Balance de la Jornada
■ El sexenio de Jorge Vergara en Chivas
Ampliar la imagen Blanco deja un hueco que en el corto plazo no se ve quién pueda llenar Foto: Ap
A casi seis años de haber asumido la conducción de Chivas, Jorge Vergara tiene al equipo sumido en un bache deportivo. Ahora le dio por ratificar cada semana al dúctil técnico Efraín Flores, con el afán engañoso de mostrar magnanimidad y paciencia hacia quien le está fallando, pero los aficionados al popular equipo saben que el principal culpable del desastroso paso del Guadalajara es el dueño.
Flores está en el ojo de las críticas por aceptar a ciegas las decisiones de su patrón, quien le hace sugerencias a la hora de poner alineaciones. El estratega, experto en el trabajo de fuerzas básicas, también perdió puntos en la valoración del público por su actitud de culpar a ciertos jugadores cuando los resultados no se dan.
El fin de su ciclo ya tiene fecha, será al término del torneo. Entonces el técnico –atlista de corazón– podría regresar al arduo trabajo de visoría y formación de futbolistas, mientras que Ronald Koeman, otro holandés tras la partida de Hans Westerhof, merodea el timón rojiblanco. La lista de Vergara se mantiene en seis ceses: Daniel Guzmán, Eduardo de la Torre, Benjamín Galindo, Westerhof, Xabier Azkargorta y José Manuel de la Torre.
La construcción del nuevo estadio avanza mientras las Chivas, saqueadas y sin refuerzos, se derrumban y parecen estar a años luz de ser el ‘nuevo campeonísimo’, cuyo nacimiento anunció Vergara con bombo y platillo tras la conquista del único título que ha logrado bajo su gestión, el de Apertura 2006, con el Chepo de la Torre.
Omnilife o Vergara son los dueños, eso es incuestionable, pero en el estadio Jalisco ya el público lanzó gritos de repudio y reproches al controvertido empresario en la agonía del partido de la fecha 7, cuando el gol de Jesús Padilla al minuto 93, que sirvió para el empate ante Morelia, resultó el bálsamo que acalló la protesta.
América ya dio signos de vida luego de derrotar a su consanguíneo San Luis. Las Águilas ganaron justo cuando la crisis se tornaba en escándalo y el triunfo le valió para trepar casi a media tabla. Sin embargo, el funcionamiento sigue lejos de lo óptimo y la buena noticia para los amarillos es que Salvador Cabañas está próximo a reintegrarse tras una lesión, listo para tomar el papel de héroe que suele alternar con Guillermo Ochoa.
Los Pumas aprovecharon el traspié de los Gladiadores y, con un partido menos, están en la cima contra todos los pronósticos vertidos al inicio de campaña, pesimistas en general por las salidas de Sambueza, Solari y Scocco, y la lesión de Barrera. Ricardo Ferretti parece, en efecto, dirigir a un equipo sin titulares ni suplentes, donde todos muestran la dinámica y la garra que en otros tiempos creó fama al club del Pedregal, hoy puntero del llamado grupo de la muerte.
El polémico Cuauhtémoc Blanco, hijo adoptivo del barrio de Tepito, anunció su retiro del Tri y por fin generó opiniones uniformes. Se va sencillamente el mejor futbolista mexicano de los últimos tiempos y en el horizonte no se vislumbra otro elemento de su categoría. Si Francia se quedó sin su Zizou de origen argelino, es entendible, pero en un país de más de 100 millones de habitantes habla de un deficiente trabajo en fuerzas inferiores.
Los clubes mexicanos se han acostumbrado más a cerrar con fastidio las puertas a quienes llaman con insistencia e ilusión, a trabajar con recomendados, y peor aún, a lucrar con convocatorias. Eso queda claro en casos como el del América, donde Daniel Brailovsky se quejó de que nada econtró en la cantera... El Cuau dejará un enorme hueco y una historia rica en batallas de tinte heroico, como aquella donde resultó fracturado por el trinitario Ancil Elcock.
Blanco no merecía ese adiós gris de unos cuantos minutos en la cancha del Víctor Manuel Reyna que intentó darle el confundido seleccionador Sven Goran Eriksson. Sólo lo justifica su desconocimiento del medio, y por ello de inmediato se comenzó a alistar la despedida en el estadio Azteca que debe ser memorable.