Usted está aquí: jueves 10 de julio de 2008 Opinión Astillero

Astillero

Julio Hernández López
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■ Los tiempos

■ De espías, preciosos y renuncias

■ La reunión CC-CSG en 1988

Ampliar la imagen ACCIÓN LEGAL. El senador Manlio Fabio Beltrones anunció que presentará una denuncia ante la PGR por el presunto espionaje en su contra ACCIÓN LEGAL. El senador Manlio Fabio Beltrones anunció que presentará una denuncia ante la PGR por el presunto espionaje en su contra Foto: José Carlo González

No es lo mismo adulterar encuestas de opinión para favorecer a quien luego le daría chamba como director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), que andar husmeando en los cotos de los jefes priístas aliados, así es que el ex director de la empresa GEA-ISA, Guillermo Valdés, ha sido declarado non grato por los integrantes no panistas de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, que además conminaron al jefe-beneficiario, F.C., a dejar sin chamba al trampeador de mala calidad. La venganza de Manlio (y de Emilio, que también se ha dicho espiado) no quedó en el señalamiento de que el Poder Legislativo ha perdido la confianza en el citado Valdés, pues también demandó que sean indagados los contratos firmados por el citado Cisen con la empresa Consultores en Diseño de Estrategias Político-Legislativas, que cometió el pecado de hacer fichas informativas de las actividades de relevantes personajes del Congreso federal. Es de preverse que el amigo Calderón decida proteger al amigo Valdés, que mucho contribuyó a dar material ficticio a los medios aliados para aparentar que el rezagado Calderón había tomado súbita e inexplicable delantera en la campaña presidencial de 2006 (la base de percepciones falsas sobre la que se montó la historia del triunfo electoral felipillo).

No es lo mismo pasearse con cínica impunidad en la Puebla controlada que en un recinto de libertad intelectual, así es que el góber precioso recibió ayer en la Casa Lamm, de la ciudad de México, muestras del repudio que su presencia causa (“¡pederasta!”, le gritaban algunos al héroe corruptor y represor que recibe a domicilio bellísimas botellas de coñac de parte de corruptores de menores por él protegidos). Mario Marín Torres cree ínfima la memoria colectiva y grande su capacidad de engaño, así es que se atreve a visitar a colegas priístas de otras entidades para enseñarles la manera como ha de comportarse un político pillado en graves faltas (entre otras cosas, su receta exige silenciar a los medios de comunicación locales, por las buenas o por las malas).

No es lo mismo enviar a casa a funcionarios que hubiesen cometido fallas políticas o administrativas menores e incruentas que investigar judicialmente y, en su caso, castigar los gravísimos señalamientos hechos por la comisión capitalina de derechos humanos. Según el trabajo realizado por el órgano dirigido por Emilio Álvarez Icaza, lo que hubo en la colonia Nueva Atzacoalco no fue una colección de errores, como a su conveniencia pretendían justificarse las autoridades capitalinas (¡chin, la regamos, y de a muchas veces!), sino el resultado de una política definida y persistente que enderezó lo peor de su actuar contra jóvenes de pocos recursos económicos a los que se convirtió en blanco de extorsiones y agresiones. Lo escrito en el informe de Álvarez Icaza no debería quedarse en un cómodo cambio de funcionarios, porque entonces parecería que, más que genuino ánimo justiciero, en las alturas del gobierno capitalino lo que hubo fue una demora intencional en el inevitable corte de cabezas del gabinete para intentar que el enojo social se saciara sólo con esos golpes dosificados de guillotina.

No es lo mismo que el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano informara, oportunamente y ante los seguidores, de una reunión con Carlos Salinas de Gortari, que hacerlo veinte años después de aquellas elecciones impugnadas y en entrevista periodística de ocasión.

Los dos principales contendientes de los comicios de 1988 le hablaron a Roberto Zamarripa, en Reforma, de la reunión poselectoral que tuvieron: “¿Sirvió el encuentro (…)?”, se preguntó al político michoacano, quien contestó: “No sirvió porque no se avanzó. Lo único que plantee en esa ocasión fue que se pudiera limpiar la elección. Que se hiciera un muestreo de gente que maneja cuestiones de estadística y cifras, un muestreo bien diseñado, y si en ese primer muestreo se encontraba que los datos oficiales no correspondieran a la realidad, tomando equis número de casillas electorales, pues se hiciera revisión de todas las casillas. Si los datos mostraban que eran correctos, ahí terminaba el ejercicio”. (Los servicios especiales de reconstrucción escénica de esta columna no logran imaginarse tan civilizada pieza casi de corte tecnócrata: Cárdenas y Salinas sentados a la mesa, o en cómodos sillones, hablando sobre “muestreos” electorales para dar por terminado el litigio. Cárdenas no exigía ni reclamaba, simplemente “planteaba” un método para “limpiar” los comicios, y no mediante un recuento de voto por voto y casilla por casilla, sino con un “muestreo bien diseñado” (¿por quién, por los mismos diseñadores de las elecciones impugnadas?) Y, bueno, hombre, qué caray, si luego de ese científico y bíblico muestreo se encontraban datos oficiales “que no correspondieran a la realidad”, pues se pasaría a revisar todas las casillas pero, si no… pues no. Vaya frase cardenista acomodaticia dicha en esa reunión con Salinas: “Si los datos mostraban que eran correctos, ahí terminaba el ejercicio”. Ese encuentro “¿fue útil o fue un error?”, se preguntó a Cuauhtémoc, quien respondió: “No creo que haya sido un error. Había que hacer todos los esfuerzos posibles para limpiar la elección y mantener este proceso dentro de la ley”. Salinas (a quien acompañaba Manuel Camacho en la reunión de 1988) dijo por su parte: “Nos reunimos a conversar sobre el resultado de la elección; los planteamientos que él hacía en el sentido de revisar el resultado que ya estaba documentado en las actas, y ahí se le hicieron ver los elementos o argumentos, que mostraban por un lado que la documentación ya estaba, y por el otro, que los conductos institucionales estaban establecidos para resolver lo que él reclamaba. Una conversación seria, respetuosa y diría, incluso, constructiva”.

Y mientras Wal-Mart retira de sus tiendas en Estados Unidos las historietas de Memín Pinguín por considerarlas racistas (la más reciente se titulaba “Memín para presidente”, Barack Obama nos perdone), ¡hasta mañana, en esta columna lluviosa!

 
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