■ Tbilisi firma un alto el fuego unilateral en los términos planteados por mediadores europeos
Rusia da por concluida la ofensiva militar para imponer la paz en Georgia
■ Putin sostiene que es “sorprendente el cinismo de la política” de EU, tras acusaciones de Bush
Ampliar la imagen En la ciudad georgiana de Gori una mujer es consolada por su esposo luego de recibir la noticia de que su hijo fue ultimado en los combates Foto: Ap
Moscú, 11 de agosto. El presidente de Rusia, Dimitri Medvediev, afirmó este lunes que la ofensiva militar para “imponer la paz a Georgia” puede darse por concluida “en lo esencial”, toda vez que el ejército ruso mantiene bajo su control casi todo el territorio de la república separatista de Osetia del Sur, incluida su capital, Tsjinvali, reducida a ruinas.
En Tbilisi, casi a la misma hora, el presidente de Georgia, Mijail Saakashvili, firmó un alto el fuego unilateral, en los términos planteados en la propuesta que llevaron los mediadores de la Unión Europea y de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, los cancilleres de Francia, Bernard Kouchner, y de Finlandia, Alexander Stubb, quienes este martes traerán el mismo documento a Moscú.
Pese a los desencuentros en el Consejo de Seguridad de la ONU y las cotidianas acusaciones recíprocas, hay elementos para suponer que tanto Rusia como Georgia quieren poner fin al derramamiento de sangre. El problema es que tanto Moscú como Tbilisi, aunque al final de cuentas tantas muertes y devastación sólo sirvan para volver al punto de partida –la situación que había hasta la madrugada del viernes anterior–, pretenden salir como vencedor de esta absurda guerra a los ojos de la comunidad internacional.
Y como ninguno acepta asumir la parte de culpa que le corresponde, y sólo busca que el mundo condene al otro, es previsible que la negociación será larga y habrá varios intentos de mediación foránea hasta que se alcance una fórmula de compromiso que satisfaga a Moscú y Tbilisi.
Aunque la información sigue siendo deliberadamente contradictoria –por poner un ejemplo, Saakashvili llegó a decir que, en cuatro días, su país derribó “entre 80 y 90 aviones rusos”, mientras el mando militar ruso admite la pérdida de sólo 4 aparatos–, al parecer todavía no se han replegado todos los soldados de Georgia que entraron a Osetia del Sur y quedan ahí focos aislados de combates, y esporádicamente se producen bombardeos de las posiciones rusas y los inevitables golpes de respuesta.
Con el claro propósito de sacar ventaja del error colosal de Georgia, que al invadir Osetia del Sur incumplió el acuerdo de paz de 1992 y puso en bandeja el pretexto legal para consolidar su presencia militar en esa estratégica región, el Kremlin también trata de asestar golpes de anticipación.
Por eso, Medvediev ordenó hoy reforzar con más efectivos y armamento el “contingente de pacificación” ruso en Abjazia, la otra república que de facto se independizó de Georgia, tras la guerra civil de comienzos de los 90.
El ministerio de Defensa confirmó el despliegue adicional en Abjazia de una “fuerza de choque” de 9 mil soldados y 350 tanques y carros blindados, cuya misión, según el general Serguei Chaban, al frente de ese contingente, es “impedir que el ejército georgiano se reagrupe y lance una ataque similar contra Abjazia, esto es, evitar que se repita el escenario de Osetia del Sur”.
En el caucásico río revuelto, Chaban formuló esta tarde un ultimátum a las fuerzas georgianas que, violando el respectivo acuerdo de paz, en 1996 ocuparon parte del desfiladero de Kodori, para que depongan las armas o “se tomarán todas las medidas coercitivas que se consideren pertinentes”.
Por su parte, el primer ministro Vladimir Putin subrayó que Rusia “llevará hasta el final su misión de pacificación” en Osetia del Sur y reiteró que, para evitar la “catástrofe humanitaria” provocada por “el genocidio georgiano”, está dispuesta a destinar cerca de 450 millones de dólares.
Por lo pronto, ya se trasladaron a Osetia del Norte, donde se concentran los más de 30 mil refugiados, 21 estaciones de generación eléctrica, 23 estaciones de purificación de agua, dos hospitales de campaña, 39 toneladas de medicamentos, 136 toneladas de comestibles y 90 toneladas de agua purificada.
Putin aprovechó la reunión con sus ministros para arremeter contra “su amigo, George (W. Bush)”, el presidente de Estados Unidos que, en entrevista de televisión desde Pekín, calificó de “inaceptable” y “desproporcionada” la respuesta militar de Rusia en Osetia del Sur.
“Es de lamentar que algunos de nuestros socios no sólo no nos ayudan, sino que, de hecho, tratan de complicarnos las cosas. Me refiero, por poner un caso, a que Estados Unidos prestó sus aviones militares de transporte para llevar a Georgia, prácticamente hasta la zona del conflicto, a las unidades de élite de su ejército que estaban en Irak. Por supuesto, nada cambiará eso, pero es un movimiento en sentido contrario a un arreglo político”, señaló Putin.
Y remató: “Sorprende no tanto el cinismo de esa política (de EU), ya que, como se sabe, toda política tiene algo de cínica. Pero es inconcebible la magnitud de ese cinismo: qué capacidad de dar blanco por negro, y negro por blanco; qué habilidad para presentar al agresor como víctima y responsabilizar de las consecuencias a la propia víctima”.
En el mismo tenor, en Bruselas, el representante de Rusia ante la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), Dimitri Rogozin, se mostró “indignado” por la actitud de los países que en 1999 guardaron silencio ante los bombardeos de la alianza noratlántica sobre Serbia y que ahora “se creen con el derecho moral de criticar a Rusia”.