transfiere a la oficina de Agustín Carstens están en el promedio de lo que se llevan despachos similares en las naciones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
“Lo anterior pone de manifiesto que el régimen especial que grava la exploración y extracción de crudo no es causa de las bajas utilidades o incluso pérdidas que ha presentado Pemex a nivel consolidado”, dice.
Otros ponentes partidarios de la iniciativa añaden lo tantas veces repetido en los pasados 12 foros: el problema es la falta de eficiencia, de eficacia de Pemex, su atraso tecnológico, su exceso de personal y un largo etcétera.
Una de las piezas del “verdadero” problema de Pemex es, sin duda, la relación con su sindicato. Las relaciones laborales han estado presentes en la voz de muchos ponentes, pero es curioso cómo la mayoría de los partidarios de la iniciativa, incluidos los funcionarios federales, soslayan el asunto. Quizá porque la negociación contractual en Pemex ya comenzó y se debe concluir en agosto. Es decir, quizá los funcionarios de la paraestatal estén más ocupados en negociar con Carlos Romero Deschamps las prebendas de la temporada –a la alza los bonos de un sindicato que no ha dicho ni pío– que en sacar adelante la reforma que salvará a la petrolera.
Otra muy ocupada en sus propias urgencias es la secretaria de Energía, Georgina Kessel, quien lanza el dardo del día cuando declara que las iniciativas se dictaminarán a partir del 22 de julio, apenas concluyan los foros del Senado. “Como siempre, está fuera de la realidad”, replica Javier González Garza, coordinador de los diputados perredistas. Y el PRI asegura que no habrá periodo extraordinario a la medida de las iniciativas.
Y mientras, el debate sigue, cada vez con menos interés de los legisladores, cuya asistencia disminuye conforme se suman las sesiones.
La tele y las petroleras
El sindicato petrolero no aparece por ningún lado. “La principal problemática de Pemex no es falta de recursos, sino la eficiencia operativa y la capacidad de ejecución de grandes proyectos”, plantea Juan José Suárez Copel, ex director de finanzas de Televisa y también de finanzas de Pemex.
¿Cómo se perdió la “eficiencia operativa”? ¿Pemex nunca tuvo capacidad para realizar grandes proyectos?
Los opositores sostienen que “deliberadamente” se dejó de invertir en investigación, en desarrollo tecnológico, y ponen el ejemplo mayor de que hace 25 años México no construye una refinería.
¿Y Hacienda?
“Además de ese poderoso instrumento que es la Ley Federal de Presupuesto, la Secretaría de Hacienda posee una enorme ventaja comparativa en términos de información económica y financiera, control administrativo y peso político”, afirma Fluvio Ruiz, asesor del PRD.
Y esto viene a cuento porque quizá Meade tiene razón y estamos en uno de los mejores momentos de la relación entre Pemex y la voraz hacienda pública.
¿Pero no decide Hacienda los dineros que se asignan, por ejemplo, a la investigación en materia petrolera?
El dato lo cita Ruiz: el año pasado, el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) recibió algo más de 40 millones de dólares.
Los opositores han insistido hasta el cansancio en el tema de la pobreza, del abandono en que los últimos gobiernos tienen al IMP. Se han cansado de machacar el asunto casi tanto como los calderonistas han presumido el modelo de la petrolera de Brasil, Petrobras, quizá para desarmar a los adversos con la especie de que Luiz Inacio Lula sí es progresista, aunque sea de izquierda, y que no tiene empacho en asociarse con privados.
Bueno, Ruiz da el dato complementario: en 2007 Petrobras firmó convenios con universidades brasileñas por alrededor de mil millones de dólares. Concluye sobre el punto que hay una “ausencia de preocupación alguna por la investigación y el desarrollo tecnológico”.
Él ve, en contrapunto, una apuesta “pudorosamente” oculta por abrir la puerta a variadas fórmulas de participación privada, incluso en exploración y producción.
Tal apuesta olvida, subraya, que “las petroleras (trasnacionales) son expertas en el reparto injusto de la renta y evasión de impuestos, aprovechándose de la debilidad institucional y de funcionarios corruptos”.
Y suelta una pregunta que causa escozor en los próceres, por una ley atorada en el esófago parlamentario: “¿Qué garantiza que el Estado mexicano sí podría regularlas, si hoy no puede con los oligopolios ya instalados en otros sectores, como el televisivo, para no ir más lejos?”
Viva el acuerdo (con todo y metáforas)
El subsecretario Meade se congratula de hallar acuerdos. Todos, en su perspectiva, coinciden en que Pemex debe contar con “mecanismos ágiles y modernos para su operación, un nuevo marco de gestión, fortalecer su gobierno corporativo y hacer más claro el mandato de Pemex en materia de maximizar la renta petrolera”. Bueno, “cada uno con su metáfora”, aclara, pero encuentra que todos convienen en que “lo que estamos proponiendo es darle a Pemex los elementos que requiere para seguir adelante”.
Cita las metáforas: “pasar de una mala a una buena administración, desatarle las manos al gigante, sacar a la empresa del cuerpo del organismo”, y luego aclara, eso sí, que “la propuesta es para el régimen fiscal de Pemex solamente”, no para los privados que sean sus socios. No sea que se asusten antes de tiempo.
Réplica opositora
Curioso que hable de las metáforas del acuerdo, porque le toca hablar justo después de Mario di Costanzo, miembro del “gobierno legítimo” lopezobradorista, quien centra sus críticas en la pobre recaudación del gobierno, especialmente en las grandes empresas que pagan 74 pesos de impuestos. Igual se despacha con la propuesta de nueva ley orgánica y cuestiona que el secretario de Hacienda siga siendo parte del consejo de administración de Pemex: ¿a poco va a aceptar que le reduzcan el dinero si es en beneficio de la empresa?, pregunta.
En otro turno, Di Costanzo concluye que sólo hay tres opciones en torno a qué hacer con la renta petrolera: uno, seguirla despilfarrando; dos, “utilizarla para convertir a México en una potencia energética, y eso sólo se va a lograr si el Estado mantiene el absoluto control, y tres, entregar esta renta a los privados, como propone Felipe Calderón, para que ellos nos vengan a construir las refinerías, los ductos y las petroquímicas”.
No es un discurso muy parecido al pronunciado por Roberto Newell García, director del Instituto Mexicano para la Competitividad, quien además de anunciar su ONG no resulta muy competitivo en el debate, especialmente cuando informa al Congreso que “a nombre de todos los mexicanos, endosamos totalmente esta propuesta, la cual se nos hace sana, necesaria, moderna y totalmente alineada con los objetivos que todos queremos en favor de nuestros conciudadanos”.
Y conste que no pretende hacer metáforas.