■ Tuvo que convencerlo para que aceptara asistirla en JO
La presencia de mi padre en Pekín será vital, dice Giuseppina Grassi
Ampliar la imagen Grassi, clasificada mexicana en la prueba de ruta Foto: Conade
Los ojos de la seleccionada olímpica en ciclismo Giuseppina Gra-ssi se humedecen, por ser de las pocas deportistas que tendrán “el privilegio” de ir a Pekín acompañada de su papá, Giuseppe, quien además de ser su entrenador y mecánico es la persona que la impulsa a lograr sus objetivos y su presencia en la magna justa será vital, porque enfrentará “sola al mundo” en la prueba de ruta contra adversarias que competirán en equipo.
Alexandra Giuseppina, madre de Tabata, de seis años de edad, está agradecida de que su progenitor, un ex pedalista italiano, finalmente aceptó compartir la nueva aventura asiática con ella, aunque se resistía, ya que “los viajes me enferman”, pero lo hizo por “amor a mi hija”.
Lo convenció al reprocharle que haya asistido a Belem Guerrero (Sydney 2000), cuando era su entrenador, y ahora que ella se había clasificado le negaba ese derecho; fue así que reaccionó. Él, de lejos, miraba a su “bambina”, a la que describe como una mujer fuerte y de mucho carácter, que ha estado la mitad de su vida arriba de la bicicleta, donde aprendió a conocer triunfos y derrotas, pero también numerosas caídas.
“Uno tiene que ser frío y duro al mismo tiempo. Los sentimientos de padre te invaden al ver que tu hija no responde en una competencia, y eso uno debe aprender a dominarlo. A veces no es necesario hablarle, basta una mirada, una señal o un grito para que entienda que va bien”, comenta Giuseppe.
Con tatuajes en los brazos, la pedalista de 32 años de edad, quien viste la camiseta del estado de México, muestra las cicatrices en cadera y piernas, golpes que ha sufrido en largas horas de trayecto, pero que no la han dejado claudicar.
Ahora que se aproxima la máxima competencia de su vida, en su primera participación olímpica, Giuseppina y su padre saben que dejarán todo en el asfalto, para hacer un digno papel y agradecer así a un país al que le deben todo, porque aquí él conoció a la mexicana María Luisa Herrera Rodríguez, madre de la competidora y de su otra hija, Xóchitl Natalina.
La pedalista, quien hace unos años representó a Italia en el famoso Giro, del que recientemente retornó con un décimo lugar ya con los colores de México, como lo ha hecho en este ciclo cuatrienal, no oculta sus emociones por tomar la salida el 10 de agosto en el circuito chino.
Mientras su padre vaticina que terminará entre los lugares “20 o 30”, ella dice que no: quedará en el top ten y eso también tiene su mérito, ya que para pensar en medallas primero se debería trabajar en el ciclismo femenil nacional para competir por equipos en Londres 2012 o la edición 2016.
A su pequeña hija Tabata, que significa hada –a quien cada vez que compite “le pido que me dé magia para que me vaya bien”–, Giuseppina le dice que no se preocupe ni sufra cuando la vea por televisión en Pekín, porque el ciclismo ha sido el sustento de su familia y como en cualquier trabajo se esforzará “por luchar para estar adelante” con el pelotón.
Es por eso que ya no cree en la mala suerte, como le ha ocurrido dos veces con el extravío de su bicicleta (Río de Janeiro 2007 y la Copa del Mundo Canadá 2008), pues consideró que “son pruebas que te pone la vida”, y sólo espera que su padre, quien viajará el martes a Pekín, llegue con sus jacas de acero sin problemas.
Giuseppina y Moisés Aldape, también seleccionado olímpico en ruta, ofrecieron ayer una conferencia de prensa, donde el guanajuatense dijo que “sueña” con una medalla, como todos los atletas.
Aldape, quien ganó una etapa de montaña en el Giro de Italia 2006, el cual debió abandonar por una lesión, lamentó los casos de dopaje en el Tour de Francia, ya que eso mancha el ciclismo en el ámbito mundial.