Usted está aquí: viernes 1 de agosto de 2008 Cultura El ballet es un arte cruel, pues importan mucho la edad y el físico: John Clifford

■ El coreógrafo vino a México para preparar la pieza que la CND presentará en Albuquerque

El ballet es un arte cruel, pues importan mucho la edad y el físico: John Clifford

■ La agrupación escenificará su obra Sinfonía para cuerdas número 74 en EU

■ “Encontré que esa compañía tiene jóvenes bailarines con energía y posibilidades para interpretar a Balanchine”

Ericka Montaño Garfias

La única manera para que una compañía de ballet se internacionalice consiste en no quedarse con el repertorio clásico, advierte John Clifford.

Se trata de abrirse a las nuevas coreografías, así como apostar por los bailarines jóvenes que tienen energía y técnica, y eso es lo que hace del ballet el arte más cruel, porque importa mucho la edad y el físico, indica el coreógrafo estadunidense, quien estuvo en México para trabajar con la Compañía Nacional de Danza (CND).

Y es que esa agrupación participará, desde este viernes, en el contexto del Festival Ballet Pro Música de Albuquerque, Nuevo México, Estados Unidos, con la coreografía Sinfonía para cuerdas número 74, basada en la Sinfonía número 9, de Felix Mendelssohn.

Acierto de Dariusz Blajer

Fueron cuatro los días durante los cuales Clifford, docente de la Fundación Balanchine y fundador del Ballet de Los Ángeles, trabajó con la compañía mexicana para montar esa pieza de su autoría. Lo que encontró, indicó, fue un cuerpo de ballet joven, con energía y muchas posibilidades de adoptar trabajos del repertorio de George Balanchine.

“Vine a México por dos razones –manifestó en entrevista con La Jornada–. La primera, para montar la coreografía que la CND presentará en Albuquerque y, la segunda, porque al ser docente de la Fundación Balanchine, quería ver si el grupo se había desarrollado lo suficiente para montar coreografías del maestro estadunidense.

La ocasión anterior que Clifford estuvo en el país fue hace 18 años, “y es muy claro que los bailarines se han desarrollado muy bien en este tiempo. Cada compañía en el mundo es reflejo inmediato de su director; a veces es bueno, pero otras no tanto.

“Por ejemplo, en Estados Unidos, en algunas compañías, y no diré nombres, los directores no son muy interesantes, así que las agrupaciones se han ido para abajo en calidad.

“Lo que ocurre con la CND es que en realidad está yendo para arriba, y la única explicación para mí es su director, Dariusz Blajer, porque ha contratado nuevos bailarines; hay muchos jóvenes y muy buenos que pueden seguir levantando la calidad de la compañía. Y no lo digo por política, es la verdad.”

Esto es algo que sucede con compañías, como la de la Ópera de París y el Bolshoi, que están apostando por los jóvenes, eso hizo que hayan retomado su época de grandeza.

Es interesante lo que está pasando, añadió, “porque el ballet es un arte cruel, tal vez el más cruel, porque depende del físico, no como los pintores, los actores y los músicos, es como en el deporte. Es cruel porque, por ejemplo, cuando monto Balanchine, tengo que insistir exactamente en los dibujos de la coreografía de lo que se pide, y son muy difíciles técnicamente, por lo que sólo lo pueden interpretar los bailarines muy jóvenes.

“Eso es triste, porque los bailarines más grandes quieren bailar Balanchine, pero no los puedo escoger porque son coreografías muy difíciles que necesitan mucha energía y que los bailarines dominen las dificultades técnicas, y esto sólo lo pueden hacer los intérpretes jóvenes.”

Y en la actualidad ya no sólo las coreografías de Balanchine son demandantes, existen coreógrafos como William Forsythe o Jirí Kylián, cuyas piezas son de mucha técnica, advierte

“Tengo muchas esperanzas puestas en la CND de México, porque he visto muchos jóvenes bailarines, porque creo que quiere internacionalizarse y la única manera de lograrlo es mediante un nuevo repertorio, no sólo El lago de los cisnes o Romeo y Julieta.

“Todos tienen a Romeo y Julieta, por eso deben apostar a un repertorio novedoso, diferente, combinado con obras de diferentes coreógrafos, no sólo los clásicos. Ahora el Kirov y el Bolshoi se han abierto a las coreografías de Balanchine y Forsythe.”

Buena técnica e inteligencia

Como coreógrafo, subraya John Clifford, “busco muy buena técnica e inteligencia en los bailarines, porque no quiero enseñar lo mismo una y otra vez. Me identifico rápidamente con los intérpretes inteligentes. Y si todo está muy bien ensamblado vale, porque el público también es inteligente.

“Balanchine siempre nos enseñó que debemos ser alguien que entretiene, que le hace pasar un buen rato a quien lo está viendo, finalmente es show business, es espectáculo.

“El ballet es un arte, pero si no haces pasar un buen rato al público, entonces fallaste. No importa si hay una buena técnica, si es algo frío y no entretienes al público es un desastre.”

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.