■ Llega a la isla con vientos sostenidos de 240 kilómetros por hora
Después de azotar Cuba, el meteoro se dirige hacia el sureste de Estados Unidos
La Habana, 30 de agosto. El poderoso huracán Gustav, fortalecido por las altas temperaturas del mar Caribe y con larguísimos brazos de vientos y aguaceros, embistió a Cuba este sábado y su centro estaba saliendo de la isla esta noche, pero su larga cauda todavía castigaría al país durante la madrugada, para enfilarse al amanecer del domingo a las aguas abiertas del Golfo de México, en ruta hacia el sureste de Estados Unidos.
Al tocar territorio cubano, en la Isla de la Juventud (al sur de La Habana), Gustav llegó con vientos sostenidos de 240 kilómetros por hora y en ese lugar causó fuertes destrozos materiales y heridos, según los primeros reportes. En la capital del país el primer golpe derribó árboles y tendidos eléctricos.
“Es un monstruo”, dijo en resumen el jefe de pronósticos del Instituto de Meteorología, José Rubiera, y señaló que Gustav sólo podía compararse con un ciclón que pasó por la isla en 1944.
En los mapas de satélite del organismo meteorológico, el fenómeno era un vigoroso círculo bien definido que cubría casi toda la parte occidental de Cuba, incluyendo esta capital. Durante la jornada Gustav rebasó el régimen de vientos de 209 kilómetros por hora, con lo cual alcanzó la categoría 4 en la escala Saffir-Simpson de cinco niveles.
Según los informes de Meteorología, el huracán arrastraba un ojo bien formado de 60 kilómetros de diámetro, pero la extensión del fenómeno era de 520 kilómetros y avanzaba a razón de 25 kilómetros por hora. Su contacto con el territorio principal de Cuba fue en la población de Los Palacios, en la provincia de Pinar del Río y salió por el municipio La Palma, de la misma región.
Una de las consecuencias previsibles del impacto será el daño a las plantaciones de Güira de Melena, el bolsón agrícola que alimenta a la ciudad de La Habana.
Como es habitual, la eficiente Defensa Civil cubana encabezó las operaciones de resguardo, empezando con la evacuación de poblados bajos en las provincias de Pinar del Río y La Habana (la región homónima que envuelve a la ciudad capital), el traslado de población a lugares seguros y la protección de objetivos económicos.
El desplazamiento formaba apresuradas líneas de éxodo, en las que la gente cargaba bultos y arriaba animales, para moverse en lo que fuera posible, a pie, en carretones o en autobuses.
Por lo menos 340 mil personas fueron desplazadas a lugares seguros, entre casas de amigos y familiares y refugios públicos.
Este sábado fueron suspendidos todos los vuelos nacionales, el servicio de ferrocarriles y autobuses foráneos y muchos de los vuelos internacionales, entre ellos todos los provenientes de México.
La población del occidente del país estaba esta noche a oscuras, y se escuchaban los aullidos del aire y los golpes secos de los pedazos de árboles desprendidos, esperando, quizás, que las horas pasaran más de prisa.