■ Comienzan hoy diversas actividades para recordar la muerte del revolucionario ruso
Se debe preservar el legado de Trotsky, por respeto al pasado: Javier Wimer
■ El museo se ha convertido en punto de encuentro de personas de todas las tendencias, agrega
■ Muchos dicen que con él en lugar de Stalin, Rusia habría sido más abierta: Carlos Sandoval
Ampliar la imagen El Museo Casa de León Trotsky no tiene una función directamente política, sino que es un espacio abierto para alimentar la curiosidad de algunos, sin color político”, explicó Javier Wimer en entrevista con La Jornada Foto: Archivo del Instituto de Derecho de Asilo Museo Casa de León Trotsky y Yazmín Ortega Cortés
Es importante preservar el legado de uno de los grandes artífices de la Revolución Rusa de 1917, León Trotsky, “no por cuestiones ideológicas, sino por respeto al pasado, pues el mundo no se puede encerrar en conceptos estrechos”, considera Javier Wimer, presidente del Consejo Directivo del Instituto de Derecho de Asilo Museo Casa de León Trotsky, lugar donde a partir de esta tarde se llevarán a cabo diversas actividades para recordar durante los próximos días al ideólogo ruso, asesinado en México el 21 de agosto de 1940.
Para abrir boca, se inaugurará la exposición pictórica Los rostros de la libertad, a las 19:30 horas, con obra realizada ex profeso por 13 artistas que presentan “a los hombres y mujeres que apostaron su vida por el progreso, la libertad y la autodeterminación de los pueblos”, señala la curadora de la muestra, Gilda Solís.
Entre los trabajos figuran los retratos de Emiliano Zapata, Ernesto Che Guevara, Leona Vicario, Simón Bolívar, José Martí y César Augusto Sandino, entre otros.
El jueves, al mediodía, en una ceremonia cuyo orador principal será el escritor Carlos Montemayor, se realizará una guardia de honor frente a la tumba de Trotsky, ubicada en el jardín de la casa en Coyoacán donde vivió su exilio y sufrió el atentado que segó su vida.
El homenaje concluirá el viernes con la proyección, a las 19:30 horas, del documental Trotsky y México, dos revoluciones del siglo XX, dirigido por Adolfo García Videla, coproducido por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el propio museo.
En tiempos de Echeverría
El inmueble, que iba a ser demolido en los años 70, hoy es un museo que recibe cerca de 100 mil visitantes al año, 40 por ciento de los cuales son estudiantes, entre ellos niños.
Se trata de “un espacio neutral, que se ha convertido en punto de encuentro de personas de todas las tendencias, quizá principalmente de izquierda, pero aquí no hay ninguna preferencia. El museo no tiene una función directamente política, sino que es un espacio abierto para alimentar la curiosidad de algunos, sin color político”, explica Wimer en entrevista con La Jornada.
Agrega que fue el presidente Luis Echeverría Álvarez quien ordenó que se protegiera la propiedad ubicada en Río Churubusco 410, colonia Del Carmen, Coyoacán, motivado, primero, “por el valor histórico de la casa. La derecha ha aprovechado mucho los errores y puntos a discusión del gobierno echeverrista, pero hay que reconocer que en esos años fue cuando se inició la cultura democrática, de manera que los partidos de izquierda tuvieran una legalidad, que salieran a la luz, en vez de estar escondidos y obligados a luchar por otras vías”.
Por su parte, Carlos Sandoval, director del recinto desde hace ocho años, explica que “es tan incisivo el pensamiento de Trotsky que muchos investigadores se han preguntado qué habría pasado en Rusia si en lugar de Stalin él hubiera impulsado los cambios de su país. Muchos coinciden en señalar que habría una Rusia abierta, con una mejoría para todos los trabajadores del mundo.
“Sus ideas, muy evolucionadas, son seguidas por muchos jóvenes en Europa y en México. El problema es que se han mezclado con otros pensamientos paralelos, como el que generó Rosa Luxemburgo y otros ideólogos de izquierda que están siendo revalorados.
“Pero el tronco de la teoría de renovación constante, de revolución, es Trotsky. Es un pensamiento vivo, joven y muy productivo; en las facultades de Filosofía y Letras, de Ciencias Políticas o de Derecho de la UNAM hay una serie de profesores que envían a sus alumnos aquí a investigar.
“Tenemos una biblioteca modesta, pero tiene, sobre todo en el ámbito de la historia del pensamiento de izquierda en el mundo, sólidos volúmenes. Trotsky no era un coleccionista de libros, de manera que aquí se encuentra su material de trabajo cotidiano.”
Javier Wimer concluye que el revolucionario ruso fue un hombre de “una gran pureza intelectual. Nunca renunció a sus puntos de vista, a su concepción del mundo, su herencia son los temas que todavía se discuten, motivo de las luchas que sostuvo en el Partido Comunista Ruso cuando se estaba constituyendo la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas”.