■ Pemex pagó mil 135 millones de dólares y el barco costaba 230 millones
Revela AMLO compra fraudulenta de un buque
■ Entrega expediente a los legisladores del FAP, que incluye “negocios inmorales” en refinerías y en los llamados contratos de servicios múltiples
Ampliar la imagen Rosario Ibarra, Elena Poniatowska y Andrés Manuel López Obrador, en el Monumento a la Revolución Foto: Carlos Ramos Mamahua
En diciembre de 2004, Petróleos Mexicanos (Pemex) adquirió un buque tanque petrolero a un precio cuatro veces arriba de su valor real. La embarcación, con 28 años de antigüedad, costó mil 135 millones de dólares, a pesar de que su valor en libros, según la Auditoría Superior de la Federación (ASF), no superaba 230 millones de dólares.
Lo “más escandaloso” de esta operación no fue que el valor neto fuera inferior a los gastos administrativos, que superaron 500 millones de dólares, sino que en 2007 se vendió un buque tanque nuevo, “el más grande del mundo”, fabricado en China, en 230 millones de dólares.
“Éste es sólo un botón de muestra” de la corrupción y de los “negocios inmorales que hacen los panistas en Pemex”, indicó ayer Andrés Manuel López Obrador, al revelar este hecho ante miles de simpatizantes reunidos en el Monumento a la Revolución, a quienes adelantó que había entregado a los legisladores del Frente Amplio Progresista (FAP) un expediente que detalla otros actos ilícitos que han ocasionado pérdidas por miles de millones de dólares a la paraestatal en los últimos años.
Otros ilícitos
Hechos como el pago para la reconfiguración de las refinerías Cadereyta y Minatitlán, y por los contratos de servicios múltiples (CSM), que se iniciaron cuando Felipe Calderón era secretario de Energía, en 2003, en los que empresas trasnacionales han multiplicado sus millonarias ganancias, mientras Pemex absorbe pérdidas y costos.
López Obrador dijo que la intención de privatizar Petróleos Mexicanos tiene como objetivo el reparto de contratos, la complicidad y la corrupción, de la que, por cierto, nunca se habla ni en la propuesta de Calderón ni en la del PRI, subrayó.
Apoyado en información de la ASF, señaló que en 2004 Pemex solicitó a la Secretaría de Hacienda que le autorizara 207 millones de dólares para la adquisición del buque El señor de los mares; meses después, la paraestatal pidió una ampliación de 507 millones para cerrar la compra. Incluso, como la dependencia no autorizaba esa partida, los funcionarios de Petróleos Mexicanos tomaron indebidamente recursos del fideicomiso Master Trust, que la empresa petrolera tiene en Nueva York para el pago de deudas en proyectos con impacto diferido en el registro del gasto (Pidiregas).
El buque de la empresa noruega Bergensen, que no cumplía con las especificaciones internacionales de calidad, tuvo un costo final de mil 135 millones de dólares, de los cuales 578 millones se canalizaron a la compra del barco (de éstos, 346 millones 500 mil dólares fueron para gastos administrativos) y 377 millones de dólares más se usaron para su operación y mantenimiento. Es decir, se gastó más en los trámites que en su costo neto, que fue de 266 millones 600 mil dólares, según informó Pemex.
La ASF señaló que el barco, construido en Japón, no cumplía con la normatividad internacional de buques tanques de contar con doble casco, y a pesar de ello se pagaron 500 millones de dólares de sobreprecio, cuando pudo adquirirse uno nuevo en 230 millones de dólares (a precio de 2007).
El expediente que recibieron ayer mismo los legisladores de PRD, PT y Convergencia da cuenta también de la reconfiguración de la refinería Cadereyta, para lo cual Pemex contrató en 2007 a las empresas Sunkion Limited, Siemmens e ICA. A pesar de que la obra se entregó con casi tres años de retraso, adolecía de trabajos inconclusos, irregularidades y precios unitarios que se pagaron muy por encima de lo contratado.
Así lo indicó la Auditoría Superior, que en 2001 cuantificó pérdidas para Petróleos Mexicanos por más de mil millones de dólares; además, como la paraestatal renunció a la jurisdicción nacional, cuando sancionó a las empresas contratistas fue demandada ante tribunales internacionales, los cuales fallaron en contra de Pemex y le ordenaron pagar 630 millones de dólares adicionales.
A pesar de que la ASF recomendó fincar responsabilidades a quienes resultaran responsables y la reparación del daño patrimonial sufrido por la paraestatal, hasta la fecha Pemex no ha iniciado ninguna acción.
Por otra parte, en la refinería de Minatitlán se otorgó un contrato a la empresa española Dragados, la cual lleva más de dos años de atraso en las obras; ahí los costos pactados originalmente ya se duplicaron y, como en el caso anterior, tampoco ha habido denuncia ni se conoce oficialmente el monto de las pérdidas sufridas por la paraestatal.
Sobre los contratos de servicios múltiples (CSM), que se iniciaron en 2003, cuando Calderón era secretario de Energía, se señala que éstos sólo han redituado millonarias ganancias a empresas transnacionales como Repsol, Tecpetrol, Petrobras, Teikoku, Schlumberger y Halliburton, entre otras.
En la cuenca de Burgos, Pemex acordó pagar 5 mil millones de dólares a empresas extranjeras, con la promesa de que la producción de gas aumentaría en 50 por ciento; sin embargo, después de cinco años las producción sólo creció en 63 mil millones de pies cúbicos de gas, cuando la meta era de al menos 500 mil millones de pies cúbicos, es decir, en 4 por ciento.
El documento sostiene que la paraestatal aceptó pagar a la española Repsol “elevadísimos sobreprecios”, como consta en el convenio firmado con Pemex.
Así, el precio unitario original del gas se aplica independientemente de que el contratista haga uso de materiales nuevos o usados; el contratista tendrá la responsabilidad absoluta de inspeccionar, probar y certificar todos los materiales; existen cargos adicionales no previstos, como tarifas de importación, impuestos laborales, impuestos por adquisición de inmuebles, permisos y licencias.
Concluye el expediente con el caso de Chicontepec, donde, a pesar de que Petróleos Mexicanos incrementó su inversión en 70 por ciento de 2004 a 2007, y contrató a las empresas extranjeras Schlumberger y Halliburton para la perforación de 300 pozos, la producción sólo creció en seis por ciento, lo que se tradujo en un “magnífico negocio para los contratistas, pero un pésimo acuerdo para Pemex”.