Balance de la Jornada
■ Los negociantes del futbol
■ Las Chivas, un producto devaluado
Ampliar la imagen El Pelado anunció que sacrificaría el espectáculo para obtener buenos resultados, pero los hechos no respaldan su palabra y las Águilas volvieron a caer Foto: Notimex
Se sabe que el futbol, además de ser el deporte más popular, es un buen negocio. Pero cuando se maneja exclusivamente bajo aspectos mercantiles, el resultado es el Guadalajara del actual torneo.
Las Chivas parecen una mercancía más de las empresas de Jorge Vergara. Y, tal vez por cuestiones comerciales, hasta tuvieron la ocurrencia de pintar de amarillo limón el segundo uniforme y modificar las rayas rojiblancas, que parecían intocables dada la tradición del club.
Una afrenta total, dirían los puritanos que sobreviven en este futbol tan comercializado.
Vergara Madrigal es la versión mexicana de los magnates que han incursionado en el mundo de la pelota: el ruso Roman Abramovich en el Chelsea, su compatriota Alisher Usmanov en el Arsenal, el indio Lakshmi Mittal en el Queens Park Rangers y el Grupo Unido de Abu Dhabi en el Manchester City.
Los hombres de empresas buscan negocios redituables. Y el futbol lo es. Tan solo por la firma de contrato con Televisa, versiones periodísticas señalan que Vergara obtendría alrededor de 40 millones de dólares por año, en un convenio de 5 que le dejará unos 200 millones de dólares. Hace ocho años, la televisora de Emilio Azcárraga sólo pagó unos 12 mdd anuales.
Como buen negociante, Vergara abarató la nómina del equipo y al revisar la alineación actual sólo destacan nombres como Ramón Morales, Gonzalo Pineda (a quien habían vendido al Atlante), Alberto Medina y Jonny Magallón, al que ya le buscan acomodo en Europa.
El resto son jóvenes con calidad, no se duda, pero sin experiencia y quizá así se explique que estas “chivitas” apenas empataron 1-1 con el Aragua de Venezuela en su estadio Jalisco –aunque calificaron a octavos de final de la Sudaméricana– y que necesitaron de la ayuda arbitral para vencer por mísero 1-0 a Jaguares.
El inmueble de la colonia Independencia registra cada vez menor asistencia y los que van, abuchean. Unos dicen que a los jugadores, otros que a Vergara, quien tuvo su primera incursión futbolística al ser patrocinador de su equipo favorito: paradójicamente, el Atlas.
Guadalajara es el equipo con menor promedio de edad en el máximo circuito, pero el patrón Vergara no tuvo reparo en llamarlos “niños caguengues”, criticó al vapuelado timonel Efraín Flores y rechazó haber desmantelado al equipo con los argumentos de que el Maza Rodríguez –quien debutó el sábado en la liga holandesa– cometía mucho errores y Omar Bravo perdió la brújula del gol.
Otros negociantes son los que dirigen a la Federación Mexicana de Futbol. Y sólo por billetes –aunque se trate de dólares– pactaron el duelo del miércoles ante Chile en Los Ángeles. Así que Sven-Goran Eriksson tuvo manga ancha para convocar al que le vino en gana, entre los que destacó Arnhold Rivas, quien ni siquiera es titular en el poderoso equipo de Tecos.
Los que también negociaron, pero el empate, fueron Manuel Lapuente y Mario Carrillo. Al maestro y al alumno no les importó el público –“para ver espectáculo, vayan al circo”: máxima de la boina– y aburrieron con un juego sin goles. Pero quizá esos sean los técnicos que necesitan los mercaderes de la pelota: el resultado como prioridad. Y el futbol alegre, tal vez, en el llano.
Porque Ramón Pelado Díaz dijo que América jugaría feo en busca de resultados. Pero ni así.