Ciudad Perdida
■ El peligro de la presión política
■ Justicia, no linchamiento o venganza
Sí, la indignación por la muerte de nueve jóvenes en el antro News Divine tiene razón de ser, pero a ese grave error no pueden agregarse otros que combinen tragedia con injusticia. Y esto se empieza a configurar con el linchamiento mediático que se armó, en estos últimos días, en contra del gobierno de la ciudad.
Es muy extraño que ninguna de las terribles violaciones a los derechos humanos, y las muertes causadas por la negligencia o la represión, en el ámbito federal suscitara la ola de condenas que provocó el caso del antro.
Vale la crítica, vale la indignación porque los habitantes de esta ciudad estamos urgidos de una mejor policía, pero lo que no se vale es desahogar el odio y enjuiciar, desde esa estúpida perspectiva, a quienes merecen un juicio mucho más justo.
Los factores que incidieron en la tragedia del viernes por la tarde deben ser estudiados con mucho cuidado y de ninguna manera deberán estar sujetos a las presiones políticas, a las venganzas personales o al hipócrita lamento mediático que busca construir –destruyendo– la poca credibilidad que le ha dejado la deshonrosa complicidad con el poder impuesto.
Vamos por partes. Para empezar, todos tenemos que tener claro que el antro nunca debió abrir sus puertas. Hay quienes para poner un negocio lícito pasan años en espera de una licencia que les permita operar; sin embargo, el News Divine abría y cerraba con el poder implacable de la corrupción.
Si este mal no se toma en consideración como el elemento más importante, será inútil que éste o aquél terminen en la cárcel. Las tragedias se sucederán porque en cada uno de los 150 antros considerados como de extrema peligrosidad, hay una trampa en espera de caer sobre sus víctimas, con operativo policiaco o sin él.
Desde luego, para el procurador Rodolfo Félix este no es un problema que tenga que ver con lo sucedido el viernes pasado. Sus baterías apuntan hacia otros puntos, su interés va de la mano con la venganza y en su discurso crea el ambiente de linchamiento, pero dice no tener nada en contra del jefe de la policía capitalina.
Por ejemplo, Félix Cárdenas, quien acusa al ex jefe del operativo, Guillermo Zayas, de homicidio doloso, en otro asunto de esta ciudad explicó que para culpar a alguien de ese tipo de homicidio debe existir la voluntad del supuesto culpable para cometer el ilícito, es decir, que alguien quiera matar a otro, y lo haga. No es posible que Guillermo Zayas, cuando menos no lo creemos, hubiera considerado a los jóvenes como sus enemigos, y por ello hubiera deseado y operado su muerte. El caso lo ganó el ahora procurador porque, entre otras cosas, deshizo la acusación de dolo. ¿Ahora, a qué juega?
Entonces no debería haber confusiones que alteren la realidad. Los corruptos deben ser los primeros en pagar por la tragedia del News Divine, a menos que se pretenda que la historia se repita. Y no sólo ellos. Si resulta cierto que los policías vejaron a los jóvenes, se acabarán las explicaciones y las disculpas, la policía tiene que cambiar ya.
Aclarar la diferencia resulta un deber sin disculpar los errores graves de la policía. Se debe tener en cuenta que en el caso de la represión en contra de los jóvenes altermundistas en Guadalajara, las indignadas voces que hoy claman justicia, guardaron silencio cómplice que criminalizó a los muchachos que protestaban. Entonces hubo de todo en contra de los chavos, y el premio al represor fue la Secretaría de Gobernación. ¿Con qué cara puede hacer juicios el cínico Germán Martínez?
Aquella vez, con dolo, la policía de la capital de Jalisco golpeó, vejo, reprimió con toda fuerza a los chamacos. ¿Quién pagó por lo de Atenco, caso que hoy día está en las cortes internacionales por la impunidad indignante que encubrió a los represores y los hechos? Basten esos dos botones de muestra para preguntar: ¿y ahora, por qué tanto odio?
En el DF, no lo ponga en duda, se hará justicia, porque es en eso en donde se muestra la diferencia.