Ciudad Perdida
■ Llegó la hora de los ciudadanos
■ Sorpresa en los enclaves panistas
En el abuso total de la paciencia del lector, nos permitimos tocar, una vez más, el asunto de la consulta sobre el futuro energético del país. ¿Por qué? Bueno, porque la pregunta que va y viene en todas partes es: ¿y luego qué?
Y es que quedan cosas por decir. Por ejemplo, que en adelante, cuando menos el gobierno de la ciudad ha fijado un compromiso real, fuerte, sin equívocos, con sus gobernados para consultar, todas las veces que sean necesarias, las acciones que pudieran afectarles.
Eso es lo que sigue, en verdad, después de la consulta. Si se le quiere o no tomar en cuenta entre los legisladores, será una cuestión que deberán sancionar los ciudadanos, porque es de ellos, ahora sí, la responsabilidad de mirar con claridad quién y cómo podrá proteger sus intereses, y quién mira con ambición irresponsable la venta de lo que, cuando menos en la ley actual, es de la gente.
De esa forma, para los ciudadanos se ha establecido una doble correa de mando que tendrá que hacer madurar su toma de decisiones. Por un lado, la importancia de salir a opinar con libertad y con la certeza de que su voluntad no será burlada, para modificar o apoyar muchas de las formas de gobierno que antes de la consulta caían sobre ellos, algunas veces como maldición y otras como aciertos que les permitían mejorar su calidad de vida. En una y en otra situaciones la gente no contaba, no opinaba, no existía.
Por el otro lado, la enorme responsabilidad de saber elegir. Ya no será posible, por más televisión que se mire, actuar sin pensar, sin reflexionar. Otro Fox ya no lo aguanta México, una alucinación más sería un desastre, como pasa ahora. Por eso, la carga de ser ciudadano ya no será la misma. Nunca más será igual.
Pero además hay secretos, de esa consulta, que no han sido revelados y que, desde luego, muestran ciertas verdades que deberán formar parte de la estrategia política que diseñará el futuro inmediato de la ciudad de México, y que no pueden pasarse por alto. Por ejemplo, la composición del voto del pasado domingo.
Primero habrá que decir que la delegación que cumplió con 96.4 por ciento de las expectativas que se formaron desde el gobierno legítimo, fue la Cuauhtémoc. Después Alvaro Obregón; allí la meta se cumplió en 82.4 por ciento. Esas dos muestras están desde luego dentro de la normalidad política esperada.
Lo que a todos tiene sorprendidos, por más que se hable de que un mal gobierno da casi siempre un mal resultado en las urnas, es lo sucedido en Benito Juárez. Esa delegación dirigida por el panista Germán de la Garza resultó haber logrado el tercer lugar en cuanto al cumplimiento de la metas fijadas por el gobierno legítimo.
Resulta que el porcentaje llegó a 81 por ciento del total de los votos esperados, y qué decir de Miguel Hidalgo, donde se supone que la resistencia azul sería mucho más fuerte, y donde los votos depositados cumplieron con 60 por ciento de las expectativas levantadas. La delegación de Gabriela Cuevas ocupó el sexto lugar en la lista de delegaciones con más votos.
Y esto es curioso porque en otras delegaciones donde, por ejemplo, gobierna gente de Nueva Izquierda, como Iztapalapa, apenas se recabó 47 por ciento de las opiniones que, se suponía, deberían depositar los habitantes de aquella demarcación. Iztapalapa ocupó el lugar 15 de las 16 delegaciones observadas.
Lo números tendrán, desde luego, que provocar una reacción por parte del gobierno de Marcelo Ebrard, del gobierno legítimo de Andrés Manuel López Obrador, y del propio Partido de la Revolución Democrática del Distrito Federal, que deberá poner sus ojos en lo que se dice detrás de los porcentajes. ¡Aguas!
De pasadita
¿Qué pasa en la dirección del Metrobús? Parece que allí se instaló una mano negra que hace y deshace, sin comprometerse, y que tiene hartos a todos, incluso a la gente del gobierno, y dicen que esa mano negra es de Guillermo Calderón Aguilera, el director de la empresa descentralizada. De esto, les seguiremos comentando.