■ La disyuntiva era ir a Occidente o seguir en la Unión Soviética a sortear la censura, escribió
Yevtushenko, legendario poeta y disidente ruso cumple 75 años
■ La vasta obra del autor de Los herederos de Stalin se ha traducido a 70 idiomas
■ “Muy cómico, excéntrico y brillante”, así lo definieron estudiantes en Estados Unidos
Ampliar la imagen Yevgueni Yevtushenko, en imagen de 2007, es considerado por algunos críticos como el último clásico de la literatura soviética
Moscú, 16 de julio. Yevgueni Yevtu-shenko ama sus apasionados recitales de poesía ante un público masivo. Cuando el legendario poeta, quien alcanzó la fama en la Unión Soviética posestalinista y en Occidente, recitó versos propios en una ópera rock en 2007, sus fans rusos celebraron entusiasmados a este hombre ataviado con gorrita, quien este 18 de julio cumple 75 años.
Quien es considerado por algunos críticos como el último clásico de la literatura soviética, no está exento de polémica.
Ni en Occidente ni en su país se han ocupado demasiado del disidente, autor de poemas como Estación Zima o Los herederos de Stalin, así como de la novela No mueras antes de morir.
Solidario con Solzhenitsyn
Yevtushenko, cuyo trabajo se ha traducido a unos 70 idiomas, se mostró solidario con críticos del régimen como Alexandr Solzhenitsyn. Y por su postura crítica acabó siendo apartado, entre otros, del Instituto Gorki, en Moscú.
No obstante, la voz de la generación de los años 60 nunca se llegó a enemistar con los que tenían el poder y por ello tenía el privilegio de viajar a Occidente.
Durante esos años viajó a Cuba como corresponsal del diario Pravda y participó en el guión de la película Soy Cuba, de Mijail Kalatozov, mientras en México todavía algunos recuerdan que en 1968 leyó su poesía en ruso y en español ante miles de personas.
El disidente y premio Nobel Josef Brodski acusó a su colega Yevtushenko de ambigüedad y cuando en 1978 se le hizo miembro honorario de la Academia Estadunidense de las Artes, Brodski renunció a su sitio en señal de protesta.
Yevtushenko nació en 1933 –según otros datos en 1932– en la colonia siberiana de Zima (Invierno), cerca de Irkutsk, de padres geólogos. Su debut tuvo lugar en un estadio de futbol. Su verso “El poeta en Rusia es más que poeta”, fue la máxima que desde bien pronto aplicó.
Su poema Babi Yar (1961) lo hizo famoso en el mundo. En él habla por primera vez de las matanzas masivas de judíos de Kiev en 1941, en la antigua Unión Soviética, y unió la acusación contra los crímenes con el antisemitismo en su propio país. El compositor ruso Dimitri Shostakovich puso música al poema.
Yevtushenko vivió una vida de escritor entre el acoplamiento y la oposición, protestó contra el avance del Ejército soviético en Praga en 1968, pero luego retiró el escrito.
En su compromiso político, uno de los momentos más intensos fue durante la turbia época de la glasnost y la perestroika, del último presidente soviético Mijail Gorbachov. Rusia no sólo vio cómo el poeta y escritor, al que también había visto como actor y como director (Pokhorony Stalina/ El funeral de Stalin), pasaba por primera vez a ser diputado. Sin embargo, cuando el presidente Boris Yeltsin le ofreció ser ministro de Cultura, declinó.
A principios de los años 90 fue a la Universidad de Tulsa, en Oklahoma, Estados Unidos. Los estudiantes decían de él en 2005 –según un foro de Internet– que es “muy cómico, excéntrico y brillante”, pero siempre da buenas notas.
Crítica dividida
La crítica literaria, sin embargo, está dividida. Hay quienes consideran que la narrativa de Yevtu-shenko entronca con la mejor tradición de los realistas rusos, pero otros le reprochan populismo y coquetería. En su biografía El pasaporte del lobo intentó no sólo contar su vida, sino también justificarse.
Un poeta en la Unión Soviética estaba ante la trágica disyuntiva de “o se marchaba y publicaba todo lo que quería en Occidente (...) o se quedaba y serpenteaba para sortear la censura como si lo hiciera por un alambre de púas, que desgarra su propia piel”.
Yevtushenko también se dedicó a la fotografía y publicó varios libros con sus trabajos. Asimismo tradujo a algunos poetas olvidados y prohibidos, que publicaba él mismo. Casado en cuatro ocasiones, el autor es padre de cinco hijos, ciudadano de varias ciudades estadunidenses y muy estimado en su Rusia natal. Inclusive hasta un pequeño planeta lleva su nombre: 4234 Yevtuchenko, ubicado a 247 millones de kilómetros de la Tierra.