TOROS
Vetan el toreo a 200 kms de la México
Entre quienes se visten de luces, quienes los aconsejan desde el callejón y les consiguen contratos, así como entre quienes se dedican a hacer fiesta donde pueden, se comenta con indignación el nuevo “decreto”, divulgado por los aledaños al empresario de la Plaza México, Rafael Herrerías, quien ha hecho saber que durante la temporada me-xi-ca-ní-si-ma, que arrancará en septiembre, no podrán torear en el embudo de Mixcoac quienes hagan el paseíllo a 200 kilómetros a la redonda. Obviamente no el mismo día.
Así de fácil. ¿Eres un aspirante a figura, tienes ya el título de matador y quieres que te pongan en un cartel del serial que sólo reunirá a coletudos locales de poca monta? Pues óyelo bien: no torees en ningún coso, por pequeño que sea, dentro de un radio de 200 kilómetros que tenga como eje el centro del redondel de la México, donde sólo los grandes reciben a los toros de rodillas para cambiarlos sin moverse.
Uno supondría que la vida se rige por otra lógica. Que habida cuenta de la pérdida creciente de aficionados a la tauromaquia, los hombres del pozo de Insurgentes estarían dedicados a la búsqueda de fórmulas para renovar su clientela. En ese sentido han contado siempre con la colaboración gratuita de los empresarios pequeños, que fomentan el culto a un novillero en ciernes, cuyos seguidores no ven la hora en que éste pasará de la placita a la plazota para ir a apoyarlo.
Pues bien, ahora ocurrirá todo lo contrario. Los toreritos que triunfen en los pueblos dispersos por la periferia de la gran capital, no serán bien recibidos en la México, no vaya a ser que atraigan público y éste quiera gastarse unos pesos de más, en cerveza y golosinas, aparte de pagar los boletos. Ni lo mande ningún dios. La plaza muerta debe seguir vacía, y cada vez que alguien salga en hombros –como le ha pasado a Marcial Herce–, en lugar de obtener nuevos contratos, no volverá a torear. Para que aprenda.
Ante semejante perspectiva, los aficionados se harán la misma pregunta de cada año: ¿renovarán sus derechos de apartado, se los venderán al mejor postor o dejarán que Herrerías se quede con ellos? ¿Será la existencia de esas tarjetas lo que impide, en términos legales, que la plaza sea rematada como terreno para que se inicie la construcción de un nuevo mega centro comercial? Habrá que averiguarlo. Por lo pronto, este espacio le envía un fuerte abrazo a su amigo y lector, Jorge Martínez Jiménez, y le desea que halle pronto consuelo tras la desaparición de su madre, doña Concepción Jiménez García.