Usted está aquí: viernes 12 de septiembre de 2008 Espectáculos El que habla mucho, yerra; por eso mejor canto: Juan Gabriel

■ Con casi cuatro horas de concierto en el Auditorio Nacional celebra 58 años

El que habla mucho, yerra; por eso mejor canto: Juan Gabriel

■ “Lo que tiene uno que hacer para pagar impuestos”, expresó el cantautor en su presentación

■ Fue el primero de los 20 conciertos que ofrecerá en este recinto; cada día, un artista invitado

Arturo Cruz Bárcenas

Ampliar la imagen Juan Gabriel durante el primero de sus conciertos en el Auditorio Nacional Juan Gabriel durante el primero de sus conciertos en el Auditorio Nacional Foto: Nicolás Turchetto

“Lo que tiene uno que hacer para pagar impuestos”, expresó el pasado miércoles Juan Gabriel casi al final del primero de los 20 conciertos que ofrecerá en el Auditorio Nacional, dentro de su gira Universal. Con una hoja de papel en la mano, el llamado Divo de Juárez leyó varias veces la lista de las canciones que faltaban; complació con algunas y preguntó: “¿Ya?”, a lo que el público respondía que no. Así, hasta entrados 20 minutos del jueves, tras casi cuatro horas de interpretar sus composiciones, que han acompañado a millones de mexicanos desde hace 38 años.

El concierto inició a las 20:40 horas. Un coro de 20 integrantes, su orquesta y unos 70 mariachis redimensionaron las creaciones sentimentales, alegres o chuscas e irónicas. Abrió con El día que me acaricies, lloraré, que hizo famosa Nelson Ned. Juan Gabriel acostumbra iniciar sus presentaciones con temas propios que le cantaron otros artistas. Tal fue el caso de la noche del miércoles, en la que Juanga entró al escenario vestido de blanco, hasta los zapatos. La pura buena vibra.

Sus miles de incondicionales ahí reunidos le aplaudieron y gritaron o bailaron. Mujeres y hombres le lanzaron piropos. El respondió a algunos con un beso impulsado desde la palma de su mano con un soplo. El cantante cumple este año 38 de actividades profesionales, tiempo en el que se ha convertido en uno de los autores más prolíficos y populares, abarcando desde norteño, ranchero y balada, hasta reggaetón y rap.

Muchos jóvenes en las butacas hicieron su fiesta. Respondieron al tono que el experimentado artista imprimió al con- cierto, a veces cándido, a veces obvio. “Si se la saben, cántenla, sino, apréndansela.”

Se propuso “distantear“ a los asistentes con una serie inicial donde intercaló las que llamó “mis clásicas” con unas nuevas y desconocidas. Nadie protestó y hasta le aplaudieron las inéditas. “Gracias, amores, por cantar mis canciones”, dijo en varias ocasiones, en una frase que repite en cada foro donde se presenta. “Gracias, mis amores.”

Amor recíproco

El pelo le cubría la frente y es ostensible su baja de peso. “Rejuveneció”, consideró una dama. Juan Gabriel llegó ya a los 58 años. “Gracias por darme esta muestra de amor; es recíproco”, agradeció cerrando los ojos y haciendo caravanas. “Como dijo Elvis: thank you”, acotó.

No se ha dado cuenta la interpretó a su manera: más rítmica que la versión de Roberto Jordán. Tomando la punta de su pie derecho como eje, giró una y otra vez, en un alarde de agilidad, de equilibrio. “A ver si no se cae” , se escuchó, en recuerdo a cuando se resbaló de un escenario por acelerado, en medio de la vorágine de un concierto.

Mañana, mañana fue un recuerdo; Adorable mentirosa subió la algarabía a ritmo de banda. Esa la grabó con El Recodo. Daba sorbitos a una bebida: “Es té de manzanilla.” Se escuchó Ojos negros, que hizo para las mexicanas. En las pantallas se proyectaron imágenes detalladas de los ojos de estrellas del cine nacional. Esa rola se la grabó Lola Beltrán en el disco Las tres señoras. Fue su última colaboración juntos. “Si no tienen el disco… cómprenlo.”

Siguieron las clásicas: He venido a pedirte perdón, que hizo a cientos gritar. Invita a la voz de Playa Limbo, María, a cantar Así fue. “El que mucho habla, mucho yerra, por eso mejor canto.” Entra el mariachi tocando El son de la negra. En los pasillos frente al escenario se hacen dos hileras de vernáculos, 50 en total. Es el mes patrio y eso pega en el espíritu masiosare.

Luego del momento septembrino, Juanga canta las suyas, como Se me olvidó otra vez, hasta La farsante. Viene un homenaje a José Alfredo Jiménez. Emotivo con Qué bonito amor, donde queda claro que entre los miles de pretendientes yo fui el elegido, y Vámonos, que subraya la divinidad del amor y lo trivial de las leyes humanas.

Breve homenaja a Rocío Durcal

Hasta que te conocí o el rescate de la dignidad. El tema comienza a paso de entierro y acaba en carnaval. Abrázame fuerte, que remarca la trascendencia de estar cerca. Llega uno de los homenajes más sentidos de la noche: Juan canta los temas que le interpretó Rocío Dúrcal. La española se vio en las pantallas como era: sonriente, alegre y profesional. “La conocí en 1976 y me grabó por primera vez en 1977.”

La mesa estaba puesta para escuchar Amor eterno. Siguió con Caray, No vale la pena, No tengo dinero a ritmo de rap y reggaetón. Juanga no se ha estancado y los arreglos reviven y actualizan sus “clásicos”.

“¿Ya?” “¡No!”

Ante la insistencia va por la rola 30. Querida (que alcanzó alturas hímnicas), Te sigo amando. “Así: suave, tierno, dulce”, pidió a sus músicos que tocaran, para evitar lo estruendoso. El té de manzanilla resultó whisky. Cierra doloroso y vengativo con La diferencia y a tambor batiente con el indispensable Noa Noa. El toquín acabó como fiesta de barrio: en el escenario se formó una rueda y los mariachis hicieron como que bailaban al centro.

En cada concierto, Juanga invitará a un artista diferente. Ahí estará Café Tacvba.

 
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