■ Inauguraron el sábado el Festival Internacional Cuéntalee, en la sala Manuel M. Ponce
El mundo moderno está silenciando la palabra hablada para evitar críticas: Trejo
■ Contar un cuento también es una forma de provocar y manifestarse, afirma el director del FINO
Ampliar la imagen Los más destacados exponentes de la narración oral de México e Iberoamérica, como la española Yolanda Sáez y la argentina Marcela Sabio, se darán cita en el festival internacional Cuéntalee Foto: Francisco Olvera
Contar, relatar, es más que una expresión ancestral, milenaria. Es también una necesidad humana, una puerta al conocimiento y a otras culturas, así como un vehículo para manifestar desacuerdos y plantear críticas y cuestionamientos.
De ello está convencido el narrador Armando Trejo Márquez: “Todos los seres humanos somos narradores por naturaleza; todos nacemos con esa virtud, pero el mundo moderno nos está ganando la pelea en cuanto al manejo del arte de la palabra hablada y nos está silenciando.
“¿Y por qué se busca silenciarnos?, pues porque la palabra es el arma más eficaz para expresar inconformidades y desacuerdos. Contar un cuento permite decir todo aquello que de manera común y cotidiana no es posible decir.
“El cuento es una forma de divertir, entretener, enseñar, compartir, pero también de criticar, de mandar, mover y promover, una forma de provocar y manifestarse. Contar un cuento nos da gran libertad. Es un medio crítico por excelencia, de gran eficacia, porque siempre parte del principio del respeto.
“El narrador, al elegir el cuento, comparte su visión personal del mundo, sin ser panfletario, sin ser aleccionador, moralizante; influye en los otros sin imponer, esa es la extraordinaria magia de contar.”
Trejo Márquez es director general del Foro Internacional de Narración Oral (FINO), instancia organizadora del festival Cuéntalee: las voces de la oralidad y la literatura, que fue inaugurado el sábado en el Palacio de Bellas Artes y tendrá lugar hasta el 26 de julio en diversos foros de la ciudad de México, con la participación de los más destacados exponentes de México e Iberoamérica.
Este encuentro llega este año a su segunda versión, en sus términos y condiciones actuales, de carácter internacional, aunque su tradición se remonte 19 años atrás.
Su origen, explica el narrador, se dio “ante la preocupación y en medio de una circunstancia en la que los seres humanos se están alejando cada día más del acto milenario y supremo de comunicarse a través de contar, de escuchar y escucharse, no sólo a través de las anécdotas, sino del acto mismo de contar una historia, un mito, una leyenda”.
En medio de una sociedad esencialmente audiovisual y en la que prevalece la oralidad secundaria, agrega, “este festival busca encontrar y propiciar un espacio para que la gente vuelva a disfrutar y a redescubrir esa magia que tiene el escuchar al otro, alguien que cuenta una historia desde una síntesis expresiva que tiene que ver con un repertorio que apela al imaginario; devolver al público ese ejercicio evocador de la creatividad que tiene que ver con el acto de escuchar y que está muy estrechamente vinculado con la lectura”.
Contar cuentos, sostiene Armando Trejo, está relacionado con propiciar volver a los libros y las fuentes originales como una forma de crecimiento, de provocación, de formación y sobre todo del disfrute de la palabra, la voz y el gesto.
La narración oral es una expresión que goza de gran vigor entre las sociedades contemporáneas, si bien debe enfrentar varias resistencias de los medios audiovisuales, agrega el narrador.
“A veces pensamos que la comunicación es sólo cuando alguien te responde en un diálogo. En la narración, la comunicación se da en la respuesta de la mirada, en el lenguaje no verbal que el público proyecta y que el narrador tiene que tomar en cuenta, porque él no está ahí con una cuarta pared. Esto es distinto al teatro, el arte del narrador de cuentos consiste en contar con el público, no para el público.”
El Festival Internacional de Narración Oral Cuéntalee incluye además de espectáculos de narración oral, actividades académicas, como conferencias y talleres. Sus actividades tienen como sedes la Casa Lamm, el Instituto Mora, el Centro Cultural de España, Papalote Museo del Niño y el Centro Cultural Bella Época, entre otras. Será clausurado el sábado 26 de julio en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.