Evo, ante un desafío crucial
En Bolivia se libra una contienda decisiva, que pone a prueba al extremo la posibilidad de avanzar en la liberación de los pueblos latinoamericanos dentro de una institucionalidad impuesta por el imperialismo y la oligarquía. No se trata tanto del referendo revocatorio de agosto próximo sino del escenario político que lo precede, con gran parte de la oligarquía, la prensa y los prefectos departamentales colocados al margen de la ley en actitud sediciosa. País con mayoritaria población indígena sumida en la pobreza y la exclusión por siglos, donde una exigua y opulenta minoría subordinada al capital trasnacional usufructúa gran parte de la tierra y del ingreso, su movimiento popular logró la proeza de llevar a uno de los suyos a la presidencia. Desde allí, Evo Morales ha hecho en 29 meses una fecunda obra de gobierno en resuelta defensa de los intereses y aspiraciones de los de abajo y del rescate de la soberanía y la dignidad nacional.
No es extraño, por eso, que conserve el apoyo de las masas en medio del gran proyecto desestabilizador en marcha, el ataque incesante de la mafia mediática local e internacional, las acciones de intimidación y violencia contra la población originaria cargadas del racismo y el odio más primarios, la realización ilegal y manipulada de referendos autonómicos oligárquicos prometiendo el oro y el moro a las clases medias y sectores despolitizados del oriente golpeadas por el neoliberalismo, a los que se ha engañado con la falsa promesa de la bonanza a costa de desmembrar la nación. Es un intento de reconquista por Estados Unidos y sus aliados europeos para despojar de nuevo a los bolivianos de los estratégicos recursos asentados en esa región, ávidos más que nunca de gobiernos dóciles que faciliten el saqueo.
Su plan y el de la ultraderecha local es incrementar la guerra mediática y la campaña de terror fascista en el molde de las acciones vandálicas de la Unión Juvenil Cruceñista, de inspiración nazi y formada por la peor ralea, que ha extendido en la llamada Media Luna sus métodos de apalear y vejar indios, atacar oficinas públicas y montar incidentes violentos que luego achacan a partidarios de Evo. A dos miembros de la banda les fue decomisado recientemente por la policía un fusil con mirilla telescópica cerca del lugar donde aterrizaría el avión presidencial.
De la Bolivia virtual, que venden el Grupo Prisa, su nave insignia El País y el conglomerado mediático internacional con CNN a la cabeza, en que “tumbar al indio” está a la vuelta de la esquina, a la real, existe una distancia abismal. Todas las encuestas encargadas por la oposición y las que realiza la embajada yanqui arrojan hasta hoy una ratificación de Evo y su vicepresidente Álvaro García Linera, con una votación superior al 54 por ciento obtenido cuando fueron elegidos. Y, más importante aún, anuncian la revocación, si no de todos, de casi todos de los prefectos departamentales en rebeldía, lo que significaría una contundente victoria política y moral del gobierno, que expondría ante el mundo el repudio popular a la jauría fascista. Ello explica el rechazo a la consulta acordado por los prefectos y comités separatistas de Santa Cruz, Beni, Pando, Tarija y Cochabamba, que harán todo lo posible por impedirla, y su ruptura por ahora con el neoliberal ex presidente Jorge Quiroga, líder de Podemos, formación que promovió su aprobación en el Senado, donde tiene mayoría.
La actitud de los separatistas choca con importantes sectores populares que desean el referendo como la vía pacífica para relegitimar al gobierno y poner un alto a los conspiradores. Las semanas que restan de aquí a su celebración serán cruciales en el destino de Bolivia y del rumbo de independencia tomado por América Latina. Exigirán de Evo y los movimientos sociales un extraordinario despliegue de talento político y unidad, como lo han hecho antes frente a grandes desafíos.