■ Las redacciones “cierran antes de tiempo, ya para las nueve, y eso me molesta”, señala
El periodismo impreso garantizará lectores si está bien escrito, dice García Márquez
Ampliar la imagen El escritor Gabriel García Márquez y el periodista vasco Iñaki Gabilondo, durante el seminario de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, que se realiza en la capital de Nuevo León Foto: Reuters
Monterrey, NL, 1º de septiembre. “Como periodista, uno sufre o disfruta por los encabezados y el manejo que se hace de las noticias; gozamos cuando hallamos una joya, pero sufrimos como perro cuando vemos la forma en que se maltrata el idioma”, afirmó aquí el premio Nobel de Literatura 1982, Gabriel García Márquez.
Un Gabo jovial y platicador, rejuvenecido, sorprendió a los comunicadores, que se habían acostumbrado a su silencio luego de los seis seminarios anteriores organizados por la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), que preside el colombiano.
Ni siquiera un coro de miles de estudiantes del Tecnológico de Monterrey logró en septiembre de 2003 que García Márquez pronunciara un mensaje –así fuera breve–, cuando se le rindió un reconocimiento por su obra y se lo pedían a gritos. “Yo escribo para no tener que hablar”, devolvió el escritor, tajante, aquejado entonces por una enfermedad.
Hoy, en cambio, el autor de Cien años de soledad se detuvo a platicar con periodistas locales y de medios nacionales e internacionales, a intercambiar puntos de vista sobre la suerte de este oficio que, reiteró, sigue siendo el más bello del mundo, aunque, agregó sonriente: “a mis años ya me aburro”.
En ese informal encuentro, el nativo de Aracataca comentó que observa al nuevo periodismo como producto de la premura: “tengo la impresión de que no les dan tiempo para nada; veo que cierran antes de tiempo, ya para las nueve, y eso me molesta”.
Por eso, dice, al ver el manejo que se hace de las noticias, toma el teléfono “para estarme peleando con los periodistas”.
Reconoce, sin embargo, que ese ir contra el tiempo de las redacciones ha sido de siempre, aunque en sus años de reportero había la ventaja de que les daban más tiempo para redactar, porque el proceso de la producción del periódico era más lento.
Es mejor hacer un libro –agregó, sonriente–; con uno duré 10 años; si no me gustaba volvía y empezaba de nuevo, iba haciendo las correcciones sobre la marcha.
“Cuando uno está tan apresurado no tiene tiempo de pensar, y al día siguiente se dice: ‘mejor hubiera hecho esto’”. Pero, a pesar de los corajes y de otros inconvenientes, “no hay mejor oficio.
“En el periodismo uno debe saber que no hay tiempo para pensar mucho o perfeccionar el texto, y que va a tener que sufrir. A veces ya vas a salir a emborracharte o a comer y te hablan: ‘oye, salió esto’.”
De nuevo bromista, agregó: “como los periodistas sufríamos tanto, teníamos que emborracharnos todos los días”.
Reconoció que ahora que lee todo lo que publicó en la prensa no podría repetirlo, “porque tenía una visión de la vida que no tengo ahora”. Consideró que el periodismo impreso no desaparecerá, pero garantizará lectores en la medida que esté bien escrito. “Si no, nos aburrimos nosotros.”
Asimismo, en el arranque de los trabajos del seminario organizado por la FNPI, que en su séptima edición concluye este martes con la entrega de premios a comunicadores de diversos países, entre ellos, en categoría Homenaje, a Iñaki Gabilondo, por su trayectoria en la radio y la televisión española, se armó un sabroso debate sobre la responsabilidad social de los medios.
El colombiano Germán Rey dijo que hoy los medios se sienten los fiscales de la democracia, pero no soportarían una auditoría de responsabilidad social en su área laboral.
Mientras, Jaime Abelló, director ejecutivo de la FNPI, puntualizó que en tiempos de crisis económica y dura competencia entre los medios ha desaparecido la barrera que existía entre las áreas comercial y editorial, ya que “está en juego la supervivencia”.
Para Iñaki Gabilondo, es ganancia que se dé en América esta discusión, porque en España o en Europa no ocurriría nunca. “Aquí se está hablando de una batalla que se está librando para que persista la responsabilidad social, y nosotros ya la damos por perdida”.
“Allá ningún periodista adulto o joven tiene la mínima duda de que las empresas corporativas se han apoderado absolutamente del lenguaje de la comunicación y que todo se ha convertido en carne de cuenta de resultados; la lógica es máxima audiencia a cualquier precio, y lo que importa es tener más oyentes, lectores y espectadores para obtener más ingresos”, dijo.