■ Revoca la suspensión otorgada al ex funcionario y concede la razón a Cortés Guardado
Confirma tribunal destitución de Briseño como rector de la UdeG
El tercer tribunal colegiado de circuito revocó la suspensión provisional que el juez tercero de distrito otorgó el lunes pasado a Carlos Briseño Torres, destituido de la rectoría de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
La resolución del tribunal se basó en el recurso de queja que interpuso Marco Antonio Cortés Guardado, en su calidad de rector general designado por el Consejo General Universitario (CGU), máximo órgano de gobierno de la casa de estudios.
En el expediente 117/2008, que se integró para dar entrada a la impugnación de Cortés Guardado, el magistrado consideró fundados los argumentos expuestos por el rector sustituto de la UdeG, declaró infudada la protección que se concedió a Briseño Torres y ordenó su revocación y la negativa al juicio de garantías solicitado por el rector depuesto.
La resolución está firmada por Irineo Lizárraga Velarde y José Luís Vázquez López, secretarios del Tribunal Colegiado.
La notificación se hará oficial hoy mismo, al cumplirse las 72 horas que el juez Héctor Martínez Flores estableció para conocer los argumentos de ambas partes.
La SEP no intervendrá
Los conflictos en la (UdeG) se solucionarán por la vía institucional y jurídica, previó la titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Josefina Vázquez Mota, quien descartó que la dependencia a su cargo intervenga como mediadora para terminar con los problemas en la casa de estudios, porque “somos absolutamente respetuosos de la autonomía universitaria”.
En la capital de Guanajuato, Vázquez Mota afirmó: “Tengo la certeza de que una escuela tan prestigiada, tan importante como la Universidad de Guadalajara, que es indispensable en la vida de los planteles superiores del país, encontrará no solamente una vía institucional, sino de carácter jurídico para resolver (el problema) de la mejor manera”.
De su lado, catedráticos e investigadores de la UdeG afirmaron que ante la crisis en la institución, resultado de la destitución del rector Carlos Briseño Torres a manos del Consejo Universitario, dominado por su antecesor Raúl Padilla López, prevalece un “silencio cómodo” de los integrantes del cuerpo académico, porque “muchos han sido beneficiados por Padilla, y eso hace muy difícil un movimiento en su contra, y si a eso agregamos que existe un terror real, casi medieval, será muy difícil acabar con la tradición caciquil en la universidad”.
Padilla López es considerado el “hombre fuerte” de la UdeG desde su llegada a la rectoría general en 1989, tras arrebatar el poder a Álvaro Ramírez Ladewig, quien hasta entonces fue su protector político. Padilla López “se ha erigido como el personaje más poderoso de la universidad, ejerciendo un mando vertical y autoritario, pero también cuidando a los investigadores. Le ha dado mucho a la universidad, pero hay costos que hemos tenido que pagar”, afirmaron académicos.
Para catedráticos con más de 30 años como docentes en la UdeG, quienes pidieron anonimato por temor a represalias, la entrega de apoyos a proyectos de investigación, viajes a congresos internacionales, equipo de cómputo y laboratorios, han sido parte de los mecanismos de control que Padilla López “construyó a lo largo de casi 20 años de dominio, que, junto con el temor, han sido la fórmula perfecta para cimentar su control”.
El riesgo en la disputa por el poder, afirmaron, es que las fuerzas más reaccionarias “pretendan demostrar que la universidad pública no tiene futuro, y ahí está una corriente del PAN y de la Iglesia católica, que se pueden aprovechar de esta crisis, que en el fondo es parte de un reacomodo del mismo grupo que ha dominado la institución desde 1989. Son los mismos que traicionaron a los hermanos (Carlos y Álvaro) Ramírez Ladewig por el poder, y ahora la pelea es entre ellos”.
Operadores padillistas “nefastos”
Reacios a reconocer la participación de Padilla, cabeza del llamado Grupo Universidad –que aglutina a ex rectores y funcionarios padillistas– en las purgas de cualquier disidencia en la UdeG, académicos aseguraron que uno de los “mayores males de la institución es que Raúl, como no puede estar en todo, ha dado mano suelta a sus operadores, que son nefastos.
“Imponen condiciones de trabajo humillantes, incluso se han dado casos de académicos que han tenido que recurrir a ayuda siquiátrica por tanto maltrato y abuso. Son prepotentes, ignorantes, creen que por listos están en puestos directivos y no es así. Hacen y deshacen con los recursos de proyectos y departamentos de investigación, sin que nadie les diga nada”, dijeron.
Con 14 centros universitarios (seis temáticos y ocho regionales) y 51 escuelas de bachillerato, la UdeG –la segunda universidad de México por número de alumnos– está lejos del espíritu liberal que le imprimieron ex dirigentes revolucionarios durante su refundación en 1925, en la cual participó el entonces gobernador de Jalisco, José Guadalupe Zuno. Académicos dijeron a La Jornada que “si se perdió el proyecto de democratizar a la UdeG, fue en gran medida por la ambición de poder”.
Entrevistados por separado, Briseño Torres y Cortés Guardado reconocieron que ante la crisis en la UdeG será “difícil retomar el rumbo”, y reiteraron las mutuas acusaciones de malos manejos, y de que ofrecerán pruebas.
Desde las oficinas “alternas” donde despacha desde el lunes pasado, Briseño Torres insistió en que los intereses de grupo creados por Padilla López cuentan con “aliados como Francisco Ramírez Acuña –ex gobernador de Jalisco y ex titular de la Secretaría de Gobernación–”, quien fue su enemigo, y ahora “se han juntado para golpear con toda su fuerza, porque temen perder un coto de poder”.
Por su parte, Cortés Guardado llamó al rector destituido a “desistirse de la querella jurídica, porque puede tardar años”, y lo invitó a reintegrarse “a sus labores como académico, porque a nadie conviene el clima de confrontación”.