■ Ocasionalmente realizaba reparaciones eléctricas en el lugar
Pasó a recoger su herramienta al News Divine y quedó 10 días preso
■ Lo confundieron con barman y lo acusaron de “corrupción de menores”
Ampliar la imagen Aspecto de la casa de Juan Andrés Santos, quien recibió la bienvenida de su familia tras salir del reclusorio Foto: Mirna Servín
Juan Andrés Santos hace reparaciones de plomería, gas, electricidad y refrigeración, pero nunca se ha desempeñado como barman o cadenero de antros, oficio por el cual fue acusado por la procuraduría capitalina de corruptor de menores y por el que pasó diez días en el Reclusorio Oriente, hasta el domingo pasado, cuando fue puesto en libertad por falta de pruebas.
En entrevista con La Jornada desde su casa, ubicada en la colonia Nueva Atzacoalco, a unas cuadras de la discoteca News Divine, donde murieron 12 personas en medio de un operativo, explica la circunstancia por la que fue detenido.
El pasado 20 de junio Andrés realizó una reparación eléctrica en la discoteca poco después de las dos de la tarde. Se retiró, para asistir a su clase de canto, de 5 a 6 de la tarde, pero dejó su herramienta porque la instalación podía seguir fallando.
De regreso, el microbús en el que venía se desvió de su ruta habitual y ya no pudo atravesar la avenida Eduardo Molina, porque ya estaba bloqueado el paso por el operativo policial. Sin embargo, él se bajó de la unidad.
“No sabía de qué se trataba, qué había pasado, y me quedé afuera, mirando desde una de las bardas de la avenida, donde había mucha gente más. Sacaban gente desmayada, no sabía si estaban muertos o no. Estaba asombrado de lo que estaba sucediendo.
“Llegaron el secretario de Seguridad Pública, Joel Ortega, los bomberos, y sólo vi una ambulancia.”
El electricista también estaba preocupado porque su herramienta de trabajo se había quedado adentro, y la necesitaba para trabajar. Esperó hasta que el lugar se empezó a vaciar y pidió permiso en la entrada para recoger su material de trabajo.
Entró, subió al segundo nivel a la cabina, recogió sus cosas y volvió a salir. Entonces, cuando ya estaba en la calle, lo vio Alfredo Maya Ortiz, encargado del establecimiento, y le pidió que ayudara a su asistente Mariana a cerrar, para resguardar el equipo de sonido, ya que él se iba a declarar.
“Ahí fue cuando me empezaron a tomar fotos, pedir mis datos, y decirme que a mí también me iban a llevar como testigo”, narró.
El artesano que provee a su esposa y cuatro hijos con sus trabajos no pensó que más de 36 horas después estaría en el Reclusorio Oriente, acusado de los hechos ocurridos ese día.
Los policías le dijeron que fingiera estar desmayado y recargarse en ellos para sacarlo en una ambulancia. Permaneció detenido casi dos días en la agencia 50 del Ministerio Público, donde declaró ser electricista, pero fue fotografiado sosteniendo una placa con un número y un letrero que decía “corrupción de menores”.
A partir de ahí fue esposado y trasladado al reclusorio. Para ese momento, Andrés empezaba a cobrar conciencia de su situación, aunque aún desconocía la dimensión de los hechos ocurridas en la discoteca, donde hacía reparaciones con frecuencia.
Incluso, durante el sábado sufrió periodos graves de tensión dentro de la celda, por lo que tuvo que ser atendido por el servicio médico, ya que sufría de arritmias tras un accidente ocurrido hace 11 años, en el cual sufrió una descarga eléctrica.
“El doctor me dijo que eran nervios y ansiedad. Fue hasta ese momento en que pude desahogar la tensión. Lloré y lloré”, dice, mientras sus ojos vuelven a llenarse de lágrimas.
Ahora su vida ha cambiado. En su portón sus vecinos pasan y le dan ánimos: “Con la frente en alto, Andrés, para adelante”, le dicen, pero él aún tiene miedo, porque tiene que acudir a firmar, sin que su situación jurídica haya sido resuelta por completo.
El electricista aún tiene un pendiente más: recuperar su herramienta, que está depositada en la agencia 50 del Ministerio Público y sin la cual no puede trabajar.