■ La agente Martina revela a La Jornada los entresijos del caso de la Colección Patterson
La incautación en Alemania, “un poco por suerte”, permitió localizar el acervo
■ Más de un millar de objetos salieron de España, porque no estaban a disposición de un juez, dice
■ “Tenemos inventarios de Guatemala y Perú, entre otros países, pero ninguno mexicano”
Ampliar la imagen Otra de las piezas prehispánicas incautadas en Alemania, cuya propiedad se atribuye a México
Madrid, 25 de julio. La agente Martina (nombre ficticio por exigencia de su trabajo) ha sido una de las artífices de la localización, incautación e identificación de la Colección Patterson, integrada por más de mil 800 piezas precolombinas, fruto de presunto expolio y tráfico ilegal.
En entrevista con La Jornada, Martina, de la Brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional española, explicó algunos de los entresijos de esta compleja operación, que se inició en 1997 cuando un personaje, desconocido hasta entonces por la policía española, el costarricense Leonardo Patterson, se presentó en Santiago de Compostela con una muestra de incalculable valor de piezas de las culturas más diversas de la América precolombina.
El testimonio de esta joven agente muestra una constante: la palmaria dejadez y negligencia de las autoridades mexicanas, en particular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), para recuperar las piezas que podrían ser propiedad del patrimonio histórico de México.
–¿Nos puede explicar cómo llegan a Leonardo Patterson, al parecer uno de los principales traficantes de arte precolombino?
–En la Brigada no conocemos de forma íntegra el historial ni el perfil de Patterson, pero sí algunos datos de su trayectoria profesional y de sus actividades.
“Cuando empezamos el proceso, lo que hicimos fue investigar la ubicación de la Colección Patterson. Esto se comunicó a todos los países; se les dijo que no estaba intervenida, que sólo era un inventario fotográfico y que el propietario podía disponer de ella, puesto que no tenemos recursos policiales o judiciales para evitarlo.”
Omisión del gobierno mexicano
–¿México formuló la comisión rogatoria para reclamar la propiedad de las piezas?
–México no ha pedido ni ha enviado ninguna comisión rogatoria, al menos de momento. Los únicos que lo han hecho son Perú, Guatemala y Ecuador. Aunque hay países que sí nos han enviado un estudio realizado por sus institutos de cultura, de la sección de arqueología, en el que han ido reconociendo cada una de las piezas y haciendo un pequeño inventario de procedencia y de características, en función del que nosotros hicimos de la Colección Patterson. México no lo ha enviado.
–Pero, ¿si lo hubiera hecho y hubiese seguido el mismo procedimiento que los otros países, supongo que ustedes ya lo sabrían?
–Sí, pues tenemos en nuestro poder varios informes o inventarios, en concreto de Guatemala, Ecuador, Perú, Argentina, Colombia y Costa Rica. Y los que no lo han remitido son México, El Salvador y Venezuela, aunque este último sí envío un escrito a la Policía Internacional (Interpol) anunciando que lo remitirá en breve.
–¿Cuándo se informa a los países implicados que la Colección Patterson está fuera del ámbito judicial?
–Se hacen dos comunicaciones. Una en febrero de 2007 y la segunda entre junio y agosto de ese año, por si acaso algún país no había recibido la primera. Digamos que se hace una reiteración del escrito por conducto de la Interpol, porque al no estar intervenida creíamos que Patterson se la podía llevar.
–¿Usted cree que si las autoridades de los países implicados hubieran enviado las comisiones rogatorias y actuado con más diligencia, el juez habría firmado la intervención?
–Sí, pues está obligado al menos a asegurar las piezas e impedir que las saquen del país.
–¿Por qué la aduana alemana incautó el material?
–Lo que hizo fue revisar el material transportado y al ser piezas de tipo arqueológico, las retuvo para cerciorarse si eran de procedencia lícita.
“A partir de ahí nos informan que la colección está en Alemania y nosotros hacemos una solicitud vía la Interpol; damos cuenta al juzgado y éste es el que tramita una orden europea de restitución y embargo. Fue un poco por suerte que la policía alemana retuviera la colección; de lo contrario, habría sido mucho más difícil saber dónde estaban las piezas.”