Sin guaruras ni camionetas llegan los delegados
Las diferencias son abismales a pesar que son maestros y pertenecen al mismo sindicato. Mientras que los afines a Elba Esther Gordillo se reúnen furtivamente, en hoteles de afamados puntos turísticos para nombrar a los dirigentes “elegidos previamente por la maestra”, ellos, los disidentes, deliberan a puertas abiertas, en modestos escenarios, para debatir durante horas la mejor táctica para derribar a la maestra.
Cientos de opositores a la presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) se congregan desde ayer en la Sala de Armas de la Ciudad Deportiva Magdalena Mixhuca. El sentir es generalizado: terminar con el control “grosero, oprobioso y corrupto” –así lo expresan– de quien lleva casi dos décadas al frente del sindicato más grande de América Latina.
Para ello han organizado este primer Congreso Nacional de Bases que, en principio, no tienen que corretear, como les ocurrió hace unos días con el encuentro de la sección 9, el cual, según los institucionales, se realizaría en el sur de la capital del país, cuando en realidad se lo llevaron al norte para imponer a la nueva dirigencia.
Vienen de Michoacán, Zacatecas, Tlaxcala, Coahuila, Chihuahua, Querétaro, San Luis Potosí y estado de México, entre otras entidades, pero no llegan en aparatosas camionetas, no los “protegen” guaruras fortachones, ni portan gafetes de presuntos “delegados”; tampoco tienen a su disposición hoteles de cinco estrellas. Estas serían algunas de las diferencias entre lo que hoy ocurre en la Ciudad Deportiva y lo que se registra recurrentemente en los congresos de los llamados “institucionales”.
Por eso, hoy aquí, los de la coordinadora llegan en autobuses y hasta camiones de redilas. Salen por decenas del Metro Ciudad Deportiva. Los fuereños traen sus cobijas, listos para acampar en las canchas de este lugar, cuando llegue la noche.
El ambiente es festivo. Tocan bandas de música y, rápidamente, varias parejas salen a bailar, en tanto esperan la inauguración. La maestra Ruth Ibarra, quien imparte clases en una secundaria técnica de Zacatecas, no tiene ninguna duda de porqué se encuentra ahí. Dice que creció en la libertad del campo y eso de que “te pongan un control grosero es algo que te revienta”.
De las paredes cuelgan grandes mantas que, en conjunto, hacen el relato de la historia de la disidencia: Desde las que señalan “los crímenes cometidos por Gordillo y su pandilla, la lucha por el rescate de la escuela pública y la exigencia por la rendición de cuentas en el SNTE”, hasta las que impugnan el reciente pacto en materia educativa entre el Ejecutivo y La Maestra.