La realidad en el cine
El 25 de mayo de este año HBO estrenó la notable película Recount (Recuento), dirigida por Jay Roach y con un elenco de actores de primera línea, como Kevin Spacey, los británicos John Hurt y Tom Wilkinson y otros, entre los que destaca Laura Dern en el papel de Catherine Harris (secretaria de Estado de Jeb Bush cuando fue gobernador de Florida). En Florida, en la elección Bush vs. Gore de 2000 fue donde se hizo el gran fraude que permitió al republicano, con el apoyo decisivo de la mayoría de la Suprema Corte de Estados Unidos, presidida en esos momentos por William Rehnquist (nominado por Reagan y fiel apoyo de Bush padre e hijo), ocupar la presidencia de ese país y luego relegirse en 2004.
La película, que vi muy recientemente en la televisión, me sorprendió por tres razones principales: por su atingencia y semejanza con la elección presidencial mexicana de 2006, por la objetividad con la que está hecho el guión (de Danny Strong) y la magnífica dirección de Roach, y porque uno supone que en Estados Unidos, siendo gobernante Bush, una película como ésta sería censurada al descubrir para el público mundial cómo se realizó el fraude de 2000 y quiénes intervinieron para llevarlo a cabo.
El punto central de la denuncia fue la negativa “del sistema” (como le dicen allá) a permitir el recuento total de los votos de Florida, a pesar de que eran obvias las anomalías. Sólo para refrescar la memoria de mis lectores, y me refiero a lo real (bien tomado en el filme), la elección se llevó a cabo el 7 de noviembre de 2000, el primer martes del mes.
Al día siguiente la autoridad electoral de Florida reportó que Bush ganaba por mil 784 votos ciudadanos, es decir, por menos de 0.5 por ciento de la votación total del estado, por lo que esto obligaba a un recuento. El primer recuento (no manual) disminuyó la ventaja del republicano sobre Gore a 327 votos.
Las leyes de Florida permitían que un candidato (Gore) pidiera el recuento manual en algunos condados, para el caso en Volusia, Palm Beach, Broward y Miami-Dade. El recuento manual era muy importante, ya que las máquinas de voto revelaron un problema: si el punzón no se oprimía con suficiente fuerza, sólo quedaba marcada la intención de voto, pero no perforada la tarjeta, y esto ocurrió sobre todo en condados con alto porcentaje de población anciana (en Volusia y en Palm Beach, donde en 2000 la población mayor de 65 años representaba 22 y 23 por ciento, respectivamente). Era un matiz, pero de eso se aprovecharon los republicanos en sus alegatos: la suprema corte de Florida autorizó el recuento, pero la suprema corte del país lo paró y calificó la elección casi de inmediato, algo muy parecido a lo que hizo en México el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) en septiembre de 2006. Sobra decir que Rehnquist tomó la protesta de George W. Bush.
Debe aclararse que Ron Klain (Kevin Spacey), el representante de Al Gore en aquella elección, no era ni es de izquierda. Recientemente (25 de enero de 2008) acompañó a Condoleezza Rice a Colombia y ahí hizo declaraciones en contra de Hugo Chávez y sus políticas económica y social que, en el contexto, era una manera de apoyar al pro yanqui presidente Uribe. Sin embargo, los personajes de la película están muy apegados a la realidad y si parece ligeramente favorable a los demócratas ello se debe a que los republicanos se negaron a participar en el guión. Bueno sería que en México hubiera alguien como Jay Roach que dirigiera una película como ésa, pero sobre nuestras controvertidas elecciones presidenciales, la de 1988 y la de 2006.
En el documental de Luis Mandoki (Fraude: México 2006) se demuestran muchas cosas que Fox, Calderón, el Partido Acción Nacional, el Instituto Federal Electoral y el TEPJF hubieran querido que no se supieran, y no es casual que se negaran a distribuirlo Warner Brothers y Videocine, aunque estas empresas argumentaran que era por razones de negocio y no por censura. Mucho se ha escrito sobre el tema, pero la fuerza de una película con actores de primera y de fama mundial sería más interesante para el gran público que un documental. Quizá algún día se haga.
Otra película que debería hacerse es sobre los errores que hemos visto en el interior del Partido de la Revolución Democrática (PRD). José Revueltas, en Los errores (1964), criticó la ortodoxia y el sectarismo paranoico dentro del Partido Comunista Mexicano que le tocó vivir desde muy joven; si no hubiera muerto y observara lo que ha estado ocurriendo con el PRD escribiría otra novela y quizá un guión de cine sobre la ausencia total de consistencia política e ideológica de muchos de sus dirigentes, cuyos errores han sido, no la ortodoxia pero sí el oportunismo que, a fuerza de defenderse sobre cualquier principio, se ha vuelto sectario y excluyente (¿sectarismo oportunista?). Las declaraciones de Jesús Ortega en el sentido de que podría acudir al TEPJF para impugnar la anulación de la elección interna de su partido del pasado 16 de marzo demuestra la estulticia a que pueden llegar quienes están ansiosos de poder, aunque sea recurriendo al enemigo, en este caso al órgano que precisamente y contra toda lógica convalidó los fraudes y el cochinero tanto del proceso electoral como de la elección de 2006.