■ La idea es garantizar la seguridad de sus pueblos frente a amenazas foráneas, dice la Duma
Legisladores piden al Kremlin reconocer la independencia de Osetia del Sur y Abjazia
■ EU y Europa revisarán la relación con Rusia; la acusan de incumplir el plan de paz de Sarkozy
Ampliar la imagen Luego que las cámaras baja y alta del Parlamento ruso adoptaron una resolución no vinculante para pedir al presidente Dimitri Medvediev que Rusia reconozca la independencia de Osetia del Sur y Abjazia, residentes de Tsjinvali, capital osetia, salieron a las calles a festejar Foto: Ap
Moscú, 25 de agosto. La Duma y el Consejo de la Federación, las cámaras baja y alta del Parlamento local, adoptaron este lunes sendas resoluciones no vinculantes para pedir al titular del Kremlin, Dimitri Medvediev, que Rusia reconozca la independencia de Osetia del Sur y Abjazia, enclaves separatistas en Georgia.
Diputados y senadores, sin ningún voto en contra, instaron al presidente de Rusia a ejercer la facultad exclusiva que le confiere el artículo 86 de la Constitución y a emitir los respectivos decretos.
Reconocer la independencia de Osetia del Sur y Abjazia “establecerá la base para garantizar la seguridad y protección de sus pueblos frente a las amenazas foráneas”, señala el documento de la Duma, que también exhorta al mandatario a “iniciar negociaciones con los dirigentes surosetios y abjazios para crear el fundamento jurídico de las relaciones entre nuestros estados”.
Los diputados aprobaron asimismo un llamado a “sus colegas, de los parlamentos de países miembros de la Organización de Naciones Unidas”, el cual apunta: “La decisión de la Federación Rusa de reconocer a la República de Abjazia y la República de Osetia del Sur en calidad de estados independientes y soberanos va a contribuir a que no se repitan las aventuras militares de las autoridades de Georgia, a que se consolide la paz en la región…”.
En términos similares se pronunciaron los senadores y ahora corresponde al titular del Kremlin –en lo formal y, en realidad, al tándem que forma con el primer ministro Vladimir Putin– aceptar o rechazar la postura unánime del Parlamento de Rusia.
En el entorno de Medvediev-Putin hay dos corrientes de opinión: unos asesores consideran que es prematuro reconocer la independencia de Osetia del Sur y Abjazia, mientras no se realicen referendos con legitimidad internacional, pero otros opinan que después de la guerra con Georgia, es la única posibilidad de mantener la presencia militar de Rusia en ese flanco de la estratégica región del Cáucaso.
Todo parece indicar que prevalecerá el segundo punto de vista, como sugiere la votación en el Parlamento que no emprende paso alguno sin recibir línea del Kremlin.
En medio de las sostenidas denuncias de Georgia de que parte de su territorio está ocupado por el ejército ruso, toda vez que el gobierno de Mijail Saakashvili ya no otorga validez a los acuerdos de Dagomys (1992) que autorizan a Rusia a participar en el contingente de pacificación tripartito, sólo reconocer la independencia de Osetia del Sur y Abjazia haría posible instalar bases militares ahí, algo que Moscú estima prioritario ante un Tbilisi empecinado en ingresar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Mientras Georgia advierte que Rusia intenta “modificar por la fuerza las fronteras de Europa”, Moscú insiste en que Tbilisi, durante su ataque a Tsjinvali y otras localidades de Osetia del Sur, cometió genocidio contra el pueblo surosetio, en forzada analogía con el caso de Kosovo, lo que finalmente sirvió de justificación a Estados Unidos y sus aliados a la hora de reconocer la independencia del enclave kosovar de Serbia.
Pero el Kremlin parece consciente de que, si Medvediev decreta el reconocimiento de Osetia del Sur y Abjazia, pocos países lo secundarían, incluso no lo harían potenciales aliados como China, que tiene serios problemas de separatismo en su territorio.
Por eso, Rusia tendría que enfrentar prácticamente sola las consecuencias de considerar como estados independientes a Osetia del Sur y Abjazia, cuya existencia se daría en medio de un vacío diplomático casi completo. De alguna manera, se reeditaría –más que el precedente de Kosovo– el caso de la República Turca del Norte de Chipre, que nueve años después de la invasión militar turca (denominada por Ankara “operación para el mantenimiento de la paz”) proclamó su independencia en 1983, hasta ahora reconocida sólo por Turquía.
Tanto Estados Unidos como la Unión Europea (UE) defienden la integridad territorial de Georgia y acusan a Rusia de incumplir el plan de paz, consensuado por Medvediev y Nicolas Sarkozy, el mandatario francés que ostenta la presidencia rotatoria de la UE, al mantener soldados y armamento en territorio georgiano, fuera de los límites administrativos de Osetia del Sur y Abjazia.
Washington amenazó hoy con revisar todos los vínculos bilaterales con Moscú, al tiempo que Francia convocó una cumbre extraordinaria de la UE en Bruselas, el lunes de la semana entrante, para discutir la relación con Rusia.
En ese contexto de creciente confrontación verbal, al recibir a su embajador ante la OTAN llamado a consultas, el presidente Medvediev afirmó: “Si quieren romper, peor para ellos; a nosotros en nada nos afecta, incluso si se llega a la ruptura completa”, en alusión a que los países de la alianza noratlántica –más que intercambiar información y realizar maniobras conjuntas– necesitan el apoyo logístico ruso y cruzar el espacio aéreo de este país para su operación en Afganistán.