■ Grant Gee presenta en México su documental sobre la banda
En Manchester, “donde nadie quería vivir”, nació Joy Division
■ La ciudad, “horrible parque de recreo”, guarida de punks y artistas
“Mientras más arruinada, despoblada y sin sentido fuese una ciudad en 1979, más creaba un espacio en el cual los chavos podían comenzar algo nuevo”. Así describe Grant Gee, director del documental Joy Division (2007), a Manchester y el ambiente en el cual nació la banda rockera que llevó el punk a un lugar más interno, oscuro, sicodélico, por decirlo de alguna manera.
Gee, quien está de visita en el país para presentar su filme –que es distribuido por Ambulante en México–, toma la descripción de Jon Savage, reconocido periodista musical que trabajó con él en la realización de la cinta y autor de England’s dreaming, sobre el punk y lo que sucedía en ese país a fines de los años 70 y justo después.
En Manchester, ciudad posindustrial, “literalmente se regalaban departamentos porque nadie quería vivir en ellos. Ni las familias ni la gente respetable querían vivir en esos lugares, sólo los drogadictos, los artistas... una mezcla que creaba una especie de horrible parque de recreo, pero parque de recreo a fin de cuentas”, contó Gee, realizador de varias películas sobre bandas de rock, como Meeting people is easy, de Radiohead.
Gee tenía 15 años, escuchaba música punk “que te decía las cosas de frente, sin imaginación”. De pronto, llegó Joy Division, que ofrecía una música atmosférica, “nunca había escuchado algo así... comenzabas a imaginarte otros lugares”. Además, dijo Gee, “las letras eran muy literarias (el vocalista Ian Curtis era gran fan de William Burroughs).
“Te hacía viajar, era oscuro y sicodélico y era nuevo. La gente mayor podría haber dicho, suena un poco como The Doors o como esto otro, pero para mí era nuevo.”
El viaje era realista, pero del modo en que JG Ballard lo era: “Trataba sobre torres y autopistas y manejar por la ciudad de noche, pero en una extraña ciudad de fin de mundo.”
En la cinta hay escenas de la banda en vivo, con Curtis como si estuviera en trance. “Jon Savage dice que la intensidad de Joy Division en vivo casi te hacía sentirte mal, como estar cerca de algo muy poderoso, con una conexión con algo.”
El vocalista Ian Curtis creció en Macclesfield, en las afueras de Manchester. “Los punks no tenían dinero, todos los odiaban. ¿Dónde podrían montar un concierto? El centro estaba prácticamente vacío, ese pub con tres viejos en él, un jueves por la noche. Si dices ‘te traemos 50 personas, a 50 peniques cada uno, y cada uno se tomará tres tragos’, el tipo detrás del mostrador te dirá, ‘bueno, pues’. Y ya tienes una escena caminando.”
El legendario Factory Club, por ejemplo, “era un club social de choferes de camión urbano, frecuentado por pocos de ellos”. Así fueron construyendo una red.
Simplemente eran lugares donde podían ser libres. “Parte de esa libertad tenía que ver con la falta de dinero: no importaba si las cosas estaban deterioradas. Ahora es muy diferente, hoy la gente tiene que pagar por la cultura”.
En la cinta se escucha al diseñador Peter Saville decir: “Hay muy pocas historias verdaderas en una industria pop dominada por una visión empresarial”.
Al respecto, Grant Gee opinó: “No se trataba sobre el dinero, sino sobre intentar hacer algo lo mejor posible. Claro, si les decían van a estar en una alberca en Los Ángeles, dirían suena bien”, pero no montarían todo un plan para lograrlo.
“Ésta es la música que refleja mi ambiente”, dice durante el documental Liz Naylor, quien de adolescente huyó de su casa en 1978 y fue adoptada por toda la banda en el Factory Club.
“Ella nos recuerda que esto fue una cosa local, ocurrida en ese momento. Pudo haber estado muy bien, pero no trates de volverlo parte de la historia, en vez de parte de la vida, porque lo matas”, advirtió Gee.
Joy Division se proyectará hoy y mañana en la Cineteca Nacional, con la presencia de su realizador, hoy, a las 20:30 horas y mañana, a las 18:15 horas.