TOROS

■ También escritor, poeta y cantante, su libro Corriendo la legua aparecerá en breve

Los toreros deben ser preparados como artistas, no como deportistas: Renee Rivera

■ Primer bailarín, coreógrafo y maestro, tuvo como alumnos a Manolo Martínez y Curro Rivera

Leonardo Páez

Coincidencia le llaman unos, sincronicidad, otros, el hecho es que me encontré en Aguascalientes con un personaje de muy altos vuelos: Renee (con doble e) Rivera, oriundo de Monterrey, que a sus 75 años parece un hombre de 50, pues desde su punto de vista e inobjetable testimonio personal “las técnicas de danza me han dado otra calidad física”.

Egresado de la escuela de danza mexicana del INBA como ejecutante para concierto, solista, primer bailarín, maestro, coreógrafo, director artístico, director general y, además, compositor, magnífico cantante y escritor, el maestro Rivera no sólo es aficionado al arte del toreo sino que ha aportado al mismo un inteligente e interesante programa de enseñanza al que denominó “Los toreros del tercer milenio”, que entre sus egresados cuenta con Manolo Martínez y Curro Rivera, así como el matador español José Ignacio Uceda Leal.

“En la primaria hice amistad con Evaristo, un compañero que era muy aficionado a los toros, pues su padre era el prestigiado crítico taurino Tito Osuna. Incluso fui aficionado práctico y corrí la legua al lado de torerillos ‘con el capote remendado y prestadas las zapatillas’, por mera afición y contagiado por el aroma misterioso de la fiesta brava.

“Luego conocí a un maletilla que quería ser torero pero sin parecerlo, se llamaba Manolo Martínez, que en el libro de Cantú se embarulla al tratar de explicar la geometría de su toreo. No era maestro para enseñar. A Manolo le impuse en mis clases, de 1964 a 1968, una severidad militar que creo que sirvió. Un día obsequié a Martínez un libro del crítico Gregorio Corrochano. Cuando se lo dí me dijo: ‘¿Por qué crees que me salí de la escuela?’ ‘¿Y tú crees que el toreo no requiere estudio? le advertí.”

En 44 años de impartir su teoría pedagógica, el maestro Renee Rivera jamás ha cobrado.

“No descubro ningún hilo negro. Parto del principio de que los toreros necesitan ser preparados como artistas, nunca como deportistas. El bailarín se pasa nueve años para tratar de expresar sus emociones con el lenguaje corporal; los toreros no saben cómo manejar un lenguaje no verbal. El arte se nutre de las artes. No se trata de uniformar estilos sino de pulir talentos y cualidades. Conocer los principios de la danza, no de la afectación imitativa, va a darle a cada expresión personal en el ruedo mayor estética y profundidad. No es cuestión de agradar, sino de agradarse, vivirse, gustarse y vibrarse.

“Cuando regresábamos con el triunfador Ballet Folklórico de Amalia Hernández, después de haber obtenido el Premio Mundial de las Naciones, ella nos dijo: ‘Desgraciadamente hemos tenido mucho éxito; para refrendarlo, tendremos que trabajar el doble’. Eso generalmente lo ignoran quienes andan tras el éxito.

“La maestra Guillermina Bravo afirmaba: ‘Donde no existe programa no hay escuela’. Yo tengo una escuela trashumante con programa y sin otra sede que el espíritu. Propongo una institución de cultura taurina a escala nacional en Aguascalientes. Es una cuestión de energía universal, no sólo de tradición. Periódicamente imparto conferencias, entre otras la titulada ‘Escolaridad Taurina’ y en pocos días aparecerá mi libro Corriendo la legua, editado por el Instituto Cultural de Aguascalientes”, concluye apacible y animoso un intemporal maestro Renee Rivera.