■ Posible investigación por genocidio en Osetia del Sur: Corte Penal Internacional
Civiles osetios, atrapados en el fuego cruzado de combatientes en el Cáucaso
Ampliar la imagen Una anciana vela el cuerpo de su esposo en su casa en Tsjinvali, capital de la convulsionada Osetia del Sur Foto: Ap
Gori, 14 de agosto. La tensión se había incrementado durante días y Nona Bakarashvilli, madre de cuatro hijos dentro de una familia de etnia georgiana estaba cada vez más preocupada. Ella, junto con su esposo Georgi, dejaron su hogar en Osetia del Sur para buscar un lugar seguro.
Seis horas después de dejar su aldea, Nona Bakarashvilli recibió un tiro en un puesto de control que le disparó un miliciano ebrio y murió. Esta es una de las muchas muertes de civiles; atrocidades que grupos humanitarios están descubriendo en ambos lados del conflicto.
Georgi Bakarashvilli, de 58 años, y los hijos de la familia lograron llegar al hogar de un pariente en otra parte de Georgia, no sin que antes hombres armados les quitaran todo su dinero y las pocas pertenencias que llevaban.
La aldea a la que llegaron también terminó a merced de paramilitares osetios, cosacos y chechenos que llegaron a Georgia siguiendo a las tropas rusas y saben que nuevamente deberán huir del peligro.
Los Bakarashvilli vivían en un caserío entre Ksuisi y Kurta, donde habitaban otras familias georgianas y osetias. Georgi Bakarashvilli asegura que el ambiente siempre fue amistoso, pero que esto cambió hace algunos meses con la llegada de paramilitares a Tsjinvali, capital de Osetia del Sur.
“Los fuereños son los que comenzaron los problemas”, señaló. “Yo nunca tuve problemas con los osetios que eran nuestros vecinos, a veces trabajábamos en las granjas juntos. Pero estos hombres comenzaron a insultarnos y a decir que los georgianos no teníamos por qué estar aquí. Mi hijo mayor, de 24 años, les preguntó dónde era que teníamos que estar y le respondieron que en Tblisi”.
Otros georgianos de la zona comenzaron a irse y los Bakarashvilli dejaron su hogar el pasado viernes y huyeron en el viejo automóvil Opel de la familia con la intención de ir a la casa de un primo, el mismo día en que las fuerzas georgianas lanzaron su ataque contra Osetia del sur. Fueron detenidos en un puesto de control al este de Tsjinvali por uniformados.
“Tengo miedo porque sé que mi familia no está segura...”
“Había como diez, y algunos no eran osetios, me di cuenta por el acento, y había unos muy borrachos”, narra. “Nos quitaron todo lo que traíamos y querían robarse nuestro auto. Mi esposa comenzó a discutir con ellos, les decía que no podíamos emprender a pie un camino tan largo. Nos empujaban con los cañones de sus rifles, uno de ellos abrió fuego y le disparó a mi mujer en el estómago. Uno de los hombres nos llevó a Tsjinvali, mi esposa sangraba mucho. Luego nos botó del auto; fue ahí donde mi esposa murió. Ahora mis hijos lloran todo el tiempo. Están muy tristes por lo que pasó pero también tengo miedo porque sé que no estamos seguros”.
Existe un creciente saldo de civiles muertos y heridos en el conflicto, ya sea porque quedaron atrapados en el fuego cruzado, en los bombazos, o en los ataques sectarios. The Independent ha visto el resultado de la violencia tanto en Osetia del Sur como en Georgia desde el comienzo de los combates, a finales de la semana pasada.
Un reporte de Human Rights Watch publicado este jueves detalla las atrocidades que se han cometido y “expresa su profunda preocupación por la naturaleza aparentemente discriminada de los ataques que han causado tantas bajas entre civiles”.
En Tsjinvali una mujer con ocho meses de embarazo murió cuando miraba por la ventana y alguien le disparó. Una casa fue destruida cuando la impactó un cohete Grad. Cuatro mujeres y dos hombres resultaron gravemente heridos pues la onda expansiva los arrojó por la ventana. Los seis lograron arrastrarse hasta el sótano del edificio donde se ocultaban sus vecinos que los alimentaron y trataron de atender sus heridas.
El hospital de Tsjinvali, el único lugar en la ciudad que podía dar atención médica, padeció 18 horas de ataques continuos durante los cuales dos enfermeras murieron. Un doctor afirmó que el sanatorio albergaba en ese momento los cadáveres de 44 personas que murieron en la capital de Osetia del Sur y 273 heridos.
Del lado georgiano, Gori se convirtió en objeto de ataque terrestre y aéreo. Keti Javajishvili, de 25 años, resultó herida cuando fue a comprar pan a una tienda con una vecina. “Escuché una explosión y me tiré al suelo”, dijo. Ahora sufre de trauma masivo en el hígado, estómago e intestinos. Otra víctima, Nodar Nchedlishvili, de 54 años, resultó herido cuando iba a un edificio de la municipalidad a conseguir alimentos para ocho personas desplazadas de sus poblados osetios.
“En un par de segundos, desde todas partes, escuché disparos. Me tiré al suelo junto con otras personas que nunca se levantaron”. El hombre, con heridas de esquirla en una pierna, fue llevado al hospital de Gori en un auto con otras seis víctimas, en un convoy que transportaba a heridos antes de ser transferidos a Tbilisi.
Georgia ya demandó por el crimen de limpieza étnica a Rusia ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, tribunal que tiene bajo su jurisdicción, entre otras, las disputas entre naciones.
“El embajador de Georgia en Holanda presentó una querella ante la Corte Criminal de la Haya bajo el título “El Estado de Georgia contra el Estado de Rusia, a causa de la limpieza étnica conducida en Georgia por Rusia desde 1993 a 2008”, anunció el secretario del Consejo de Seguridad georgiano, Kaja Lomaia, el pasado martes.
Por separado, Luis Moreno Ocampo, el fiscal de la Corte Penal Internacional, abocada a juzgar a individuos por crímenes de guerra y genocidio, dijo haber contactado sobre el tema de Osetia del Sur y que podría abrir una investigación preliminar a ese respecto.
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca