■ Realizan en Madrid la edición 16 del Festival de Cine Erótico de Barcelona
En sexualidad, si existen límites, son puestos por los protagonistas
■ Erré cuando supuse que podía hacer algo parecido en México; la gente aceptaba la idea, pero no el gobierno: Julio Simón
■ De mala calidad, las imágenes de consumo porno con nueva tecnología
Ampliar la imagen El sadomasoquismo, entre otras modalidades, no es más que un reflejo de la sexualidad de nuestros días Foto: Armando G. Tejeda
Madrid, 28 de junio. La palabra sexo y sus derivados actuales, como voyeur, sadomasoquismo, gang bang o bukake, son reflejo de la “sexualidad de nuestro tiempo”. Los límites –“si es que en alguna época histórica han existido”– los ponen los protagonistas: ya sean dos personas en una cópula tradicional, los tríos o las bacanales romanas corregidas y adaptadas a nuestra época. Con estos preceptos básicos, que son a su vez el ideario desde su fundación, se llevó a cabo la edición 16 del Festival de Cine Erótico de Barcelona (Ficeb), en una sala de fiestas del extrarradio de Madrid.
Cerca de las cinco de la tarde del jueves pasado, en la sala multiusos Fabrik se congregó lo más selecto del cine porno español –productores, actores, directores, coreógrafos y hasta teóricos de la cópula– para mostrar las virtudes de una industria en una época dorada de ascenso comercial y de reconocimiento social. Ahora, al menos en España, un actor de cine porno no oculta su profesión ni se esconde ante el qué dirán, sino que asume con naturalidad una actividad profesional que “sólo aspira a llevar placer a la gente”, además de que, por supuesto, representra un negocio que sólo en en este país mueve más de 480 millones de euros al año.
Cifra pequeña, si se compara con Estados Unidos, donde se producen 80 por ciento de estos filmes y donde se calcula que al año generan más de 10 mil millones de euros. Otro dato: mientras que en aquel país se realizan anualmente más de 120 mil escenas eróticas y de porno, en España apenas se llevan a cabo mil.
Fabrik es una enorme sala de fiestas ubicada en Humanes, localidad a unos 60 kilómetros de la capital española, y hasta ahora en ella se congregan los fines de semana jóvenes adictos a la música industrial (máquina o bakalao). Pero estos tres días el público asiduo a este sitio cambió radicalmente: en lugar de muchachos hambrientos de ritmos estridentes y luces de neón, además de los protagonistas de la industria del cine erótico, había curiosos y visitantes de lo más variopinto: el público del festival estaba compuesto por los clásicos expertos en cine porno –esos que están al día de los entresijos y las novedades de sus protagonistas–, pero también de parejas de todas edades, de hombres y mujeres solitarios que buscaban un poco de placer –al menos visual– y de un sinfín de curiosos.
Así, Fabrik se convirtió, al menos durante el festival, en una especie de parque temático del sexo, con cabida para todos los derivados y sucedáneos de una práctica tan ancestral como la humanidad misma.
Recorrido
El espacio se distribuyó así: a la entrada, el visitante se encontró con una enorme sala parecida a la pista de baile de una gran discoteca, en la que había un escenario con espectáculos continuos de estripers y performance, acompañados de seis grandes pantallas en las que sin cesar se emitían películas eróticas españolas. Alrededor de la sala se creó un gran pasillo exclusivamente para el comercio de productos relacionados con el sexo: vibradores, consoladores y juguetes de lo más diverso, y películas de todo tipo, desde las más tradicionales hasta las de perversiones de todo tipo.
Después, el visitante podía visitar dos escenarios distintos: si buscaba placer musical y respuestas a su preguntas existenciales y filosóficas, podía adentrarse en el territorio canalla, donde había presentaciones de libros relacionados con el sexo, debates teóricos, terrazas al aire libre y un par de salas exclusivas para mostrar las excelencias de esta actividad en directo. Pero si quería sexo duro o hardcore –según la nomenclatura tradicional– podía dirigirse a una enorme sala ubicada al fondo, donde había espectáculos continuos en directo, ya fuera con chicas en solitario, parejas, tríos o hasta actos masivos.
Julio Simón, director del Ficeb, explicó a La Jornada que “las tendencias del tipo de consumo están cambiando. El cine erótico ha pasado tres etapas; ahora mismo estamos matando la segunda y está naciendo la tercera. Primero fue el video en formato VHS, después vino el DVD, que está muriendo, y ahora está naciendo –con mal pie– todo lo que es tecnología por Internet y telefonía móvil. Y digo con mal pie por la calidad de las imágenes”.
Simón, fundador y promotor del festival y uno de los principales responsables del momento de auge del cine erótico de este país, explicó que “en España pasamos de Alfonso XIII, que autorizó a los prostíbulos a proyectar cine porno para que las prostitutas trabajaran más y más rápido, a lo que ocurrió en los años 80, que fue la época dorada de la industria erótica, tanto la de papel como la audiovisual. Entonces la gente no tenía nada, pues pasaron de excitarse con el Hola a encontrar aquella libertad, así que compraba sin criterio; un señor veía una teta en una publicación y la adquiría o una señora veía un pene y hacía lo mismo, pues la gente tenía una cultura sexual muy primaria”.
Una de las figuras que ha permitido la normalización del porno en la sociedad española es Nacho Vidal, considerado el sucesor del italiano Rocco Sifredi, el mejor intérprete del mundo en la materia. Estos actores actualmente “están muy bien valorados, especialmente en España. Esto es un fenómeno reciente, pues se ha pasado de que vivieran en una especie de catacumbas y de no atreverse a decírselo a nadie del barrio para que no lo miraran mal, a hacer bandera de su actividad. Un ejemplo: nosotros, como festival, siempre hemos servido de plataforma para nuevos valores, incluso Nacho Vidal salió de aquí. Hace una década se nos presentaban diez o doce actores y actrices y ahora tenemos 600 o 700 cada año. Esto sólo se explica por el cambio de percepción de esta profesión en la sociedad española”, explicó Simón.
Aceptación y disfrute
Sophie Evans es el nombre artístico de una rubia húngara de 31 años, con más de 100 películas eróticas en su haber. Según los expertos, es una de las estrellas más cotizada. Evans explicó a este diario que su vida es más fácil a raíz de la aceptación social de su trabajo: “El hecho de que esta profesión esté aceptada, hace que cada vez más gente se acerque a ver cómo funciona. Me hace gracia cuando me reconocen en la calle y me dicen que han visto algunas de mis películas y que les han gustado. Y siempre agrada que aprecien tu trabajo, pues la verdad es que me placen todas las escenas que he hecho hasta ahora, aunque también es verdad que sobre todo lohacen las escenas y situaciones extrañas, digamos las que no son cotidianas y que son lo que se conoce como sexo duro”.
Sobre la eterna disputa entre el cine artístico y el puramente comercial, apunta: “El cine porno artístico y el más común son dos estilos diferentes que tienen su atractivo. Me gusta mucho participar en una escena que tiene más de arte, más diálogo y donde se cuida la textura de la película, aunque como consumidora comprendo que las dos tienen su atractivo. Por ejemplo, en una escena amateur la situación puede ser más real y más morbosa, así que creo que hay sitio para los dos”.
El episodio México
La última vez que las grandes estrellas del cine porno internacional visitaron México fue en agosto de 2004, con la pretensión de participar en lo que hubiera sido del Primer Festival Erótico de México; “hubiera” porque aquel experimento acabó de la peor manera: unas horas antes de comenzar, unos agentes de migración se personaron en el recinto para detener a los cinco protagonistas del encuentro erótico, quienes eran los más granado y selecto de la industria: el español Nacho Vidal, la francesa Katsumi, la húngara Rita Faltoyano y las checas Calauida Clarie y Jane Darwin.
La policía, al parecer siguiendo órdenes del entonces secretario de Gobernación, Santiago Creel, mantuvo a los actores detenidos e incomunicados sin ninguna imputación concreta. Julio Simón, promotor de aquel festival, explicó a La Jornada que “en España te vas a un bar y dices que eres actor porno y posiblemente te pongan una mesa, mientras que en otros países te pueden cortar las manos e incluso matarte por ejercer esta actividad, como ocurrió en Irán recientemente, o detenerte, como nos pasó en México”.
Simón confiesa que aunque le gustaría mucho, de momento no piensa volver a organizar un festival erótico en México. “Me quedan pocas ganas de montarlo, no de ir al país, al que voy cada año. Nunca he forzado nada que no existiera, así que creo que el que se equivocó fui yo, al creer que la situación –me refiero al gobierno– era de una manera que al final no resultó. Debo decir que cuando iba de regreso al recinto, recuerdo que a más de un kilómetro se escuchaba cómo la gente coreaba sin cesar los nombres de los actores. Es una de las cosas que más me han emocionado, y me enamoré perdidamente del pueblo mexicano. Eso demuestra otra vez que siempre los pueblos han ido mucho más rápido en el reconocimiento de los actores porno que las leyes o las autoridades.”
Simón confesó sin tapujos que la situación kafkiana que vivió en México le costó, además, 30 mil euros –lo que le cobraron de mordida por liberar a las seis estrellas porno. “La cuestión es que se querían cargar el festival y entendí que toda la operación policial era una trampa y que también iba a ser un escándalo por las personalidades detenidas. Pero yo tengo claro que lo ocurrido no representa al pueblo mexicano, sino a una serie de personas con intereses muy concretos. Otra cosa curiosa es que Nacho Vidal se había ido de marcha (de fiesta) la noche anterior con el hijo del entonces presidente Fox.”
Diana
Diana es una mulata de 31 años que se autodefine como “ninfómana”, pues mientras “más hombres” tiene, más se excita. Su objetivo en este Ficeb era singular: romper el récord Guinness de mil cópulas en tres días. En entrevista antes de que se encerrara en un habitáculo montado para este fin, en el que al final sólo logró tener 415 compañeros, explicó:
–¿Por qué quieres romper el record de mil actos sexuales en tres días?
–Porque quiero demostrar que soy muy guapa, muy gustosa y que un hombre no me va bien, que mil me van mejor...
–¿No crees que mil son demasiados?
–No, porque tengo mucho fuego y no consigo estar sólo con un hombre. Cuando tenía 20 años ya follaba con cinco o seis; ahora que tengo 31, quiero más, más y más porque soy muy caliente.
–¿Y cómo te has preparado para la gang bang de tu vida?
–Me he preparado con un chico en Italia que tenía una polla muy grande y estuvo conmigo tres días, en los que sólo follamos, follamos y follamos… No paraba un segundo. Así que estoy muy bien preparada y quiero que vengan todos los hombres que quieran a acostarse conmigo.
–Mil hombres no serán necesariamente mil orgasmos, ¿no es así?
–Tendré muchos orgasmos porque soy puro fuego. Así que vengan muchos hombres porque si no hay muchos no me pongo caliente. Mientras más chicos, estoy más caliente y más contenta.