Usted está aquí: jueves 31 de julio de 2008 Opinión Economía: advertencias y desatenciones

Editorial

Economía: advertencias y desatenciones

El más reciente Informe sobre la inflación, abril-junio 2008, elaborado por el Banco de México (BdeM) y presentado por su titular, Guillermo Ortiz Martínez, plantea un panorama sumamente preocupante para la economía nacional. En el documento se afirma que “las dificultades por las que ha venido atravesando la economía mundial continuaron durante el segundo trimestre de 2008 (...) el debilitamiento de la actividad económica se acentuó, las presiones inflacionarias aumentaron y se observó un nuevo periodo de incertidumbre en los mercados financieros”. Estos factores se ven reflejados en un empeoramiento del panorama macroeconómico mexicano: las expectativas de crecimiento del producto interno bruto, que en abril eran de entre 2.4 y 2.9 por ciento, han caído y se colocan entre 2.25 y 2.75 por ciento; la inflación anual, estimada durante el primer trimestre de 2008 en un máximo de 4.75 por ciento, ahora se prevé que pueda llegar a 6 por ciento y, con relación a las perspectivas de generación de empleo, de las más de 500 mil nuevas plazas que se esperaba crear, ahora sólo se prevén alrededor de 300 mil. Adicionalmente, Ortiz Martínez dio cuenta de una nueva caída en el envío de remesas –que constituyen, junto con el petróleo, uno de los pilares de la economía nacional–, de 2.2 por ciento en relación con el mismo periodo del año pasado.

El redimensionamiento en las expectativas macroeconómicas del banco central, que configura un nuevo escenario mucho menos halagüeño que el anterior, es signo contundente de los estragos que ha tenido en la economía de nuestro país el proceso de desaceleración de la economía mundial a partir de la crisis que se ha venido configurando en Estados Unidos, la principal economía del planeta. Dicha crisis, cabe recordarlo, se inició con los quebrantos en el sector inmobiliario estadunidense, que afectaron severamente a otras áreas en esa nación, como la industria manufacturera, y provocaron, entre otras cosas, jornadas de alarmante inestabilidad en los mercados bursátiles del mundo.

No obstante lo anterior, y a pesar de los señalamientos de diversos analistas, del reclamo de la sociedad e incluso de la manifiesta preocupación del propio BdeM, cuyo gobernador advirtió en su momento sobre “el riesgo de que el debilitamiento de la economía de Estados Unidos (…) tenga una repercusión negativa (…) en México”, el gobierno no ha podido o no ha querido atender los focos de alarma, y antes bien se ha encargado de desestimar los factores de riesgo del panorama internacional y apelar a una supuesta “solidez de la economía mexicana”. En buena medida, las consecuencias de esas desatenciones se ven reflejadas en el informe presentado por el banco central.

Por añadidura, el desolador panorama que presenta el informe del BdeM apunta a una inaceptable falta de responsabilidad, de altura de miras y hasta de interés por parte de los recientes gobiernos, incluido el calderonista, que poco o nada han hecho por sacar a la economía interna del estado de precariedad en que se encuentra. Por el contrario, con el inicio del ciclo neoliberal, las sucesivas administraciones han abrazado y mantenido una política monetaria orientada a la contención de las presiones inflacionarias, pero que, según puede verse, no ha servido para tal fin, y sí, en cambio, para generar cargas adicionales a los usuarios de los servicios financieros, para castigar a los sectores productivos y mermar las inversiones y la creación de empleos. No se han dado, en cambio, acciones concretas para frenar la vasta dependencia económica que México acusa con respecto a la nación vecina y por emprender acciones necesarias para revertir tal circunstancia, como la siempre postergada reactivación y fortalecimiento del mercado interno, la aplicación rigurosa del cobro de impuestos a las grandes fortunas y la aplicación de mecanismos de protección a la economía de los más desprotegidos, que son quienes, por elementales razones, sufren en mayor escala las consecuencias de las crisis.

En suma, la falta de rumbo y de visión económica del gobierno mexicano coloca hoy al país ante un destino que, desde hace tiempo, se antojaba previsible.

 
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