■ Presentan exposición del último zar
Intentan mostrar a Nicolás II como un dirigente progresista
Moscú, 3 de julio. Una exposición sobre el último zar de Rusia, Nicolás II, ejecutado por los bolcheviques hace 90 años, busca rectificar la imagen de un soberano débil y desdibujado, mostrándolo como un dirigente progresista y eficaz al frente del imperio más grande del mundo en las postrimerías del siglo XIX.
En contraste con numerosas manifestaciones consagradas desde el desmantelamiento de la URSS al último emperador ruso, la exposición La corona del zar, en el Museo de la Catedral de Cristo Salvador en el centro de Moscú, hace hincapié en el papel del monarca en el desarrollo económico, en la apertura de bibliotecas y en la construcción de líneas férreas.
“Es muy importante que los rusos recuerden que surgieron de un imperio. En esa época uno de cada siete habitantes del planeta era súbdito de Nicolás II”, manifestó el historiador Piotr Nultitatuli, bisnieto de quien fue cocinero del emperador, Iván Karitonov, asesinado junto a la familia imperial la noche del 16 al 17 de julio de 1918.
Un documento, extraído por primera vez del Archivo Nacional, recuerda por ejemplo que el joven zar, tan pronto subió al trono, tuvo la iniciativa de lanzar la primera Conferencia Internacional de la Paz, reunida en La Haya en 1899, en la que participaron 27 estados.
Varias fotografías muestran al zar inspeccionando su inmenso imperio, reunido con ingenieros ante “una carreta último modelo” en 1913, cuando Rusia era ya el primer productor mundial de trigo.
“Para los bolcheviques era un zar débil que hizo correr mucha sangre, y después del fin del comunismo fue convertido en un mártir”, recuerda la directora del museo, Liudmila Gusarova.