■ El académico y director del Colmex ocupa la silla que pertenecía a Beatriz de la Fuente
Javier Garciadiego ingresó como colegiado a la Academia Mexicana de la Historia
■ Necesitamos que las decisiones políticas no sean cupulares, como en época de Porfirio Díaz, señaló
Ampliar la imagen El historiador Javier Garciadiego, a su llegada al recinto que se ubica en la Plaza Carlos Pacheco número 21, colonia Centro Foto: Carlos Cisneros
El presidente de El Colegio de México (Colmex), Javier Garciadiego, quien ingresó la tarde de este martes a la Academia Mexicana de la Historia, señaló que en el país “tenemos que transparentar las decisiones políticas. No hacerlas cupulares, como lo pretendía hacer Porfirio Díaz, y no cambiar de orientación política al cuarto para las doce; él proponía la organización de partidos políticos, bueno, hay que hacerlo pero no desde arriba, sino desde abajo”.
El historiador, quien escogió para su discurso de ingreso a ese órgano colegiado la entrevista que Porfirio Díaz concedió al periodista estadunidense James Creelman en 1908, aseguró que ocupar la silla 12, que pertenecía a Beatriz de la Fuente, “es un honor inmerecido; por ella tengo un viejo cariño, una amistad familiar pero, sobre todo, una admiración por su obra”.
Nada de maquillajes
La Academia Mexicana de la Historia –cuya sede se encuentra en la Plaza Carlos Pacheco 21, colonia Centro– eligió como nuevo miembro de número al doctor Javier Garciadiego por su destacada trayectoria de catedrático e investigador.
Momentos antes de pronunciar su discurso en la sede del organismo, Garciadiego exhortó a los mexicanos a conocer su historia e identidad, saber de dónde venimos y hacia dónde vamos para no cometer los mismos errores.
Agregó que la comprensión de la historia “depende del origen socioeconómico y geográfico, de los antecedentes políticos y religiosos. En México hay tantas interpretaciones de la historia como ciudadanos”.
Para Garciadiego, el papel de los historiadores consiste en “ser críticos de la historia, asimilarla, entenderla y explicarla debidamente, porque lo que ya no se vale es maquillarla”.
Durante la sesión, el académico destacó que la entrevista Díaz-Creelman fue decisiva para el estallido de la Revolución Mexicana, ya que el gobernante mexicano había declarado que estaba resuelto a dejar el poder en 1910 y que aplaudiría la creación de un partido oposicionista que no buscara la destrucción del país.
El historiador enfatizó que la entrevista era contraria a la naturaleza y temporalidad del sistema político porfirista: “Lo que Díaz prometió a Creelman era un sistema político moderno, del siglo XX. El error fue no haber liquidado al primero ni preparado el nacimiento del segundo. A su vez, la actividad política de entonces era absolutamente predecible y notoriamente excluyente; con sus promesas, don Porfirio reintrodujo la ya superada incertidumbre, la que a su vez trajo la participación en política de buena parte de la población”.
El investigador dijo que la llamada entrevista Creelman, en la que el gobernante mexicano se confesaba partidario del principio releccionista, fue en realidad un largo reportaje titulado “El presidente Díaz: héroe de las Américas”, publicado a principios de 1908 en una revista estadunidense, y en México en el periódico El Imparcial.
Al analizar las declaraciones del gobernante, Garciadiego sostuvo que “Díaz no calculó que el doble contenido del reportaje tendría dos tipos de lecturas: las frases que buscaban apaciguar a la clase política, al empresariado y a la opinión pública estadunidense, tendrían en México el efecto contrario: aquí generarían ansiedades y agitación”.
El académico explicó que la entrevista Díaz-Creelman “es un ejemplo perfecto de estrategia fallida. Apenas tres años después de publicada, fue derrocado Díaz, quien no habría de pasar a la historia como el gobernante que en sus últimos tiempos propició el arribo de la democracia al país”.
Procesos diversos y complejos
Antes de finalizar su intervención, Garciadiego se refirió a su amor por la historia: “La amo porque me ha enseñado que los procesos históricos, como los biográficos, son diversos y complejos; que unos son prolongados y otros breves; que al interrumpirse, como algunas vidas humanas, el proceso histórico toma otro curso (…) El conocimiento histórico me ha enseñado que el pasado nunca se olvida, y que el futuro se construye en el presente. Por eso amo la historia, y por eso dedico este discurso a mis ausencias y a mis presencias”.
El historiador Enrique Krauze fue el encargado de responder el discurso de Garciadiego y darle la bienvenida a la Academia Mexicana de la Historia.