■ Los sudafricanos debemos vernos a través del cine para entender nuestro origen: Angus Gibson
Biógrafo de Nelson Mandela presenta en filme al hombre detrás del político
■ Con su documental Soweto, una historia, el director develó la esencia de la resistencia negra
■ Los jóvenes del país están extraviados en la parte histórica del racismo y eso es trágico, deplora
Ampliar la imagen Angus Gibson, director y productor cinematográfico, durante la entrevista con La Jornada. Al fondo, una imagen del actor Zola Maseko, quien surgió de un barrio marginal de Johannesburgo Foto: Mónica Mateos
Johannesburgo, 16 de julio. En Sudáfrica sufrimos por el apartheid del que provenimos: somos, a veces, violentos, con profundas tensiones raciales. Por eso, “para entender nuestra agresión debemos mirarnos, por ejemplo, a través del cine”, explica Angus Gibson, director y productor del documental Mandela, la biografía visual autorizada del ex presidente, quien mañana cumple 90 años.
Las palabras del realizador cobran mayor significado al conocer su historia personal. Pertenece a una familia blanca que disfrutó los privilegios del segregacionismo, pero un día se dio cuenta de que ellos, los whites eran feos.
“La estética en la que crecí, de la radio, la música, el cine, la arquitectura, me alejó de lo que somos los sudafricanos, porque es feo. Pensaba que éste era un lugar malo, porque hacíamos cosas malas. No era un lugar justo. Pensaba ‘somos feos, quiero ir a un lugar más bonito’.
“Sin embargo, finalmente encontré mi camino para llegar a los barrios segregados. Era un joven recién salido de la universidad y me sentí atraído por ese mundo, por su música, su vestimenta. Me identifiqué con ellos, hubo empatía.
“Ahora los sudafricanos negros saben lo que hago, los blancos no, estoy en una posición bastante curiosa”, explica en entrevista con La Jornada, en la sede de la compañía productora The Bomb Shelter Film.
El peso de una nación
Angus Gibson, autor del documental Soweto, una historia, aclamada en esta nación y en Europa en 1992 porque develó la esencia de la resistencia negra, agregó que le gusta realizar cintas de ciencia ficción, con actores que encuentra en esos barrios marginales de los alrededores de Johannesburgo.
“A Zola Maseko, ahora uno de los artistas más populares en el país, lo invitamos a hacer una audición en la calle, estaba haciendo nada y lo invitamos a transformar su vida. Es una figura icónica en el país entre los jóvenes.”
Recuerda que le llevó cuatro meses grabar las conversaciones con Nelson Mandela, un hombre, reconoce, con muchas contradicciones, como todo ser humano.
“Muchos piensan que nos hicimos amigos cercanos luego de realizar el filme, pero no, no lo somos. Nos conocimos en un momento infeliz de su vida personal, él se sentía solitario. Fue antes de que se casara por tercera vez, con Graça Machel.
“Él sabía que iba a ser presidente y cargaba con el peso de toda una nación sobre sus hombros. Es un político consumado, un líder. Los periodistas iban y venían a su alrededor. Yo pensé que no quería hacerle la entrevista típica, quise encontrar al hombre detrás del político.
“Pero al final encontré que me había contado 17 historias acerca de él, todas con variaciones. Me dijo lo que tenía que decirme, pues tiene un sentido enorme de las necesidades principales de Sudáfrica.
“A veces saludaba de mano a todos los trabajadores de los restaurantes a los que iba, pero no sabía los nombres de sus guardespaldas. Es decir, él estaba haciendo lo que hacía falta hacer como político. Y no digo esto de manera crítica, pero es lo que proyectaba.
“Por eso pienso que tiene buena cantidad de culpa en lo que a su familia se refiere (dos divorcios), pero con sus nietos es muy amoroso. Mandela carga la responsabilidad de lo que es hoy Sudáfrica, ésa es la persona, aunque nunca sentí haber llegado a su interior, durante el tiempo que conversé con él.
“No obstante, sigo pensando que sin él nuestro país sería muy diferente. Sí estoy convencido de que es un enviado de Dios, aunque muchos se sorprendan.”
Obscena disparidad
Debido a ese culto que Mandela empezó a construir a su alrededor, Gibson dudó al principio en hacer un documental acerca de uno de los luchadores sociales más relevantes del siglo XX, pero se animó al asumirse “como un crítico de mí mismo. No podía ser de otra manera”.
El director también es autor de la instalación videográfica que se encuentra en el Museo del Apar-theid (La Jornada, 12/7/08). Si bien nunca se propuso convertirse en documentalista de la historia reciente del país, señala que se involucró en el proyecto porque un día se dio cuenta de que sus hijos y los amigos de ellos sabían poco acerca de esos años de terror racista.
“Y no estoy hablando de pequeños de la Sudáfrica blanca, sino de la negra. Es decir, los jóvenes del país se han extraviado en esa parte de la historia, lo cual es trágico. No entienden el contexto de dónde provenimos como sudafricanos.
“Por eso, si bien nuestro Museo del Apartheid es bueno para los turistas, lo es más para nuestros hijos, para que puedan entender de dónde venimos, pues encuentro muy alarmante la disparidad entre los ricos y los pobres, me parece obsceno”, concluye el productor, quien se encuentra trabajando en un proyecto documental para la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Sudáfrica.