■ El cantautor cumple el sueño de rendir homenaje a Luis Arcaraz, en concierto en el Lunario
No es que sepa de mujeres, sino que me han hecho aprender: Manzanero
■ Acompañar mis composiciones con big band es para enseñar a las nuevas generaciones lo que escuchaban sus papás y sus abuelos, expresa
■ El autor de Adoro hará un disco con Raphael
Ampliar la imagen Manzanero con la Big Band Jazz Foto: Marco Peláez
Las composiciones inmortales del poeta-músico Armando Manzanero se escucharon diferente la noche del pasado miércoles en el Lunario del Auditorio Nacional, en un concierto en el que el autor de Esta tarde vi llover estuvo acompañado por la Big Band Jazz de México. “Cumplo así un sueño nacido desde que yo era niño y con ello rindo tributo a Luis Arcaraz”, expresó el yucateco en entrevista con La Jornada.
El Lunario estuvo lleno y la reventa reflejaba el éxito y la capacidad de convocatoria de Manzanero. A las 10 de la noche, la Big Band Jazz de México entró al escenario. El sonido, síntesis de Glen Miller, Benny Goodman y Artie Shaw, rebotó en las esquinas. En las mesas, algunos llevaron el ritmo con la punta del pie, otros permanecían impasibles.
Tras una serie de piezas clásicas de las grandes bandas y de un receso, retornó la orquesta y tocó otros dos temas, que gustaron, pero la paciencia tiene un límite y la concurrencia ya quería ver a Manzanero.
Entre aplausos y hurras apareció el maestro yucateco e interpretó al piano Voy a apagar la luz. Con un solo acorde el silencio y la emoción cundieron, porque la pieza es una invitación a la intimidad, a separarse del mundo exterior para pensar a solas.
Refulgieron los metales
A la mitad de la canción el arreglo dio entrada a la Big Band Jazz. Lo calmo se volvió un estruendo armónico y los metales refulgieron. La nostalgia de esa potencia sonora atrapó los recuerdos de los más experimentados. Otros sonidos, otras modas.
Las piezas de Manzanero alcanzaron otra dimensión con los arreglos, entre otros de Héctor Infanzón, quien en un momento de la noche tocó el piano con la Big Band.
Bonita, de Arcaraz, en la voz de Manzanero, es doblemente amable en la manera de dirigirse a la mujer amada. La hipérbole empequeñece ante lo que se quiere decir de ella.
Adoro, una clásica del romanticismo mundial que Raphael incluirá en su nuevo disco de duetos (la interpretará con Manzanero), se enriquece con la Big Band.
El concierto del autor de Mía se acabó a la medianoche. “¡Apenas son la doce!”, gritó alguien, que quería más, pero no. “¡Vámonos!”, exclamó el creador de Cómo yo te amé.
Antes, en entrevista, Armando Manzanero discurrió sobre una materia de la que la vida lo ha hecho un maestro: la mujer. Promueve el disco Manzanero-Big Band Jazz (Universal). “Luis Arcaraz decía: toma a tu mujer como un billete de lotería; si te salió buena, qué bien, si no, compra otro billete.”
–Sabe usted mucho de mujeres, ¿verdad?
–No es que yo sepa, lo que pasa es que me han hecho aprender.
Entonces se refirió a su nueva producción: “Esto de la big band lo inventó Glenn Miller en la Segunda Guerra Mundial, con cinco trompetas, cinco saxofones, cuatro trombones… ¡toda la sección de vientos! Cuando la big band empieza a sonar se escucha muy fuerte, muy lindo y alegre. A la vez, también toca suavecito para hacer cosas románticas.
“Entonces, aquí (en México) surge Luis Arcaraz, con su vocecita tan pequeña… Él fue de mis inspiradores, y por eso yo me atreví a cantar. Una voz pequeña con una big band bien manejada, con canciones hermosas, como Viajera, Bonita, Sombra verde y Monalisa… ¡qué cantidad de éxitos tuvo! De ahí surge Pablo Beltrán Ruiz. Y después, otras bandas. Hubo una que era la de Carlos Campos, pero no se dedicaba a tocar música de big band, sino tropical.”
Le cuesta trabajo decir a cuál de los clásicos prefiere, porque “todos son una maravilla. Benny Goodman salió de la orquesta de Glenn Miller, y es maravilloso.”
Las canciones del maestro Manzanero, con los arreglos de big band, “son muy fáciles de adaptar, porque mis piezas son fáciles, ligeras, no complicadas. La forma como fueron tratadas por Mario Santos, Héctor Infanzón y Gerardo Álvarez, todos mexicanos, fue estupenda. Me llena de ternura... y además el jazz. Se cumplió uno de mis sueños. Como anécdota, recuerdo que un día fui a ver a Luis Arcaraz, pero como a las tres horas de haberlo saludado me atropelló un auto. Fui a parar a la Cruz Roja y no me dejaron salir para ir al concierto; era un viernes y era el único día que tocaba Arcaraz en el cine Mérida. Qué difícil fue.
“Luego vino un señor que participó mucho en mi vida: Fernando Fernández, quien grabó con ese tipo de orquestas. Me ilusionó. Hace unos 15 años, en mi disco Las canciones que quise escribir, interpreté dos piezas con big band, pero yo no estaba preparado para eso. No tiene la originalidad de hoy.”
–Hoy se busca un sonido simple, minimalista. ¿Es complejo cantar con una big band?
–Por supuesto que es complejo, pero es, sencillamente, para enseñar a las nuevas generaciones lo que escuchaban sus papás y sus abuelos, y enseñarles que pueden tener una canción para guardarla en el bolsillo, en un traje que está en su clóset, para que cuando sean mayores tengan un tema para recordar.
–¿Aún corre cuando llueve?
–Lo que pasa es cuando veo que está lloviendo ya le meto el paraguas. La vida moderna ya no hace que te mojes como antes. Ya todo mundo se pone su impermeable; los paraderos de los camiones tienen su techo. Ya no está tan desprotegida la gente. Claro, a menos que caiga un aguacero torrencial como el de ayer.
El cantautor yucateco informó que el 28 de octubre ofrecerá un concierto en el Zócalo capitalino con motivo de la inauguración del Festival de Día de Muertos. “Cantaré en una pirámide de cristal. Así me lo dijeron. Voy con la Big Band Jazz de México”.