Usted está aquí: viernes 1 de agosto de 2008 Economía Sube 12% el salario mínimo en EU; el año pasado el aumento fue de 13.6

■ Existe una pobreza y desigualdad económica de proporciones tercermundistas

Sube 12% el salario mínimo en EU; el año pasado el aumento fue de 13.6

■ Crece el número de multimillonarios; hay 469, según el último recuento de la revista Forbes

Reuters

Washington, 31 de julio. El salario mínimo en el país más rico del mundo acaba de ser elevado en casi 12 por ciento. Eso siguió al aumento de 13.6 por ciento el año pasado, y parece un avance mayor para aquellos que están en lo más bajo de la escala económica. Al menos, a primera vista. Pero cuando se los examina más de cerca, los números subrayan una pobreza y una desigualdad económica de proporciones tercermundistas.

En términos de una distribución equitativa de ingresos y riqueza, Estados Unidos está más cerca de Irán, Argentina o México, que de Canadá o Alemania (de acuerdo con el índice de Gini, una medición estadística de la desigualdad que lleva el nombre de Corrado Gini, el economista italiano que la desarrolló en 1912).

En el otro extremo de la escala, la economía estadunidense produjo multimillonarios a un ritmo sostenido. Ahora hay 469 magnates, de acuerdo con el último recuento de la revista Forbes.

En 1982, cuando la revista empezó su lista anual de los estadunidenses más ricos, sólo había 13 dueños de fortunas de miles de millones de dólares. Hoy, Estados Unidos tiene la mayor brecha entre ricos y pobres de todos los países industrializados occidentales.

El último aumento entró en vigor la semana pasada y llevó el salario mínimo a 6.55 dólares la hora. Ajustado por la inflación, esto es inferior a su nivel de 1964, el año en el que el presidente estadunidense Lyndon Johnson declaró la “guerra incondicional contra la pobreza en Estados Unidos”.

Y la pobreza ganó, como dijo un cuarto de siglo después el presidente Ronald Reagan, paladín del libre mercado.

Entonces, el 13 por ciento de la población estadunidense vivía debajo de la línea oficial de la pobreza. En 2006, según las estadísticas más recientes de la Oficina del Censo de Estados Unidos, se ubicaba en 12.3 por ciento, o 36.5 millones de personas.

“Hubo un movimiento enorme de los ingresos, desde el fondo y el medio, hacia la cima,” dice Holly Sklar, directora de Empresas para una Prosperidad Compartida, una red de propietarios de empresas que apoyan el aumento del salario mínimo.

“El uno por ciento más rico de los estadunidenses ha incrementado su participación en el ingreso de la nación a un nivel más alto que en cualquier año desde 1928, el año previo a la Gran Depresión”, agregó. La pobreza y la desigualdad normalmente no son objeto de un amplio debate en Estados Unidos, pero este es un año electoral que podría marcar el comienzo de un cambio.

Este mes, un sondeo de la revista Time y la Fundación Rockefeller mostró que 85 por ciento de los estadunidenses están insatisfechos con la economía y creen que su país está en el camino equivocado. Time calificó el porcentaje como sin precedentes. La encuesta mostró también un impactante cambio en la confianza sobre el papel del gobierno a la hora de resolver los problemas del país.

Más de 80 por ciento favorecía proyectos de obras públicas para crear empleos y 70 por ciento prefería programas del gobierno para ayudar a aquellos con dificultades para sobrevivir en una economía en declive, marcada por la caída de los precios de las casas, los remates y precios de combustibles y alimentos mucho mayores.

¿Contrarreforma?

Time calificó los resultados de “una especie de contrarreforma en una era liderada por los republicanos, que enfatiza la desregulación y la autosuficiencia”. ¿Existe algún paralelismo entre el presente y el humor que condujo a las reformas sociales del “New Deal” de los años 30? Algunos académicos dicen que sí.

En palabras de Jacob Hacker, politólogo de la Universidad de Yale, “tenemos un orden económico que no está bien posicionado para responder a los desafíos del siglo XXI, como cuando en esa época existía una conciencia de que el mundo había cambiado, pero el gobierno no”.

Más allá de quién gane el 4 de noviembre, el demócrata Barack Obama o el republicano John McCain, es difícil ver que fluyan beneficios económicos tan fácilmente al uno por ciento de arriba como ocurrió en los ocho años de presidencia de George W. Bush.

Ambos candidatos han anunciado planes para reformar un sistema del cuidado de la salud que ha contribuido en gran medida a la ansiedad económica reflejada en los sondeos. Existen buenas razones de porqué el reporte anual de la Oficina del Censo se denomina “Ingresos, Pobreza y Cuidado de la Salud en Estados Unidos”.

El número de estadunidenses sin seguro de salud ha aumentado constantemente desde el comienzo del milenio y ahora se encuentra en 47 millones de personas, de una población total de 301 millones.

Más de 22 millones tienen empleos a tiempo completo y para muchos de ellos, enfermarse puede implicar un desastre financiero y una caída desde el borde de la clase media, a las filas de lo que, en forma eufemística, se conoce como “los trabajadores pobres.”.

Esa es la etiqueta para aquellos que trabajan cobrando el salario mínimo, un total estimado de unas 2 millones de personas. Usualmente, tienen dos o tres empleos y aún les cuesta pagar los gastos. Este sector incluye a gente que se ve obligada a dormir en sus autos, tráilers o refugios urbanos.

La forma miserable en la que ha fallado el sistema se ve en las grandes multitudes que asisten a las clínicas gratuitas que funcionan los fines de semana y están dirigidas por una organización llamada Cuerpo de Voluntarios Médicos para Áreas Remotas.

 
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