Usted está aquí: martes 12 de agosto de 2008 Mundo China se percibe como potencia comercial y cultural, no militar

■ Para Pekín “la guerra es cosa de los gringos”, señala experto

China se percibe como potencia comercial y cultural, no militar

Guillermo García Espinosa

Los sinólogos sostienen que desde que el líder Deng Xiao Ping anunció la reforma de la economía en 1978, el razonamiento central fue que China –entonces con 900 millones de habitantes y limitados recursos materiales– desarrollara su economía mediante el comercio y el intercambio de inversiones con cada una de las regiones del mundo, de tal forma que pudiera cubrir satisfactoriamente su apetito de materias primas.

“Lo que estamos viendo desde 1949 y en forma activa desde los años 70 es la reubicación de China en la economía del mundo con un modelo diferente al de otros países”, afirma Enrique Dussel Peters, director del Centro de Estudios México-China de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Uno de los temas que intriga a todos aquellos que desde la diplomacia, la academia o los negocios se encuentran con China es el tema del lugar del gigante asiático en el mundo, definido siglos atrás como el pueblo “en medio” del mundo.

“Cuando uno está allá, se puede ver que es el centro del mundo y que uno se equivocaba pensando que estaba en otra parte”, dice el matemático Leonardo Traversoni, investigador del área de ciencias de la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, cuyos nexos académicos con la comunidad científica le han llevado más de una docena de veces a la República Popular.

“China, por su tamaño, cuestiona profundamente la forma de producción capitalista”, señala Dussel. “En 1978 vieron cuáles eran las reglas del capitalismo internacional, entraron al juego e hicieron pedazos a medio mundo. Por eso ahora más de uno se pregunta si las reglas son sensatas y si la forma de producción es sustentable porque no hay materia prima y energía que sostenga el crecimiento global y China lo está llevando al límite”.

Es el ritmo de crecimiento del producto interno bruto –a una tasa promedio de cerca de 10 por ciento anual en tres décadas– lo que explica por qué China se ha dedicado a asegurar fuentes de materias primas en distintas regiones del mundo, apunta la economista Alicia Puyana, investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).

Los relevos políticos

Si la economía y sus impactos sorprenden, la política genera interrogantes, porque fuera de los expertos en la materia se desconocen las peculiaridades del sistema político chino, sus personalidades y relevos generacionales.

“Los cambios políticos se dan de acuerdo con sus propios tiempos”, afirma el ex embajador de México en China, Jorge Eduardo Navarrete. “Se han ido democratizando los sistemas gubernativos a nivel local; se realizan elecciones competidas para designar a los dirigentes de las comunidades; se presentan otras demandas, lo que atañe más a la gente: clínicas, escuelas. Eso no necesariamente se refleja en la macropolítica, pero favorecerá su generalización en un periodo prolongado”.

Los académicos de instituciones mexicanas advierten que el sistema político chino está en un proceso de cambio, pese a la imagen de estancamiento que se percibe a través de los medios de información internacional y de la reserva con la que Pekín trata sus asuntos.

“Se ha generado una participación política local, grupal, que no reta al PCCh a nivel nacional... Es un país muy grande, con culturas políticas diversas. El PCCh dejó de tratar de acaparar y la posición directiva del partido es no participar con cuadros, sino dejar que la gente elija a los líderes de las comunidades”, señala el historiador del Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México, Romer Cornejo, que además precisa: “en la percepción del PCCh, un cambio político generaría un caos como el ocurrido en la Unión Soviética y a la división del país”.

“El tema de la política ha sido utilizado para presionar a China, pero es algo que no funciona, y mientras sigamos pensando en el paradigma electoral occidental, estaremos decepcionados”, advierte Navarrete.

Diversos historiadores apuntan que al final de la Segunda Guerra Mundial (1945), China era vista por el resto del mundo como un país pobre, sometido a la hegemonía de la Unión Soviética, pero seis décadas después la pregunta es si China (miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y poseedora de armas nucleares) ha dado los pasos para ser considerada una potencia mundial.

Una docena de académicos responden en el más reciente libro de El Colegio de México sobre China (en librerías desde junio pasado) que este país es todavía una “potencia en ascenso”.

Desde el punto de vista económico, menciona la economista Puyana, puede decirse que “se configura un escenario de potencia”, pero más aún, “esa es la meta” de los chinos.

En lo militar, y a pesar de disponer del mayor ejército del mundo con tres millones de soldados, los especialistas no creen que esa sea la intención de China.

“China se percibe a sí misma como una potencia comercial y cultural; se siente culturalmente superior”, dice Cornejo. “Pero el ejército chino es defensivo... hay zonas conflictivas en sus fronteras y hay una potencia, Estados Unidos, que se ha comportado de manera amenazante hacia los chinos”.

Una imagen de la vida cotidiana, observa Traversoni, ilustra por qué China no se mira a sí misma como una potencia militar: las jugueterías en un país donde sólo hay un hijo por familia son enormes y tienen una gran variedad, pero en las secciones de los juguetes bélicos, los tanques, los rifles y los cazabombarderos no son chinos, son Phantom o F-16.

“Para los chinos –dice Traversoni–, la guerra es cosa de los gringos”.

 
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