Usted está aquí: jueves 17 de julio de 2008 Mundo Entrega Tel Aviv a Hezbollah cinco prisioneros a cambio de los cuerpos de dos soldados israelíes

■ Israel comenzó a transportar a Líbano unos 200 cadáveres exhumados de palestinos

Entrega Tel Aviv a Hezbollah cinco prisioneros a cambio de los cuerpos de dos soldados israelíes

■ Samir Kuntar, tras ser liberado, fue recibido como héroe en la sureña localidad libanesa de Naqura

Donald Macintyre (The Independent)

Ampliar la imagen El líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, recibe en Beirut al recientemente liberado militante chiíta Samir Kunta (izquierda) El líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, recibe en Beirut al recientemente liberado militante chiíta Samir Kunta (izquierda) Foto: Ap

Ampliar la imagen Olmert consuela en Shraga a la viuda del soldado Ehud Goldwasser Olmert consuela en Shraga a la viuda del soldado Ehud Goldwasser Foto: Reuters

Jerusalén, 16 de julio. Los cuerpos de dos soldados israelíes cuya captura por Hezbollah detonó la guerra de Israel contra Líbano de 2006 fueron devueltos este miércoles en un intercambio de cinco prisioneros, entre los cuales figura el autor de un ataque mortal contra israelíes, quien quedó libre y fue recibido en su nación como héroe.

Dos ataúdes negros que contenían los restos de Ehud Goldwasser y Eldad Regev fueron entregados por la guerrilla chiíta a un grupo de la Cruz Roja Internacional para ser trasladados a la frontera con Israel. Los cuerpos fueron formalmente identificados tras ser sometidos a horas de exámenes por expertos forenses, y enterrados este mismo día.

Posteriormente, cuatro militantes de Hezbollah que estaban en prisiones israelíes, además de Samir Kuntar, condenado por el asesinato de un civil israelí y su hija durante una infiltración en 1979 que dejó también dos soldados muertos como saldo, fueron transportados en otra camioneta de la Cruz Roja hacia el otro lado de la frontera, donde los esperaba una recepción de gala en la localidad sureña libanesa de Naqura.

El momento más intensamente doloroso para las familias de los dos soldados ocurrió cuando, ante las cámaras de la televisión, personal de la milicia Hezbollah descargó los dos ataúdes desde un vehículo civil de color negro.

El primer ministro israelí, Ehud Olmert, ya había dejado claro que el gobierno asumía que los soldados serían devueltos muertos, pero aún existían esperanzas de sus familiares de que al menos alguno pudiera estar vivo. “Tengo seca la garganta y lágrimas en los ojos y me conduelo con el corazón de esas familias que sin tener una prueba de vida no perdieron la esperanza hasta el último momento”, afirmó Olmert después del traslado de los cuerpos.

“Nadie más entiende lo que todo israelí comprende tan bien: la angustia por la suerte que correrá cada uno de nuestros soldados que son el pegamento que nos une como sociedad y lo que nos permite sobrevivir en esta zona, rodeados de enemigos y organizaciones terroristas”, agregó.

El padre de Goldwasser, Shlomo, dijo a Radio Israel que ver los ataúdes por televisión “no fue fácil, pese a que no fue una sorpresa. Pero estar de cara a la realidad siempre es difícil”.

Omri Avni, cuya hija, Karnit, era esposa de Ehud Goldwasser, afirmó: “Después de dos años difíciles, éste fue el momento más duro de todos. Karnit juró traer de vuelta a Udi. Ahora que esta misión se ha cumplido, una tormenta de emociones hizo erupción”.

El intercambio a través de una frontera que permanece normalmente sellada, que se concretó sobre un acantilado en el Mediterráneo, recibió fuerte apoyo de la mayor parte de los israelíes, pero también subrayó el fallido intento del ejército de Israel de recuperar a los cautivos en Líbano con la ofensiva del verano de 2006.

Si bien dicha ofensiva fue respaldada por el ejército y la mayor parte del gabinete israelí, se opusieron a ella las directivas de las dos principales agencias de inteligencia que temían que el retorno de los soldados cautivos fuera un incentivo para nuevos secuestros. Ambos soldados resultaron heridos de gravedad al ser tomados como rehenes, lo cual podría explicar que fallecieran.

El clamor público para que los soldados fueran devueltos muertos o vivos fue producto de una incansable campaña de las familias de los prisioneros, especialmente de la esposa de Goldwasser, quien viajó por todo el mundo exigiendo la devolución de los cautivos. El año pasado, ella incluso logró meterse en una conferencia en Nueva York del presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, y lo retó “como el hombre que está detrás del secuestro debido al apoyo que usted concede a Hezbollah” a explicar por qué no se permitía a la Cruz Roja visitar a los dos soldados supuestamente cautivos.

En cuanto a Samir Kuntar, en abril de 1979 él y otros tres hombres armados llegaron en una lancha al poblado de Nahariya, al norte de Israel, mataron a los policías y allanaron el departamento de Danny Haran, a quien mataron a tiros en una playa cercana delante de su hija de cuatro años.

La corte descubrió más tarde que Kuntar golpeó con la culata de su rifle a la niña hasta matarla, aunque esto fue negado por el acusado, que tenía entonces 16 años, quien afirmó que la pequeña falleció a consecuencia de un tiroteo en la playa en que murieron los policías y dos de los militantes. En esos momentos, la madre de la niña, Smadar Haran, asfixió accidentalmente a su otra hija de dos años, para que no gritara, pues ambas estaban escondidas durante el ataque de los militantes.

La campaña para traer de vuelta a los soldados plagiados recibió impulso cuando la viuda de Haran dijo que se debía tratar a Kuntar según “las necesidades e intereses éticos de los israelíes”. La madre de Haran difirió públicamente de la opinión de su nuera.

Israel también empezó a transportar a Líbano 200 cadáveres exhumados, que se estima pertenecen en su mayoría a militantes palestinos y que incluyen el cuerpo de Dalal Mughrabi, una palestina que encabezó una matanza a bordo de un autobús que dejó 35 muertos en 1978.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

 
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